“Las características más evidentes de la ignorancia
Samuel Butler
son la vanidad, el orgullo y la arrogancia”.
“Me importa tres carajos”. Bien mirada, esta de Javier Milei descerrajada en el 41 Congreso Anual del Instituto Argentino de Ejecutivos de Finanzas (IAEF), a principios de la semana, podría ser la más precisa definición de su Gobierno, o, mejor dicho, de su manera de gobernar. “Me importa tres carajos” dice el Presidente, no importa cuándo ni dónde leas esas palabras.
Lo dice cuando ofende a la esposa del presidente español Pedro Sánchez, confundiendo (¿confundiendo?) lo personal con lo político y metiendo a la Argentina en un conflicto de pronóstico reservado con uno de sus mejores socios comerciales, además de la puerta de entrada a Europa para nuestro país.
Lo dice cuando una violenta protesta se extiende de Misiones a otras provincias. Justo el día en que personal de sanidad toma el Ministerio de Salud en Posadas, él monta un show admitiendo de entrada “hice todo esto porque quería cantar. Todas las veces entré y lo canté a capella. Ahora lo quiero hacer con músicos”, remedando esa imagen de Nerón tocando la lira mientras incendiaba Roma (sólo para satisfacer su proyecto inmobiliario).
Lo dice mientras, en complicidad con la ministra Sandra Pettovello, deja que se pudran más de 5 millones de kilos de alimentos en depósitos (guardados allí desde el gobierno anterior, que fue el que adquirió esa mercadería) mientras niños y ancianos -parte constitutiva de ese 57,4% de pobres que cada mes incrementa el gobierno libertario a la Argentina-, pasan hambre porque la comida no llega a los comedores comunitarios.
Lo dice cuando en sus redes exhibe, orgulloso, la imagen de la revista Time con su rostro fotoshopeado y el título “The Radical: how Javier Milei is shocking the world” sin leer esa entrevista que lo destroza como economista y como presidente.
Lo dice cuando un periodista le comenta: “La gente no llega a fin de mes” y él responde “Si la gente no llegara a fin de mes se estaría muriendo en la calle, y eso es falso”. Y cuando el periodista insiste: “Se lo digo yo”, y el responde: “Y bueno, digamos, si no llegara a fin de mes ya se hubiera muerto, digamos”.
¡Le importa tres carajos!… Pasa que hay una dirigencia política que se lo permite. Eso y mucho más. Avala su gestualidad cuasi pendenciera; sus bravatas de adolescente turbulento; su lenguaje soez hasta los extremos, su impostura respecto a la mayoría de los temas (fruto más de su ignorancia que de una estrategia). Y como la cobardía de los opositibios se lo consiente, el tipo cree que puede mantener ese personaje amaquietado donde quiera que esté. Entonces, dado que está más en el exterior que en la Argentina, termina derrapando con altísimos costos políticos, económicos y diplomáticos para nuestro país.
Milei desafina
Desafina. Así en el canto como en la vida. Y mucho más en la política. Bah, el mismo expresa no ser un político. Venimos de aquel gobierno de CEOs de Mauricio Macri, pasando por ese gobierno de científicos de Alberto Fernández para llegar a este gobierno de cantantes, tarotistas, acompañantes terapéuticos, corsarios y motonautas de Milei.
De lo que no se lo puede acusar, sin embargo, es de que la Javo Milei Sereneiders, su soporte musical, elija mal su repertorio: abrir con el tema “Panic Show”, del grupo La Renga, que en uno de sus versos dice “soy el Rey y te destrozaré”, es un acierto. Porque, a confesión de partes…
Las variables económicas que fueron apareciendo en la semana fueron todas para abajo. Salvo el dólar azulado, que tocó los 1300 pesos, y el riesgo país, que que pegó un salto en tres días que hubiese preocupado al mismísimo Fernando De la Rúa.
Los bancos avisaron que habían perdido 275.000 cuentas sueldo (que bien pueden emparentarse a la veloz destrucción de puestos de trabajo); el INDEC marcó un profundo derrumbe del consumo que fue entre el 10 y el 11% (supermercados y shoppings), la actividad económica cayó el 8,4% y el Índice Banco Provincia de Consumo indicó que las compras en alimentos se retrajeron un 21% en los últimos dos meses. Y el tipo canta…
¿Una celebridad?
“Hazte fama y échate a dormir”, reza el dicho. Acaso el mayor error de Macri haya sido invertir el apotegma. A Milei, en cambio, lo que más le interesa es la fama. Su consigna parece ser “que se hable bien o mal de mí, pero que se hable”. Por eso puede decir sin empacho que es “el máximo exponente de la libertad a nivel mundial”; y que él está “en otra liga y eso les molesta porque muestra la insignificancia de los políticos argentos, de lo berreta que son, de lo poco que son, del poco alcance que tienen. Donde yo voy, genero un terremoto”.
Claro, de esto último no hay dudas. Su cruce con Sánchez, primer mandatario español, y su ofensa gratuita a la esposa de éste, ha provocado una crisis que pone en riesgo la segunda mayor inversión extranjera en la Argentina. España tiene 117 empresas invirtiendo en nuestro país y la mayoría de éstas ha manifestado su repudio a las declaraciones del líder libertario.
A Milei, como ya lo hemos dicho al inicio de esta nota, le importa “tres carajos”. Él se regodea con su imagen impresa en la tapa de la revista Time, ilustrando un reportaje que desde el inicio lo deja mal parado y que, en la medida que avanza, lo va ridiculizando aún más, señalándole las largas horas que pasa en las redes, destacando su falta de cintura política para llevar a cabo las reformas que propuso en su campaña y marcándole graves contradicciones como, por ejemplo, sus dichos sobre China y su actual peregrinaje mendigando comprensión de parte de Xi Jinping, para que Vera Bergengruen, autora de la nota, remate considerando que “Es posible que a Milei se le esté acabando el tiempo antes de que su apoyo popular se desmorone”.
Todo mal. Incluso en el tramo en que la cronista marca el enojo del Presidente argentino cuando, interrogado sobre las protestas sociales, el libertario estalla con esa “furia que lo hizo famoso en televisión” y la acusa de estar “a favor de ese grupo que por haber perdido las elecciones planea ahora un golpe”.
Muy Milei todo. Muy onda “él es así” o “los que pensaron que iba a cambiar se equivocaron”. Las frases que utilizan sus colaboradores, manyaorejas y alcahuetes para justificar el despropósito de un tipo que cree que es “el segundo presidente con mejor imagen del mundo” mientras en las encuestas locales sigue cayendo. La última de Zuban Córdoba y asociados indica que el 54% de los argentinos ya empiezan a pasarle factura por sus constantes viajes al exterior. El precio de la fama, a veces, es el repudio.
Paralelamente
Al unísono, como si la Argentina que desafina pudiese crujir en canon con el país que sufre, Misiones se levanta en una ola inacabable de voces que reclaman: policía, maestros, yerbateros, personal de salud… Un abigarrado grupo de hombres y mujeres que se niegan a la esclavitud y la sobrevivencia.
El reclamo resuena en los pasillos de la Rosada por más que el ministro Guillermo Francos (apellido con paradoja si lo hay), intente tirarla afuera y explique que la solución tiene que llegar de la provincia misma. La mirada porteñocéntrica del gobierno impide ver la realidad de lo que sucede: aunque un sector de la infantería tire gases lacrimógenos a los manifestantes, la policía posadeña difícilmente actuará contra vecinos que, muchas veces, son los médicos o maestros de sus propios hijos.
Este hecho tan local como cierto, hace que los analistas misioneros teman cada día más que la furia de Patricia Bullrich le insufle ánimos al ministro de Gobierno, Marcelo Pérez, (que está al frente de la respuesta al conflicto) y lo haga pasar de las amenazas de despidos a la represión más violenta, utilizando cuadros de las Fuerzas de Seguridad nacionales.
La crisis parece estar desplazándose hacia Corrientes, en donde también habría un conato de protesta policial. Toma cuerpo en otras provincias como Mendoza y en la ciudad de Rosario, Santa Fe. Por esto, algunos creen que Posadas podría ser ese baño de sangre que muestre cuánta violencia puede ejercer Milei para extinguir cualquier intento de levantamiento.
El tipo, por otra parte, parece no despeinarse ante las atrocidades que comete. Una investigación del periodista Ari Lijalad destapó que el gobierno, en el área de la ministra Pettovello, tiene más de 5 millones de kilos de comida guardados en galpones de Capital Humano que no se distribuyen -a pesar de que hay casi un 20% de indigentes– y que correrían el riesgo de pudrirse ya que son compras que realizó el gobierno anterior por lo que llevan ya más de 5 meses arrumbados.
Descubierto el tema, el lacónico vocero gubernamental aceptó la existencia de esos alimentos, aunque dijo que no estaban cerca de su vencimiento. Explicó que no se entregaban ya que las auditorías realizadas determinaron que un buen porcentaje de los comedores eran truchos. No hubo cifras porcentuales ni identificación de los comedores cuestionados.
El debate va a seguir. Los libertarios, que han elegido a los movimientos sociales como nuevo-viejo enemigo, revolearán cifras seguramente infundadas y acusarán a los dirigentes piqueteros de corruptelas infinitas. Milei asegurará, ayer lo hizo, que los alimentos se entregan. Pero como “la única verdad es la realidad”, es necesario hacer notar que tener escondidas más de 5.000 toneladas de comida que deberían estar llegando a esos 10 millones de personas que están pasando hambre (sobre todo niños y ancianos) sólo para que 10 o 20 corruptos no hagan su negocio miserable es de una crueldad que sólo se compara con otras del gobierno de Milei, como la de negarles la medicación oncológica a los enfermos que se mueren de cáncer.
Internismo extremo
Por este tipo de cosas debe ser que, en lo que va del gobierno, ha renunciado un funcionario importante cada seis días promedio. Claro que “renunciado” tiene un fuerte olor a eufemismo. Porque de lo que más viven los libertarios es de sus amores y desamores. Y la que lleva la batuta en ese jueguito es Karina Milei, que esta semana abrió su cuenta de twitter y se presentó con un “Hola, soy El Jefe”. Gran jugadora de Monopoly, la hermana presidencial y primera dama de facto, avanza sobre todos los ministerios y se consolida como el poder tras el poder. De hecho es ella la que preside las reuniones de Gabinete cuando Milei no se hace presente.
En la fiestita que el mandatario se organizó para “cantar” hubo una ausencia significativa, que no fue el hecho de que hubiesen grande claros en las tribunas del Luna Park. El único del elenco estable que faltó fue el, hasta no hace mucho inobjetable, Jefe de Gabinete de Ministros: Nicolás Posse. El que dicen que cobra 70 millones de pesos por mes por ser parte del directorio de YPF… Hablame de “la casta”.
Los rumores se encendieron de inmediato y algunos de sus enemigos más íntimos en el entorno mileista, rápidamente lo juzgaron cadáver. Pero, como en política “los muertos se cuentan fríos”, las decisiones al respecto parecen haber entrado en un compás de espera. Por supuesto que el que aclaró todo rápidamente no fue precisamente el “adorno de vocero”, sino el propio Presidente que sentenció que todos están a tiro de ley bases, la que él considera como el primer hito de su gobierno y que, de no salir, deja no sólo al Jefe de Gabinete, sino a todos los ministros “bajo análisis”.
Obviamente, luego de estas palabras, hubieron algunos que corrieron a encargar el traje azul para asumir: el “fantasma” Federico Sturzenegger, Cristian “Pucho” Ritondo, Eduardo “Lule” Menem y José Luis “Cárcel o Bala” Espert visitaron a sus sastres de confianza. Pero también hubo una mujer, Patricia Bullrich, que convocó a un famoso modisto… por las dudas. Casi todos se van a quedar con las ganas. En este sentido quiero ser… Francos (aunque Menem puede ligar ministerio).
Un detalle a tener en cuenta: “La ley bases puede salir bien… o no salir” dijo Milei en tono admonitorio cuando habló de esta norma como “un hito”. Una sentencia que tanto para los opodialoguistas como para sus amanuenses legislativos, llevó implícita una amenaza. El Presidente no quiere más dilaciones pero no está dispuesto a que le enmienden la plana al punto de desnaturalizar los objetivos que se ha trazado con esta ley. En su naturaleza pervive el todo o nada.
La verdad es que uno no llega a entender cómo, a esta altura de la soirée, quedan todavía algunos senadores que dudan entre entregarle Argentina para que la desguace o frenar sus caprichos monárquicos. Porque cada vez se torna más imposible que la Patria no se los demande. Y ni hablar de Dios, que es argentino.
Sin pacto, con acto
Fenomenal cachetazo el que les propinó el arzobispo porteño durante el Tedeum en la Catedral metropolitana. Se les oscureció el sol del 25 de mayo a los presentes cuando monseñor García Cuerva pidió “a Dios nos preserve de las manos manchadas de sangre por el narcotráfico, de las manos sucias de la corrupción y de la coima», en evidente alusión al Gobierno. Invitó a los presentes a no “procrastinar” las soluciones a la parálisis del pueblo “en nombre de un futuro prometedor” y a preguntase “¿qué estoy haciendo por los más pobres?”. Los rostros de las primeras filas, lo decían todo.
Así, atragantado y furioso, el Presidente y sus secuaces viajaron a la ciudad de Córdoba para -cadena nacional mediante- celebrar un acto político. El público presente fue colocado de manera tal que, en las cercanías del palco, quedasen los fanáticos, más atrás los convocados/obligados y afuera, un nutrido grupo de opositores que fue reprimido por la policía local para impedir que fuesen a manifestar su disconformidad y su protesta.
Ajeno a esta realidad (como de costumbre), el mandatario saludó primero desde el balcón del viejo Cabildo, acompañado por su hermana (la vice presidenta Villaruel estaba abajo junto a los ministros y secretarios) y luego se situó en el escenario, custodiado por dos granaderos que le sacaban una cabeza de estatura. Elaboró otro discurso vacuo, falaz y aburrido en el que repitió consignas de campaña, prometió quitar impuestos si se aprobaba la ley bases (que crea impuestos para los trabajadores) y, en una velada amenaza aunque teñida de perspectiva histórica, aproximadamente en el minuto 10 del discurso, advirtió que si es “necesario derramar sangre” sangre, va a hacerlo ¡Chupate esa mandarina!
Tuvo algunos furcios, acaso el más importante llamar a Carlos Pellegrini “el gran tormento” para corregir “el gran piloto de tormenta”. También algunos halagos desmedidos para Luis “Toto” Caputo al que describió como “un rock star”.
También la claque hizo lo suyo, reclamando “ley de bases, ley de bases”, aunque no quedan dudas de que ignoran de qué va la norma. En un momento, pidiendo “plebiscito, plebiscito”, cosa bastante peligrosa para un Milei que cae en aquellas encuestas que no paga. Hacia el final, el Presidente dijo: “Quiero empezar a terminar estas palabras con una breve reflexión”, mientras la gente gritaba “que cante, que cante”, no se sabe si por fanatismo o porque preferían escucharlo desafinar antes que hablar. Concluyó citando a Mariano Moreno, que seguramente se revolvió en su marítima tumba.
Poco más para este acto político a cielo abierto, trasmitido por cadena nacional, plagado de lugares comunes, en donde quedó claro de toda claridad que el único habilitado a hablar era el propio Milei: el gabinete mutis por el foro.
Federalismo etario
Viajes, pactos, contactos, charlas cerradas: Axel Kicillof parece empezar a delinear no sólo su futuro político sino un nuevo modelo de federalismo que podría resultar la salida a este momento trágico de la Argentina. Un acuerdo inter-pares provinciales más ligados por una cuestión de edades, cosmovisiones y lecturas de la realidad que por las viejas ataduras ideológicas y doctrinarias de partidos que se han ido difuminando con el correr de las alianzas y la defección de los dirigentes de superestructura.
El tour de forcé de las últimas dos semanas da cuenta de ello: primero la juntada con Ignacio “Nacho” Torres, uno de los alfiles favoritos de Macri. La excusa fue la donación de 15 ambulancias para la provincia de Chubut, pero el verdadero motivo parecería ser el inicio de una estrategia de articulación política que ayude al país a emerger del profundo deterioro en el que nos han sumido los primeros seis meses de gobierno libertario.
En la misma lógica viajó luego a Rosario para encontrarse con el gobernador Maximiliano Pullaro y suscribir un convenio destinado a fortalecer la cooperación en materia de investigación y lucha contra el narcotráfico. Finalmente, tuvo su acto en Florencio Varela, rodeado de la flor y nata de los intendentes del conurbano, donde elaboró un discurso fuertemente opositor. “Vinimos a decirle no a la ley bases, al DNU y al pacto de mayo porque no estamos de acuerdo con la plataforma de Milei ni con sus ideas”.
Kicillof ha empezado a pasearse como candidato, como alternativa y, acaso también, como la figura que sirva para unificar las diversas opciones de un arco político que ya ha dilatado la grieta más allá de lo deseable. Sus pares lo perciben. Incluso algunos sectores de La Cámpora, de Córdoba y del norte de la provincia de Buenos Aires, han advertido a la superestructura de su agrupación sobre la necesidad de acompañar ese nuevo proyecto.
En su lúcida columna del pasado lunes, Eduardo Aliverti se refiere a estas cuestiones. Dice, primero, que en lo que va de su gobierno, Milei no visitó ninguna provincia “con el intento de dibujar, aunque más no fuere, una idea -una sola- ligada a proyectos de, por ejemplo, desarrollo regional”, cosa que Axel ha comenzado a hacer esta semana que pasó. Pero también afirma Eduardo que “en cualquier esfera política de actores con peso, de dos únicas opciones a la vista: el asentamiento de esta derecha brutal o una salida de extremo centro”, y detrás de ese concepto resuenan los nombres de Horacio Rodríguez Larreta, Sergio Massa y Martín Lousteau.
Pero, ¿qué pasaría si ese “extremo centro” se vuelve un “extremo equilibrio”? ¿Si la oferta es, en realidad, una ofrenda de amistad y respeto que reconfigure el patrón personalista que ha ido adquiriendo la dirigencia política en los últimos años? A partir de una acción de este tipo podría comenzar a vislumbrarse una alternativa de reconstrucción del federalismo, sobre bases de confianza y honor, aunque hoy esos conceptos suenen raros. El antiguo modelo federal de poder territorial pero con proyecto de nación.
Se hace más que evidente que la política partidaria prisionera de una dirigencia individuada, sin formación ni territorio pero con el financiamiento de los poderes fácticos, ha tocado a su fin. Si no se construyen nuevos paradigmas instaurados sobre los cimientos de aquel federalismo constitutivo de nuestra identidad nacional y popular, probablemente, después de Milei, sea la nada. Hay una generación que está pensando en eso. Ligera de equipaje. Desasida de mayores compromisos. Integrada por concepción con el futuro. Urgida de tomar el mando: en lo local, en lo provincial y en lo nacional. Una generación con horizonte que no desdeña mirar hacia atrás porque sabe que, también, es hija de la historia.
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