Crisis total: los salarios llevan 10 años en caída libre

El Gobierno de Milei profundizó la precarización y la pérdida del poder adquisitivo.

A días del Día del Trabajador, el panorama laboral argentino se muestra sombrío. Según los últimos registros oficiales, los salarios reales se derrumbaron un 25 por ciento en la última década, mientras la cantidad de trabajadores registrados retrocedió 0,1 por ciento en enero, lo que equivale a 9.200 puestos menos.

El deterioro no es nuevo, pero el impacto se agudizó tras la fuerte devaluación de diciembre de 2023, sumada al plan de reformas desregulatorias impulsado por Javier Milei a través de su mega decreto de necesidad y urgencia. A ello se suma la expectativa de nuevas reformas estructurales impuestas por el Fondo Monetario Internacional.

La Secretaría de Trabajo detalló que, en enero, se registraron caídas entre asalariados privados, públicos y del trabajo doméstico, mientras crecieron ligeramente los trabajadores independientes, como monotributistas y autónomos. De todos modos, esta suba no logró contrarrestar la pérdida de empleos formales. Al mismo tiempo, el Monotributo Social –que abarca a sectores de alta vulnerabilidad– sufrió un recorte brutal: el padrón se desplomó un 60 por ciento, pasando de 673.000 a apenas 267.000 inscriptos en diciembre.

El escenario de ingresos también sigue complicándose. Mientras los sueldos luchan por no seguir cediendo frente a la inflación, se espera que el nuevo informe oficial de febrero confirme la aceleración de los precios tras el atraso cambiario.

Más precarización y salarios de miseria

El ajuste laboral promovido por el gobierno libertario impactó de lleno en la calidad del trabajo registrado, entendido como aquel que otorga acceso al sistema de seguridad social. El número de asalariados formales, incluyendo el sector público, privado y de casas particulares, se ubicó en 10,128 millones de personas en enero de 2025. En paralelo, el trabajo independiente –monotributistas y autónomos– alcanzó a 2,726 millones.

La eliminación de programas sociales como «Volver al Trabajo», «Microcréditos» y «Acompañamiento Social» –todos articulados alrededor del Monotributo Social– dejó a cientos de miles de personas en situación de mayor vulnerabilidad laboral.

Los datos reflejan además un proceso de disciplinamiento del mercado laboral: con la precarización como telón de fondo, los salarios siguen atados a una lógica de estancamiento. Así lo describe el Instituto para el Desarrollo Social Argentino (IDESA), que advierte: «La contrapartida de la tranquilidad cambiaria es que los problemas de competitividad mantienen plena vigencia. La tradición en la Argentina es que los cambios en la política cambiaria estén asociados a grandes devaluaciones que alivian la situación de los exportadores y de quienes compiten con importaciones. En esta ocasión las dificultades se mantienen y la tendencia es al agravamiento de la falta de competitividad en el futuro».

Un informe elaborado por el Ministerio de Economía junto a la Secretaría de Trabajo muestra que, comparando 2024 con 2013:

  • El Producto Bruto Interno cayó un 2,5 por ciento.
  • El empleo asalariado privado creció apenas un 2,4 por ciento.
  • Los salarios reales se hundieron un 25 por ciento.

Desde IDESA agregan: «En un contexto de contracción de la producción, el empleo tuvo una muy modesta expansión y la clave para que no hubiera destrucción de empleos formales fue la enorme caída del salario real. Aun con esta fuerte caída del salario real se generaron muy pocos empleos formales, forzando a que la gente se insertara en empleos precarios».

Entre 2013 y 2024, unos tres millones de personas ingresaron al mercado laboral, pero casi la mitad lo hizo como monotributistas y el resto en empleos no registrados o de baja calidad.

La pobreza como síntoma del ajuste

Este deterioro laboral y salarial contribuyó a que la pobreza se disparara del 30 por ciento en 2016 al 46 por ciento en 2024, un dato que marca el fracaso de las políticas económicas aplicadas. Y las perspectivas no son alentadoras.

Según IDESA, si no se modifica el rumbo económico, la recesión impuesta para intentar bajar la inflación terminará afectando directamente al nivel de empleo: «De no mediar cambios en la economía, el ajuste por la falta de competitividad ahora será sobre el empleo. La estabilidad hace más explícita las consecuencias de las malas reglas de juego bajo las que se desenvuelve la economía».

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