El mes de abril volvió a marcar un retroceso en el consumo y las pymes encendieron las alarmas. Comerciantes y referentes del sector aseguran que la baja no sorprende, pero remarcan un nuevo elemento que agrava el panorama: la inminente llegada de productos importados del sudeste asiático, que podría profundizar la parálisis de la industria nacional. A esto se suman costos operativos en alza y dificultades cada vez mayores para cobrarle a los clientes.
Según la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), las ventas minoristas bajaron un 1,8% frente a marzo. En términos interanuales se verificó un repunte del 3,9%, pero las señales de recuperación no alcanzan para calmar las preocupaciones del sector. El presidente de la Confederación Federal Pyme, Mauro González, advirtió que los aumentos en alquileres, tarifas y logística afectan directamente a los márgenes de las pequeñas empresas. Y remarcó que el problema no es solo local: «Muchos colegas viajaron a las últimas ferias de China y estiman que en no más de tres meses los productos estarán en nuestro país y eso generará mayor caída de la actividad industrial».
El desembarco de importados asiáticos pone en tensión a los productores nacionales, que ya operan con demanda débil y escasa previsibilidad. En rubros como indumentaria, por ejemplo, abril fue un mes crítico: la baja de temperatura no fue suficiente para activar la demanda estacional y, con los bolsillos más flacos después del verano y Semana Santa, muchas familias directamente postergaron sus compras.

A este combo se le suma un problema estructural que se agrava mes a mes: la interrupción de la cadena de pagos. Según datos del último informe de Empresarios Nacionales para el Desarrollo Argentino (ENAC), más del 55% de las pymes sufrió estiramientos unilaterales en los plazos de cobro, y casi el 40% reconoció un incremento en los niveles de morosidad. La consultora Eco Go también detectó un aumento en la morosidad de los créditos no bancarios, que alcanzó el 9,4% en febrero.
Desde la Asamblea de Pequeños y Medianos Empresarios (APYME), su presidente Julián Moreno fue directo: «Hay poca plata circulando y se están cortando los pagos». En ese contexto, advirtió que «los precios importan poco», ya que la caída en la liquidez impacta más que cualquier variable de costos. Además, explicó que muchas pymes que no tienen trato directo con el consumidor final dependen de grandes firmas que hoy demoran los pagos y especulan: “Hacen lo mismo que le ofrecen al capital financiero”.
Mientras tanto, el Gobierno mantiene su objetivo de usar el salario como ancla inflacionaria, una estrategia que ya golpea de lleno al poder adquisitivo. La Secretaría de Trabajo incluso evitó homologar el último acuerdo paritario del sector comercial —que representa a más de un millón de trabajadores—, lo que contribuye a congelar los sueldos por debajo de la inflación. Según un informe del Banco Provincia, los salarios registrados ya cayeron cerca de un 3% solo en 2024.
La situación para las pymes es de máxima tensión. Los referentes del sector coinciden en que el escenario no se resolverá solo con la desaceleración de precios. El achique del consumo, la apertura comercial sin regulaciones y la ruptura de la cadena de pagos componen un combo letal para la producción nacional. Y lo peor, advierten, aún no llegó.
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