La actividad económica tendrá un crecimiento del 3,1% en 2022, en un escenario de «marcada heterogeneidad» en la evolución de los diferentes sectores. Habrá un impulso del turismo interno y la tensión que podría representar a mediados de año la «escasa acumulación de reservas».
Así lo sostuvo el Instituto de Trabajo y Economía de la Fundación Germán Abdala (Itega), en un informe en el que proyectó «relativa estabilidad en las tasas de empleo y desocupación». Al mismo tiempo, consideró que la meta de reducción del déficit primario acordadas con el Fondo Monetario Internacional (FMI) «luce bastante factible de alcanzar».
Desde el lado de la oferta, la mayoría de los sectores recuperaron el nivel previo a la pandemia, liderados por el comercio, la industria y la construcción, pero Itega advirtió que «quedan 4 sectores que todavía están por debajo», en referencia a Transporte y comunicaciones, Servicios comunitarios, Pesca y Hoteles y restaurantes. «Para este último debemos esperar a ver qué resultados nos trae la temporada de verano que indicaría ser la mejor de los últimos años, producto de la política pública del previaje, la elevada cotización del dólar en términos reales y las restricciones del turismo internacional asociados a la pandemia», acotó.
El crecimiento del 3,1% proyectado para 2022 «se explica por un arrastre estadístico del 2,8%, sumado a un buen inicio del año impulsado por la recuperación del turismo interno», pero en el segundo trimestre podrían aparecer complicaciones, alertó la entidad.
Por otra parte, consideró «bastante factible de alcanzar» un déficit primario de 2,5% en 2022 «sin necesidad de hacer un ajuste significativo sobre el gasto primario». «De cumplirse ese escenario para el 2022, tampoco parece excesiva la meta de -1,8% en 2023, en relación con lo que históricamente representan los programas del Fondo», añadió.
El déficit primario de 2022 y un objetivo de emisión de 1% «arroja necesidades netas de fondos del orden del 2%, lo cual en principio no parece difícil de financiar en el mercado doméstico, garantizando cierta previsibilidad para el programa financiero en pesos», sostuvo.
Asimismo, el Instituto evaluó que «el objetivo de ir retirando al BCRA de su rol de financista del Tesoro y el piso negociado para la tasa de interés real imprime cierta moderación monetaria». La preocupación de la entidad pasa por la inflación, a la que consideró «la variable que -al menos por el momento – se mantiene desanclada».
«Dado que el tipo de cambio jugará un rol limitado como ancla nominal y los ajustes de tarifas serán recurrentes, sumado a la inercia elevada que arrastran los precios, no se avizora una reducción significativa en el corto plazo», indicó al respecto, para advertir que «esto le pone presión a la política monetaria y puede ser el talón de Aquiles de la recuperación en la actividad económica».