En un gesto de transparencia digna de una caja fuerte sin llave, Javier Milei firmó este martes el Decreto 332/2025 para eliminar la Unidad de Tareas de Investigación (UTI), creada en febrero para indagar el escándalo de la criptomoneda Libra, en el que él mismo quedó en el centro de la escena.
La decisión fue oficializada en el Boletín Oficial con el argumento de que “la tarea encomendada fue cumplimentada”. Lo curioso —o mejor dicho, lo sospechoso— es que nadie sabe qué tarea se cumplió, ni qué conclusiones se alcanzaron. No se conoció un solo documento público, informe, ni siquiera un tweet aclaratorio del Presidente, que en esta ocasión prefirió el silencio antes que un meme.
La unidad investigadora estaba encabezada por Florencia Zicavo, funcionaria del Ministerio de Justicia, y tenía la misión de colaborar con la Justicia para determinar si hubo “irregularidades o hechos de corrupción” en torno a $Libra, la cripto que Milei impulsó en redes sociales y que terminó dejando un tendal de estafados. Pero la UTI duró lo que una promesa de campaña: unos pocos meses.
Milei contra Milei: “el que no quiere ser auditado es un chorro”
Lo más insólito es que hace apenas unos meses, en medio del conflicto con las universidades públicas, Milei se plantó en televisión y dijo sin titubeos: “El que no quiere ser auditado es un chorro”. Se refería a los rectores, a quienes acusaba de ocultar gastos mientras exigían mayor presupuesto. Claro, las universidades públicas ya son auditadas por la AGN y la SIGEN, pero eso no importó. Lo importante era dar la batalla cultural.
Ahora bien: si Milei disuelve la única unidad que lo investigaba a él mismo… ¿cómo era la frase? ¿“El que no quiere ser auditado…”?
Con ese criterio, el primer “chorro” sería él. Porque no es que pidió cambiar al personal o limitar el presupuesto. Directamente tiró la auditoría a la basura. La disolvió, la borró, le puso la tapa como a una olla hirviendo. Ni una rendición de cuentas, ni un informe final, ni una explicación al pueblo que lo votó bajo la promesa de “terminar con la casta”. Y la criptomoneda Libra, que dejó damnificados por todo el mundo, sigue sin respuestas.
Así, el libertarismo en versión Milei demuestra que no se trata de eliminar el Estado, sino de manejarlo como si fuera una cuenta personal: lo que molesta, se cierra; lo que investiga, se silencia; y lo que compromete, se decreta terminado.
Pero al menos dejó una frase que será difícil de borrar: “El que no quiere ser auditado es un chorro”.
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