Por Natalia Jasin*
Argentina es uno de los cinco países líderes con condiciones para el emprendimiento dinámico en la región. Esta afirmación se desprende de la primera Encuesta Nacional a Emprendedores de Argentina realizada por la Asociación de Emprendedores de Argentina (ASEA), en colaboración con la Secretaría de la Pequeña y Mediana Empresa, Emprendedores y Economía del Conocimiento (SePyME).
El país alberga 239.000 emprendimientos registrados, en su mayoría liderados por argentinos de entre 26 y 55 años. Gran parte de estos emprendimientos se concentran en Buenos Aires (30,5%), CABA (17,1%), Córdoba (11,4%) y Santa Fe (8,6%). En general se trata de iniciativas o negocios que forman parte del sector servicios (39,6%); y del área de comercio (36,3%). El resto se divide entre industria, agro y la construcción.
El dato es positivo para el ecosistema del emprendedurismo, pero hay un detalle importante que nos preocupa y ocupa: solo el 38% de los emprendimientos en Argentina están liderados por mujeres. Además, de acuerdo al informe Global Entrepreneurship Monitor (GEM), más del 50% cree que su género afecta negativamente la percepción de sus habilidades.
Deuda pendiente con las mujeres emprendedoras
Las brechas de género en el mundo emprendedor y de los negocios continúan siendo un tema sin resolver para las agendas globales. Los desafíos que enfrentamos las mujeres son profundos, por lo cual es clave trabajar en conjunto, creando comunidad o participando en ellas; intercambiar experiencias personales auténticas y genuinas; y estrechar alianzas multisectoriales, con el objetivo de romper las barreras de género; y de esta forma, desafiar el status quo arraigado en el tiempo.
En el marco de la Conferencia de Fintech Américas 2025, que se llevó a cabo en Miami, USA, junto a más de 50 mujeres en posiciones de liderazgo de la banca y las finanzas provenientes de toda la región, profundizamos la necesidad de tejer redes de empoderamiento femenino, a partir de una mentoría activa y detectar desafíos al interior de las organizaciones en donde trabajan, para crear propuestas de valor y desafiar al sistema con acciones concretas.
Durante el encuentro se plantearon algunas problemáticas específicas que están atravesando a la mujer emprendedora de hoy, relacionadas con la Banca y Fintech.
-Brecha de género: Solo el 30% del personal en fintech son mujeres, con una baja representación en liderazgo y acceso a financiamiento.
-Financiamiento desigual: Solo el 6% de los fondos de inversión se destinan a empresas lideradas por mujeres.
-Barreras estructurales: Falta de mentoría, acceso a roles de decisión, y cultura organizacional desfavorable.
Estamos frente a una encrucijada crítica. Por un lado, impulsamos con fuerza que más mujeres se animen a emprender, y que quienes ya dieron el primer paso puedan escalar, consolidar sus negocios y posicionarse con poder en el ecosistema emprendedor. Pero, por otro lado, persiste una barrera estructural: el acceso al financiamiento sigue siendo limitado. Muchas veces, quienes tienen el capital —como los fondos de Venture Capital— reconocen la importancia de tener más mujeres founders, pero esa narrativa no se traduce en inversión real. Hablan de diversidad, pero no apuestan a formar, acompañar ni financiar el desarrollo de su capacidad de liderar, negociar o pitchear. El discurso está; lo que falta es acción concreta.
Las mujeres emprendedoras debemos tomar la iniciativa
Teniendo en cuenta la realidad con que nos enfrentamos las mujeres en el mundo emprendedor, es cada vez más importante tomar la iniciativa porque nadie lo va a hacer por nosotras. Entre los aprendizajes tomados del encuentro Fintech Américas 2025, comparto los siguientes:
-Tomar conciencia profunda de la brecha de género en todos los niveles del mundo empresarial —especialmente en sectores como fintech y banca— es el primer paso para impulsar transformaciones reales. No se trata solo de visibilizar el problema, sino de evidenciar la urgencia de cambios estructurales que permitan construir un ecosistema más justo, equitativo y verdaderamente inclusivo.
-Profundizar aún más sobre la importancia del liderazgo femenino y su impacto en la transformación en cada uno de los sectores que históricamente, fueron y son liderados por los hombres.
-Transformar la cultura tradicionalmente machista, rompiendo sesgos y estereotipos impuestos, para lograr construir realidades que trasciendan lo individual, y alcancen un impacto colectivo.
-Generar e involucrarse en las comunidades de mujeres, buscando desarrollar nuevas prácticas y compartir experiencias colaborativas entre pares. Poniendo el foco en nuestros valores y en la capacidad de armar alianzas a largo plazo.
-Fomentar y desarrollar programas de mentoría y sponsorship, claves para el crecimiento de mujeres en puestos ejecutivos.
-Incorporar el aprendizaje de herramientas de IA e innovación tecnológica, para potenciar la inclusión y equidad en el ecosistema emprendedor femenino, con la intención de mejorar su productividad en su área de trabajo y crecimiento profesional.
-Participar de organizaciones, espacios y encuentros de debate y networking, tanto locales como internacionales, como parte de la construcción de nuevas comunidades de mujeres emprendedoras.
-Animarse a liderar, innovar y competir en mercados tradicionalmente dominados por hombres, aportando nuevas perspectivas y formas de hacer negocios.
El momento de actuar es ahora. No podemos seguir esperando que el cambio venga desde afuera o desde arriba. Cada decisión, cada alianza, cada espacio que abrimos para una mujer es una apuesta por un futuro más justo. Romper el techo de cristal no es solo una metáfora: es una urgencia colectiva. Que no nos falte coraje para incomodar, ni determinación para transformar. Porque cuando una mujer emprende, no solo construye su propio camino — abre camino para todas.
*Por Natalia Jasin, Fundadora y Directora General de Bounty EdTech.
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