La crisis de las patentes definitivas sigue siendo un dolor de cabeza para miles de argentinos. En pleno 2025, la ineficiencia del gobierno de Javier Milei deja a los conductores sin una de las identificaciones más básicas de los vehículos: la chapa metálica.
Mientras tanto, millones de autos circulan con una solución provisoria hecha de papel, lo que no solo complica el control vehicular, sino que también refleja el desorden de una gestión que, lejos de resolver los problemas, los multiplica.
Más de 650.000 vehículos circulan sin chapa metálica
A pesar de las promesas de solución rápida, hoy hay más de 650.000 autos con chapas provisionales en todo el país. Esta cifra, que representa alrededor del 4,3% del parque automotor, sigue creciendo a medida que se alargan los plazos para entregar las chapas definitivas. Autos cero kilómetro, vehículos que necesitaban una reposición o simples trámites de cambio de propietario, todos se ven atrapados por la misma ineficiencia del gobierno, que no fue capaz de resolver un tema tan básico como la entrega de patentes.
Según los datos del Registro Nacional de la Propiedad del Automotor (RNPA), este problema afecta a más de 600.000 vehículos que ya no pueden esperar más. Sin embargo, la situación no mejora. La administración de Milei, que generó tanto revuelo por sus promesas de cambio, demostró ser completamente incapaz de resolver los temas más simples. Las patentes definitivas siguen sin llegar a los conductores, mientras que la burocracia se hace cada vez más insoportable (y cara).

La falta de planificación: un claro reflejo de la inoperancia del Gobierno
El problema comenzó con la licitación fallida del servicio de fabricación de chapas patente. El Gobierno, en su afán de cambiar todo y “achicar el Estado”, decidió que la Casa de la Moneda ya no podía encargarse de producirlas. Lo que parecía una oportunidad de eficiencia terminó siendo un caos burocrático y logístico. La empresa Tonnjes Sudamericana, a la que se le otorgó el contrato, no logró cumplir con los plazos y, como resultado, las patentes metálicas escasean. El colmo de la historia: los vehículos siguen circulando con chapas de papel y cartón, sin ninguna solución a la vista.
Lo más preocupante de todo esto es que, según fuentes del propio gobierno, ni siquiera se pudo prever la compra de materiales esenciales como el aluminio. Ni hablar de las gestiones necesarias para asegurar la provisión de insumos. En lugar de anticiparse a los problemas, dedicaron a poner parches que no solucionan nada.
La patente provisoria: una solución temporal que no cubre el caos
La patente provisoria, que permite circular durante 180 días, sigue siendo el parche del momento. Aunque legalmente los autos pueden circular con esta patente, el sistema genera inconvenientes en los controles viales, en las fotomultas y, sobre todo, en el sistema de peajes. En ciudades como Córdoba, los conductores deben pagar tarifas más caras en los peajes manuales, porque el sistema automatizado de telepeaje no reconoce las patentes en papel.
Marcelo Giménez, responsable de Seguridad Vial en la Policía Caminera, explicó que, aunque las patentes provisionales son legales, generan un caos en los controles: «Cuando paramos un vehículo, verificamos que tenga la patente provisional. Si no la tiene, está en infracción. Pero si la tiene, puede circular sin problema». Sin embargo, esa verificación no basta para los sistemas automáticos, lo que aumenta el trabajo de los inspectores y complica aún más el control del tránsito.

Los problemas en los peajes y el estacionamiento
Las complicaciones no terminan ahí. La falta de una chapa metálica definitiva también impacta en otros aspectos del tránsito. Los sistemas de fotomultas y radares no pueden identificar correctamente los vehículos con patentes provisionales en papel. Además, el sistema de estacionamiento controlado y las cámaras de seguridad tampoco están adaptados para manejar este tipo de identificaciones. En resumen, todo el sistema de control vehicular está fuera de lugar debido a una falla crónica del gobierno, que no logró modernizar y adaptar los sistemas a la realidad actual.
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