21 de noviembre de 2024

Columna de opinión

La cuestión marítima en la geopolítica global

Columna de OCIPEx.-*

La coyuntura geopolítica de los mares

El choque de voluntades que se genera entre las naciones con el objetivo de imponer determinadas reglas de juego, también tiene su correlato marítimo. Esta dinámica, natural de las relaciones internacionales, provoca que países como Estados Unidos, algunas potencias menores como Reino Unido (potencia que antaño utilizaba el mar como método y espacio de dominio global), Rusia, Francia, España, India, Italia, Tailandia, Australia, Japón, China, entre otros, busquen establecer sus intereses geoestratégicos también en el mar.

El poder marítimo ejercido por Estados Unidos desde mediados del siglo XX, le permitió defender sus intereses nacionales mediante el uso de diversas capacidades militares y económicas, sostenidas por una robusta Armada. A esto se le suma un entramado de actores privados que ostentan capacidades comerciales y logísticas que lo posicionan como un legítimo centro de poder.

Los portaaviones USS Ronald Reagan y USS Carl Vinson navegan con sus grupos de ataque y barcos de la Fuerza de Autodefensa Marítima de Japón durante un entrenamiento bilateral
Fuente: CNN

No obstante, al dominio hegemónico estadounidense se interpuso la República Popular China (RPC), potencia emergente que pretende consolidar, primero, su zona geopolítica de influencia inmediata: la región de Asia-Pacífico, y particularmente el Mar de la China Meridional -zona disputada por Malasia, Vietnam, Brunei, Filipinas y Taiwán- con claras pretensiones expansionistas.

Reclamos de soberanía marítima en el Mar de la China Meridional

Fuente: PUEAA (UNAM)

En términos geopolíticos, el choque de voluntades entre ambos polos de poder tuvo su correlato comercial (aplicación de aranceles), tecnológico (sanciones corporativas) y marítimo en la región del Indo-Pacífico. Esto es fácilmente divisible por la sucesión de eventos tales como:

  • La salida de EE.UU del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP): Ocurrido durante la Administración Trump, significó el repliegue de las pretensiones económicas estadounidenses por sobre la región del Indo-Pacífico, en simultáneo con la eliminación del “giro” político y comercial que había intentado establecer Barack Obama para contener la influencia China1.
  • La creación del RCEP (Regional Comprehensive Economic Partnership): Firmado a finales de 2020, luego de casi una década de negociación, se configura como el mayor acuerdo comercial del mundo. Es una iniciativa china para contrarrestar la influencia estadounidense en la región. Agrupa a los 10 países miembros de la ASEAN, China, Japón, Australia (Estado con el que China mantiene una férrea rivalidad comercial), Nueva Zelanda y Corea del Sur. 2

En síntesis, la reconfiguración del Orden Internacional posee una dimensión marítima extremadamente relevante. Tal es así que, cada uno de los sectores marítimos que se nuclean en el mundo, se erigen como intereses estratégicos a defender, consolidar y/o expandir. El área del Indo-Pacífico, demuestra cómo se despliegan, en la actualidad, las principales potencias con la intención de dominar y proyectarse como referentes globales de dicho espacio.

El presidente chino, Xi Jinping, saluda a marinos en el puerto de Sanya, en la provincia meridional de Hainan
Fuente: El País

Lo que ocurra en la región de Asia-Pacífico, y específicamente en el Mar de la China Meridional, determinará el posicionamiento de Estados Unidos y China en la arena internacional y, específicamente, en el escenario marítimo global. En este marco, adquiere particular relevancia la creación del pacto militar AUKUS.

AUKUS: impacto y significancia geopolítica

Fuente: James Paterson, Senador australiano

El pacto Australia-United Kingdom-United States (AUKUS) manifiesta la vuelta, apresurada y ofensiva de Australia, el Reino Unido y Estados Unidos de retomar el control geoestratégico de la región del Indo-Pacífico. Su objetivo es contrarrestar el avance de China mediante el uso de la fuerza, con el agravante de que el pacto anglosajón, impactó negativamente en los históricos y coyunturales intereses franceses3.

De acuerdo a lo expuesto precedentemente, la creciente asertividad china genera preocupación en Washington y en Estados vecinos. Pekín ha adoptado un enfoque propositivo en el escenario político y económico mundial en los últimos años. Principalmente desde el anuncio de “Belt and Road Initiative” (Iniciativa de la Franja y la Ruta – BRI), un ambicioso proyecto enfocado en obras de infraestructura que conecten a RPC con África, Europa y América Latina a través de Asia Central. La variante marítima del BRI pone énfasis en las rutas comerciales del Océano Índico, con el Estrecho de Malaca como punto estratégico crucial. Dicho enfoque viene acompañado de una creciente proyección de soberanía marítima sobre el Mar de China Meridional, escenario en el cual mantiene numerosas disputas con Estados vecinos4.

Mapa de la Iniciativa de la Franja y la Ruta – 2017

Fuente: Sala de exposiciones de planificación de la ciudad de Shenzhen

De esta manera, el eje del dinamismo económico global se ha ido desplazando desde el Atlántico hacia el Indo-Pacífico5. Al mismo tiempo, dicho accionar ha generado el establecimiento de algunas iniciativas para contener a RPC. Por ejemplo, el QUAD (Quadrilateral Security Dialogue), conformado en 2007 por India, Japón, Australia y Estados Unidos (EE.UU). Es un mecanismo basado en la concepción de un “Free and Open Pacific Ocean” (FOIP), el cual plantea 3 ejes: (1) “Cooperación estrecha en materia de seguridad marítima, infraestructura de calidad y conectividad” basado en “preservar y promover un orden basado en reglas en la región”; (2) “iniciativas de cooperación que incluyen la lucha contra el terrorismo, la seguridad cibernética y la respuesta regional a desastres naturales”; (3) “firme apoyo a la centralidad de la ASEAN y su arquitectura regional”.6

Sin embargo, existen percepciones y visiones divergentes entre sus miembros, más precisamente, en torno a la cooperación en materia de seguridad con Washington. A modo de ilustración, podemos caracterizar las posturas de Japón, India y Australia. Tokio, por su parte, a principios de octubre ha ejecutado ejercicios navales con cazas F-35B de la Infantería de Marina estadounidense en las cercanías de la isla de Shikoku7, en una señal de claro fortalecimiento de la alianza en materia de seguridad con EE.UU. Sucede lo contrario respecto a la política exterior ejecutada por la India. Si bien Nueva Delhi no forma parte del BRI y ve como una amenaza la cooperación entre China y Pakistán, eso no implica que profundice sus lazos con el QUAD y su FOIP.8 Una de las razones es el histórico vínculo con Moscú y las intenciones de este último de incluir a la India en la Unión Económica Euroasiática (UEE), en el marco de la “Greater Eurasian Partnership”.9 En el caso de Australia, a pesar del peso comercial chino en su economía, esta última demuestra el compromiso político y militar con Washington por medio del AUKUS. Por lo consiguiente, ha habido una escalada de tensiones entre ambos Estados en el último tiempo. Por ejemplo, en 2018 el gobierno del Estado de Victoria (Australia), firmó un Memorándum de Entendimiento con la principal organización de planificación económica de China, el Comité Nacional de Desarrollo y Reformas (NDRC por sus siglas en inglés). El objetivo era la promoción y cooperación para el desarrollo en materia de infraestructura, hábitat, salud, ciencia y agricultura. Dicho movimiento diplomático no fue bien recibido por sus aliados del QUAD. Al respecto, el 10 de diciembre de 2020, el gobierno federal australiano adoptó el “Foreign Arrangements Scheme”. Es una ley que permite al Departamento de Relaciones Exteriores y Comercio derogar cualquier acuerdo firmado previamente por entidades subnacionales. Bajo este esquema, se revisaron alrededor de 1000 acuerdos y se dieron de baja 4 (2 con China, 1 con Siria y 1 con Irán). El accionar de Canberra acrecentó las tensiones con Pekín, quién suspendió todas las actividades del “China-Australia Strategic Economic Dialogue”.10 Cabe señalar que, casi al mismo tiempo que se anunció el establecimiento del AUKUS, China presentó una solicitud para unirse al Acuerdo Integral y Progresivo de Asociación Transpacífico (TPP). En realidad, el TPP se concibió como parte de la estrategia para la contención económica de China bajo el expresidente estadounidense Barack Obama, aunque su sucesor, Donald Trump, se negó a participar en la iniciativa. Las posibilidades de China de unirse al TPP son escasas, pero al hacer la solicitud, Pekín demuestra una vez más que, por su parte, le gustaría limitar su rivalidad con Washington en el ámbito del comercio, la inversión y la tecnología. Al crear el AUKUS, por otro lado, Estados Unidos y sus socios están señalando cada vez más su intención de extender la confrontación al campo de la tecnología militar y la arena geopolítica. 11

El RCEP y la ASEAN

La ASEAN (Association of Southeast Asian Nations) fue creada en 1967 y actualmente se encuentra conformada por 10 países (Malasia, Indonesia, Brunéi, Vietnam, Camboya, Laos, Myanmar, Singapur, Tailandia y Filipinas). Posee una posición de centralidad geográfica indiscutible en la región. De acuerdo al documento oficial difundido por la organización este año, los Estados miembro han formulado su propia concepción del Indo-Pacífico. Dicho documento lleva el nombre de “ASEAN Outlook on the Indo-Pacific” (AOIP), a través del cual buscan delinear los principales aspectos de relacionamiento regionales con el mundo. Buscan ejecutar una “Tercera Posición” entre el FOIP y el BRI. Mantienen una visión del Indo-Pacífico como región integrada, interdependiente e interconectada.12 No obstante, existen en el interior de la política doméstica de los países miembro de la ASEAN sectores considerados “halcones”, quienes ven al AUKUS como un contrapeso necesario a la creciente influencia china en la región. Tal como mencionamos anteriormente, Pekín proyecta su poder en el área a través del RCEP, un acuerdo de libre comercio en el cual sus miembros poseen casi un tercio de la población mundial y el 29% del Producto Interno Bruto del planeta.13 Ocupó el espacio vacío dejado por EE.UU al retirarse del TPP en 2017. En ese sentido, la enorme interdependencia económica entre Pekín y la ASEAN genera un lazo de profundidad difícil de minimizar. Al respecto, de acuerdo al primer ministro chino, Li Keqiang, el comercio entre su país y el bloque ha ido en aumento, pese a las contracciones mundiales producto del COVID-19. (Serbín, 2021, p.10)

Contenedores apilados en el puerto de Qingdao, en la provincia china de Shandong.
Fuente: El País

Riesgos y repercusiones

El AUKUS ha generado malestar en Francia, país que se considera una potencia con proyección indo-pacífica. Al respecto, Emmanuel Macron señaló recientemente que desde hace poco más de 10 años, Estados Unidos ha estado concentrado en sí mismo y tiene intereses estratégicos que se están reorientando hacia China y el Pacífico.14 La cancelación del acuerdo con el gobierno australiano para la provisión de 12 submarinos franceses, no sólo genera un impacto en el complejo industrial-militar galo, sino también que da por tierra con los esfuerzos diplomáticos de estos últimos para proyectar poder en la región. Precisamente, en la última década, desde París se ha diseñado un mecanismo para responder ante catástrofes y desastres naturales junto a Australia y Nueva Zelanda (FRANZ) y el vínculo franco-australiano se considera la piedra angular de esa estrategia.15

El presidente francés, Emmanuel Macron, se reúne con la tripulación de un submarino en la ceremonia oficial de lanzamiento de un nuevo submarino nuclear francés en Cherburgo, Francia
Fuente: Foreign Policy

En relación al riesgo de proliferación, el AUKUS plantea un precedente peligroso con respecto a la transferencia de tecnología nuclear. La medida fue criticada por el representante permanente iraní en la 65ta sesión ordinaria de la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA). Al respecto sostuvo “resulta lamentable que aquellos países que regañan a Irán por enriquecer uranio hasta un 60% con fines humanitarios y pacíficos hayan acordado vender a Australia submarinos militares propulsados nuclearmente con uranio enriquecido a un nivel superior al 90%”.16 De esta manera, EE.UU transfiere tecnología nuclear a su aliado estratégico en la región. Sólo lo había hecho con el Reino Unido (RU) en el marco de la Guerra Fría. Australia puede adquirir abiertamente materiales nucleares mediante el desarrollo de submarinos de propulsión nuclear y otros estados no poseedores de armas nucleares pueden hacer lo mismo.17 Dicha acción atenta contra uno de los propósitos de la ASEAN que busca mantener a la región libre de todo tipo de proliferación nuclear.

A modo de cierre, la disputa por la hegemonía global refuerza la relevancia de los océanos. En este sentido, según un informe de Heritage Foundation (2020), EE.UU. necesita desplegar una estrategia marítima en el Atlántico Sur, el denominado “Atlantic Quintet”, compuesto por EE.UU., Colombia, Brasil, Marruecos y Nigeria. A su vez, en agosto de 2021, Washington desplegó sus mayores ejercicios navales en el Atlántico y Pacífico desde 1981, con el doble propósito de enfrentar simultáneamente a Rusia y China. La estrategia global de las grandes potencias repercute en nuestra región, principalmente en un país marítimo como Argentina. La creciente importancia de los océanos y las rutas marítimas para el comercio mundial requiere del establecimiento de consensos y estrategias de largo plazo.

Reflexiones finales y lecciones para el Atlántico Sur

En el año 2020 se aprobó la Ley 27.557 que actualizó los límites del país al incorporar más de 1,5 millones de kilómetros cuadrados de Plataforma Continental y dotarlo de mayor extensión tras el análisis técnico realizado por la Comisión de Límites de la Plataforma Continental creada por la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar. Esta nueva dimensión se traduce en derechos de soberanía sobre los recursos naturales vivos y no vivos del lecho y subsuelo, lo que motiva el establecimiento de políticas públicas que propendan al desarrollo de la denominada Pampa Azul. Es importante puntualizar que quedaría pendiente de definición el área relativa a las Islas Malvinas hasta tanto se resuelva el proceso de descolonización reconocido por la comunidad internacional desde 1965, reflejado en la Resolución 2065 (XX) de la Asamblea General de la ONU.

Mapa de los Espacios Marítimos conforme las actualizaciones de la ley 27.557

Este escenario da cuenta de la existencia de espacios en disputa que involucran a Argentina y a la región, donde se encuentran presentes potencias extra regionales que afectan la seguridad continental y donde además pueden llegar a tener relevancia nuevos actores. En este sentido, el sostenimiento de una base militar en las Islas Malvinas por parte del Reino Unido representa la presencia de un bloque aún mayor, como lo es la OTAN. La alianza histórica entre EE.UU. y Reino Unido en esta zona se remonta al siglo XIX cuando la usurpación británica de Malvinas en 1833 fue acompañada por el ataque estadounidense de la fragata Lexington el año anterior. Esta misma ecuación luego se repitió durante el conflicto de 1982. Por otro lado, en la Antártida se produce una situación particular dado que los países que integran el AUKUS tienen reclamos territoriales sobre el continente (como el Reino Unido y Australia) y uno de ellos se reservó el derecho de efectuarlo en un futuro (es el caso de EE.UU.). Asimismo, en el marco de lo que se denomina el Sistema del Tratado Antártico, China ha acrecentado sus capacidades en las últimas décadas, a la par de su ascenso como potencia a nivel global. La creación de esta nueva alianza supone un elemento más para tener en cuenta a la hora de analizar la geopolítica antártica a mediano y largo plazo, hasta tanto se persista un escenario de cooperación viabilizado actualmente por el Tratado Antártico.

Por lo expuesto,la soberanía fluvial y marítima argentina debe ser definida como una política de Estado. La Cuenca del Plata, el Atlántico Sur, las Islas Malvinas, Sandwich, Georgias del Sur y Espacios Marítimos correspondientes y el Sector Antártico Argentino, se constituyen como bases históricas y contemporáneas de nuestra soberanía y de nuestras capacidades nacionales. Además, debe asumirse que constituyen un sector estratégico para el desarrollo nacional, el cual es necesario definirlo desde una perspectiva autónoma.

Este sector debe, a su vez, potenciar todas las capacidades nacionales: las vinculadas a la industria naval; al complejo productivo y exportable; al control y fiscalización del Estado por sobre nuestros espacios marítimos; capacidades relacionadas a la prospección geográfica y biológica del mar, entre otras. En las últimas décadas se han visto algunos ejemplos de políticas públicas orientadas a su desenvolvimiento, como lo es el programa interministerial Pampa Azul, el reciente creado Fondo Nacional de la Defensa (FONDEF) y la actualización de nuestros límites en los mapas oficiales. El trabajo mancomunado entre distintas áreas del Estado como la diplomacia, la Defensa y la ciencia y la tecnología junto con el sector privado permitirá consolidar nuestra soberanía en dichos espacios ante un escenario global complejo.

La comprensión total de nuestro territorio obliga a la reflexión y revisión de nuestra historia nacional, regional e internacional y por supuesto de nuestra geografía para entender cómo se desenvuelve la dinámica geopolítica, cómo afecta la misma a nuestro país y cómo aquella dinámica global, que a grandes rasgos se encuentra atravesada por escenarios de conflicto y cooperación, afecta a nuestros intereses nacionales.

  • Nota elaborada conjuntamente por integrantes de diferentes Grupos de Trabajo:

“Malvinas, Antártida y Atlántico Sur”: Juan Augusto Rattenbach y María Laura Civale.

“Sectores Estratégicos”: Adilio Bareiro.

“Eurasia”: Leandro Gri y Salvador Scarpino.

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