El presidente Javier Milei encabezó el acto por el Día del Holocausto junto a los principales referentes de la comunidad judía y, en ese marco, reiteró su respaldo a Israel, al señalar que «tomar partido es una obligación moral».
«Tomar partido no es una opción entre otras, sino una obligación moral», sostuvo Milei, que consideró el Holocausto como «la tragedia más grande de la historia de la humanidad». El mandatario nacional ratificó su alineamiento con Israel y subrayó que mientras algunos países «le dan la espalda», la Argentina estará «al lado suyo, firme siempre».
«En tiempos de oscuridad, cuando levantar la voz es costoso y la mayoría, se tiene la obligación de hablar», evaluó el jefe de Estado, en el acto realizado en el ahora ex Centro Cultural Kirchner, renombrado próximamente Palacio Libertad.
El Presidente cuestionó el «antisemitismo» y el «fanatismo islámico intolerable», y afirmó que ambos son «percibidos por el mundo libre con incomodidad y gestos ambiguos». «Miro a mi alrededor en los liderazgos del mundo libre, a grandes naciones y veo indiferencia en algunos y en otros miedo a pararse del lado de la verdad», se quejó Milei. Además, recordó que «hoy en Gaza todavía hay más de 100 secuestrados, de los cuales 8 son argentinos».
«Cuando el mundo calla tenemos la obligación de hablar, no hacer la vista gorda. Aunque para algunos sea inconveniente, es la única forma de que la Shoá no se repita», enfatizó el Presidente, en el acto organizado por la DAIA y el Museo del Holocausto. Y agregó: «Dios no va a aceptar justificación en su juicio único, no nos va a juzgar por lo que creíamos, sino por lo que hicimos. Denunciar el terrorismo islámico es una obligación».
Milei estuvo acompañado en la ceremonia por la canciller Diana Mondino, el ministro de Defensa, Luis Petri, y la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei.
El presidente de la DAIA, Jorge Knoblovits, en tanto, recordó que «la Shoá no es un tema judío», sino «un infierno abierto en el corazón de la historia». «Como en un siniestro dejá-vu, el mundo acaba de presenciar, azorado, la masacre del 7 de octubre. Quien se desentiende del espanto está enarbolando esa indiferencia cómplice, esa supuesta neutralidad que lo deshumaniza y lo pone del lado de los asesinos. Quien no levanta la voz y no se pone del lado de las víctimas, multiplica el crimen. Es peor todavía, porque ignora, irresponsablemente, la amenaza que está sobre su propia cabeza», afirmó.
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