Este jueves 10 de abril se vivirá una nueva jornada de protesta nacional convocada por la Confederación General del Trabajo (CGT), en rechazo a las políticas de ajuste del gobierno de Javier Milei. Será el tercer paro general en lo que va del mandato libertario, y promete paralizar buena parte del país. Esta vez, la medida cuenta con un nivel de acatamiento más alto que en ocasiones anteriores: sectores estratégicos como el transporte ferroviario, el subterráneo, los vuelos y los puertos se sumarán a la protesta, complicando tanto la movilidad como el funcionamiento de actividades esenciales.
Desde la CGT remarcaron que en la Argentina actual “impera el sálvese quien pueda”, en referencia al impacto que está teniendo el modelo económico en los trabajadores.
Transporte: la circulación quedará prácticamente paralizada
Uno de los puntos más sensibles será el transporte público, ya que el paro contará con la adhesión de gremios clave. Los trenes dejarán de circular en todo el territorio nacional, debido a la adhesión de La Fraternidad y la Unión Ferroviaria. Lo mismo ocurrirá con el subte y el Premetro en la Ciudad de Buenos Aires, ya que los metrodelegados confirmaron su participación en la medida.
En el caso de los colectivos, la situación será más dispar. La Unión Tranviarios Automotor (UTA) no adhiere formalmente, ya que el Gobierno dictó la conciliación obligatoria. Sin embargo, en protestas anteriores se registraron interrupciones de líneas completas por decisión de los choferes o por falta de condiciones mínimas para operar con normalidad, por lo que tampoco se descarta una paralización parcial.
También se verán afectados los principales puertos del país, incluyendo Buenos Aires, La Plata, Rosario y Bahía Blanca, donde los 12 gremios nucleados en la Federación Marítima y Portuaria confirmaron que no habrá actividad.
Aeropuertos: vuelos cancelados y miles de pasajeros afectados
El sector aeronáutico será otro de los más comprometidos. La Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas (APLA) y el gremio del personal técnico (APTA) anunciaron su adhesión al paro, lo que tendrá un impacto directo sobre los vuelos nacionales e internacionales.
Aerolíneas Argentinas suspendió 258 vuelos, entre ellos 216 de cabotaje, 25 regionales y 17 internacionales. La empresa logró reprogramar 14 vuelos fuera del horario del paro y reubicar a la mayoría de los pasajeros, al tiempo que habilitó una política especial para modificar la fecha de viaje sin penalidades durante los 15 días posteriores a la huelga.
JetSMART, por su parte, anunció la cancelación total de sus vuelos domésticos y la reprogramación de los internacionales. Estiman que alrededor de 11.500 pasajeros se verán afectados.
Flybondi, en tanto, centralizará toda su operación en el Aeropuerto de Ezeiza. Aunque logró sostener parte de su cronograma gracias a contar con servicios de rampa propios en varios aeropuertos, debió cancelar cuatro vuelos y modificar horarios y destinos de otros.
Educación, salud y administración pública: también habrá paralización
El impacto del paro también se sentirá en las aulas. La CTERA, que agrupa a los docentes de todo el país, y el gremio universitario CONADU confirmaron que no habrá clases en escuelas públicas, privadas ni en facultades.
En el sistema de salud público, la atención se limitará a guardias mínimas. Se verán afectados turnos programados, áreas administrativas y entrega de insumos.
Tampoco habrá atención en dependencias estatales, debido a la adhesión de gremios que nuclean a los trabajadores de la administración pública nacional, provincial y municipal.
Además, los bancos no abrirán sus puertas durante todo el día, ya que La Bancaria se sumó a la medida. Las estaciones de servicio permanecerán cerradas, y la recolección de residuos será interrumpida en numerosos distritos por decisión del gremio de Camioneros.
Un paro que refleja el creciente malestar social
El reclamo tiene como eje central el deterioro del poder adquisitivo, el aumento del desempleo y el desmantelamiento de áreas clave del Estado. Con esta nueva huelga general, el movimiento obrero vuelve a marcarle la cancha al presidente Milei, que en menos de cuatro meses ya enfrentó dos paros nacionales y múltiples protestas sectoriales.
La calle vuelve a ser el escenario de un conflicto que no cede. La política de ajuste encuentra cada vez más resistencia en los sindicatos, pero también en amplios sectores de la sociedad que perciben cómo se reducen sus derechos, sus ingresos y sus posibilidades. La respuesta del Gobierno hasta ahora se concentró en dictar conciliaciones obligatorias y en deslegitimar las protestas. Pero el descontento, lejos de amainar, se profundiza.
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