“Un día, el bote volcó
Y el premio, a pique, se fue
Todos te daban por muerto.”
Carlos “El Indio” Solari
Devaluación. No importa el eufemismo que el ministro Luis Caputo utilice para explicar lo que está pasando en esta Argentina que ha rifado 15 meses de vida política y económica, ha dejado sin trabajo a alrededor de 200.000 registrados; ha profundizado la pobreza (aunque dibujen numeritos inflacionarios falsos para tratar de que en la planilla de Excel no se note lo que se vive en la calle); ha destruido buena parte del sector productivo, la educación, la salud y le ha regalado más de 30.000 millones de dólares a los fugadores de siempre que, ahora, esperan cómodos, aposentados sobre sus colchones de pesos mal habidos de la bicicleta financiera, que ingrese el manoseado crédito del FMI “que no va a ser más deuda”, según dicen, para convertir sus dividendos en dólares y partir.
Devaluación. A pesar de los esfuerzos y sacrificios de casi toda la población, sin distinción de edad ni sexo. Salvo las excepciones de siempre, los que no se mojan ni cruzando el río a nado; los indelebles; los que siempre siempre siempre manejan información privilegiada… la verdadera casta.
Devaluación aunque expliquen que este es el tercer paso del menú, con una receta de “deslizamiento cambiario en reducción de hasta el 30% sobre colchón de verdes crocantes má non tropo, con esencia de tecagué” porque viene acompañada con un levantamiento mentiroso del cepo que permite que las personas físicas compren todos los dólares que quieran… pero retiren sólo 100 por mes, según la comunicación “A” 8226 del Banco Central de la República Argentina.

Maldito Rubio
Esto en un mundo en donde “Hay un horrible monstruo con peluca”, como cantaba Charly que, en un aparente gesto de desesperación y sin precisar rumbo alguno, amagó dinamitar la globalización y buscar una depresión mundial (dicen que tratando de recuperar algo del viejo poderío norteamericano roto para siempre) a través de un ataque de drones kamikaze-arancelarios a las economías del resto del planeta, incluida la vernácula, que se supone “amiga”.
Dos whiskeys más tarde, mientras se regodeaba de haber logrado que los líderes de otros países lo llamaran por teléfono para “besarle el trasero”, tuvo que recular estilo Alberto Fernández, ofrecer una “tregua” de aranceles del 10% para casi todo el mundo y así invertir, bruscamente, la caída de las bolsas mundiales permitiendo que un puñadito de jugadores (a los que seguramente tenía informados de su estrategia) ganaran miles de millones.
Of course, en esa movida, algunos tecnogarcas cercanos a The american blonde damned, perdieron considerables fortunas (¡Elon… teléfono!). Una batalla que, como sostiene Alfredo Zaiat “no es sólo en el frente de los flujos comerciales, sino también en los productivo, tecnológico, de innovación y financiero”, renglón este que involucra directamente a nuestro país.
Todo eso mientras China, verdadero objetivo de la loca estrategia de Donaldo, clava un gravamen del 125% a los bienes estadounidenses y lo pone a Trump a la defensiva, declarando que él está dispuesto a “negociar” con Pekín. “La guerra arancelaria no tendrá ganadores, y lo único que se logra yendo contra el mundo es aislarse”, declaró Xi Jinping, y agregó: “Durante más de 70 años, para desarrollarse China siempre ha dependido de su confianza en sí misma y su capacidad de trabajo (…) Nunca dependió de los regalos de nadie y no le tiene miedo a las restricciones poco razonables”. Milei debería aprender un poco más de esta milenaria cultura oriental, además de arrodillarse para que no volteen el swap que tienen con Argentina.
Si no se entiende la importancia del tema, les dejo un botón de muestra con el “affaire carne”. China ha decidido no comprarle más a los Estados Unidos, pero, en lugar de mirar hacia nuestras pampas, va a buscar las vaquitas que necesita a Brasil. Por su parte, Estados Unidos avisa, a través de su secretaria de Agricultura, Brooke Rollins, que se acabó el churrasco argentino en el país del norte. Claro, si no venden, van a abastecer el mercado interno. O sea, digamos: no hay que ser muy perspicaz para comprender en qué lugar vamos a quedar los argentinos.

Con la tuya
Milei y su troupe ya la juntaron. Lo que viene, va a ser una factura que tendremos que oblar nosotros. Sí. Aunque usted no lo crea. Yo se que prefiere escuchar los cantos de rollizas sirenas televisivas -todos sabemos que la cámara engorda- que le dicen por enésima vez que no es una devaluación sino una “sarasa de la sarasa sarasasasa”. Y que la culpa de todo la tiene el “kernerismo”.
Mire, como quiera. Por tercer mes consecutivo la inflación creció. Y esta vez como adolescente que pega el estirón: 3,7% arrastrada por casi 6% en alimentos. Esa es su realidad, y la mía, y la de muchos millones de argentos que no festejan que el Fondo Monetario prometa 20.000 millones más de deuda (usted sabe que cuando le explican que es mejor deber dólares que pesos, lo están cagando) y que el aumento de precios haya reducido otra vez en poder de compra de su salario.
Encima, el viernes, apenas unas horas antes de anunciar ese salto inflacionario, citaron a los gremios del Estado y les ofrecieron 1,3% de aumento ¡para los próximos 3 meses! Leyó bien: 3,9% hasta junio cuando la inflación de marzo fue de 3,7 puntos y dibujada (porque todavía no miden la incidencia real de las tarifas que son consideradas como si estuviesen subsidiadas). Y lo peor es que uno de los gremios, aceptó. Sí señora, sí señor trabajadores del Estado: UPCN dijo que estaba bien. Y ATE los mandó al carajo.
Con la banda de flotación que el gobierno estableció para el dólar a partir de mañana lunes, que será de entre 1.000 y 1.400 pesos, lo más seguro es que estemos frente a una devaluación del orden del 30%, lo que se trasladará a precios y, probablemente, llevará los índices a … ¿dos dígitos de nuevo? Digo como para que tenga una idea aproximada de lo que le va a pasar a usted. Aunque no trabaje en el Estado (los estatales ya perdieron el 20% de su salario en lo que va del gobierno de Milei, casi lo mismo que los trabajadores no registrados, que perdieron el 22%. Se lo cuento porque muchos creen que la administración pública está llena de privilegiados). Lo que viene es más ajuste.


Caput – o
Emocionante conferencia la del ministro fugador, el viernes a la tarde-noche. Su sensibilidad. Su conmovedor agradecimiento a colaboradores y familia. Y esa increíble claridad para explicar las horribles cosas que hubiesen acontecido de no haber implementado el plan que fracasó… Un discurso contrafáctico, si lo hay. Una manera excelsa de explicar “lo que hicimos mal, está bien”. Y una impactante ductilidad para echar culpas sobre el pasado… auto excluyéndose. Un verdadero tunante.
Lo cierto es que “El Toto de la Champion” la cagó otra vez. No para él y sus amigos, claro (habría que conocer los nombres de las personas físicas y jurídicas que el viernes a la tarde compraron casi 400 millones de dólares a “precio viejo”). Y el FMI volvió a tirarle un cable para que tarde un poco más en hundirse. O para que alcance a escapar de la nave antes del naufragio y pueda irse a tomar sol a la playa.
Dice el economista Juan Valerdi con buen tino: “cuando alguien anuncia una cuestión económica cómo esta y de verdad piensa que va a ser muy exitosa, la puede anunciar un lunes a la mañana. Si la anuncia un viernes a la tarde, está avisando que tiene dudas y se guarda el fin de semana para medir reacciones y operar mediáticamente para parar el caos, si se ve venir para el lunes”.
No están seguros. Es más, saben que lo que hicieron es falopa. Abren el corralito de 200 dólares mensuales para ponerlo en 100 dólares mensuales, que es lo único que vas a poder retirar cash. El resto, lo podés comprar, siempre y cuando lo tengas en la cuenta en dólares, con los riesgos que eso conlleva. Porque ya en 2001 se quedaron con la tuya y quien te dice, cuando vuelvan a fracasar, no te la vuelven a pisar y “el que compró dólares, recibirá… bonos”. ¿Te podés comprar un departamento de 150.000 dólares? Claro. Te los venden. Y vos podés pagar. Todo on line. Todo virtual (andá a conseguir un vendedor que quiera abrir lo que recibe por la propiedad). Volvimos al blindaje. Vivo, crocante, no vas a ver un puto verde. Porque todo va a llegar como un asiento de caja. Numeritos. Nada más.
Naturalmente, es un problemita de los hombres y las mujeres de a pie. Los que fugan. Los que tienen cuentas off shore o fideicomisos, no tienen problemas. Compran. Depositan. Y después pasan sus verdes divisas al exterior en donde las retiran cash. ¿Entendés? Siempre ganan los mismos. Pero vos votas contra el peronismo…

Patrones
Queda claro, sin embargo, que no son los hermanitos Milei. De la misma manera que “la culpa no es del chancho”… Acá están jugando los intereses geopolíticos de los Estados Unidos, a los que Luis Caputo parece más ligado que el propio presidente argentino que, últimamente, viene siendo desairado por su par norteamericano. Los grandes jugadores financieros, los beneficiarios del carry trade caputístico, no parecerían ser locales. Es más, él viene del JP Morgan (se pronuncia Yi Pi Morgan) y del Deutsche Bank. Y se le nota.
Los Milei son personajes menores, casi extras, en esta nueva versión de la Gran Tragedia Argentina. Y como tales, probablemente terminen presos… en el mejor de los casos. Sin ir más lejos, gracias a Juan Grabois y su equipo de abogados, esta semana, el fiscal Taiano, también conocido como “El Remolón”, terminó solicitando el levantamiento del secreto bancario del Presidente y su “Jefe”, o sea Karina. Ambos quedaron imputados en el Caso Libra por el conspicuo miembro de la Justicia federal.
Pero insisto, no son los Milei Bros el problema. Ni sus abrazos emocionados con el Toto (le deben agradecer la que se están llevando sin saber la que van a tener que pagar). Ni su confianza ciega en “el amigo americano”. Son los dueños del “casalito presidencial”. Los patrones políticos y económico-financieros. Los que lucran con la Argentina cada vez que logran poner a un idiota que detesta al Estado en el poder (?). Los que han depositado su ojo angurriento en los recursos naturales de nuestra patria.
Esos son los que sostienen. Los que financian. Y los que, en definitiva, siempre se la llevan. En su nómina hay periodistas, fiscales, jueces, senadores, diputados, sindicalistas: esa dirigencia política y económica que, según analistas del la hostia, “está en crisis”.

¿Paro, general?
“El paro fue un fracaso”, dijo el gobierno. “El paro fue un éxito”, dijo la CGT con Daer como vocero. Ni muy muy ni tan tan. El paro fue lo que podía ser con la UTA carnereando (tiene una auditoría metida en la Obra Social que maneja Silvia Antonia Bevk, esposa de Roberto Fernández) y con los altísimos niveles de precarización laboral del momento. “Si no trabajo, no como” fue la explicación más recabada por los periodistas que salen el día del paro, se acercan a una cola de dos cuadras de personas que esperan para tomar un colectivo y le preguntan: “¿Va a trabajar?”. “No, boluda, hago cola a las 5 de la mañana porque me gusta hacer sociales”, dan ganas de responderles. En fin, así está el país, como el periodismo movilero.
Probablemente sea momento de que los líderes sindicales se pongan un poco más creativos. Y miren cuáles son aquellas cosas que sacan al Poder (y no hablo sólo del Ejecutivo) de sus casillas. No por nada se ha instalado que una de las cosas más positivas del gobierno ha sido sacar a “los piqueteros de las calles”. Seguramente al ciudadano común le molestaban. Pero a los Amos; a los nuevos Barones Feudales de la Industria, el Comercio, el Campo y los Medios… a esos sí que les jodía ver a las masas populares mateando, comiendo y hasta haciendo alguna de sus necesidades fisiológicas en las avenidas de la orbe.
Bien. Habrá sonado la hora de volver a marchar. De ocupar las arterias, las ramblas y los paseos urbanos. De llenar la calzada de cuerpos palpitantes de rabia y reivindicaciones. De impedir el tránsito y la tranquilidad mentirosa de la ciudad. De bancar con el lomo lo que se dice en las consignas y pancartas. Si medio centenar de jubilados los jode tanto o más que un paro general, por ahí es cuestión de parar para movilizar. ¿Es más caro? Probablemente. Pero efectivo. Y los trabajadores aportamos lo suficiente como para que, finalmente, algunos sindicalistas millonarios, que negocian aumentos de 1,3% con una inflación de 3,7% como mínimo, empiecen a meter la mano en el bolsillo.


Internas
Corrían los últimos días de un tórrido enero en 2003 cuando el PJ se juntaba en un Congreso Partidario en la localidad del Lanús. La puja era entre duhaldistas (que dominaban el encuentro), menemistas y algún que otro representante del “rodriguezsáaismo” todas corrientes internas que pretendían competir en las elecciones de fin de año y querían el “sello”. Primó la voz de una Cristina Fernández del Kirchner (¡cuándo no!) que impuso la idea de esa suerte de interna a cielo abierto que era ir separados, sin el escudo peronista en las boletas y a definir en la elección abierta quién ganaba.
Pero, en el fondo, lo que se debatía era poder. Y tanto Menem como Adolfo Rodríguez Sáa tenían algunas deudas pendientes con el presidente electo por la Asamblea, Eduardo Duhalde. El riojano, unos meses de cárcel; el puntano, una solapada amenaza de muerte que cobró forma en los últimos días de diciembre de 2001, mientras ocupaba la presidencia interina de la Nación y que lo llevó a renunciar apenas 7 días después de haber asumido.
Las cuitas se resolvieron en la elección general. De esa intuición, resultó el gobierno de Néstor Kirchner, que pocos, muy pocos, se atreven a negar. También surgió un período de paz política hacia las entrañas del peronismo. Porque como bien decía “Lupín”, “nos dicen kirchneristas para bajarnos el precio”.
Así que ¡yastá!. Déjense de joder. Cuando se discute poder, pasan cosas. Y más en el movimiento. Larguen con esa indignación de plastilina en las redes. Termínenla con sus tuits conflictuados, sus emojis de enojaditos y sus ofensas de prima donna. No les gusta uno, o la otra: empiecen a militarlos. Pero militarlos de verdad, no en el cómodo territorio cibernético, o los acolchados estudios de streaming y TV. En la calle. Mano a mano. Preparados para discutir; para esgrimir razones, posiciones, emociones…
No. No es necesario que se agarren a las piñas. No sea cosa que les pase lo que pasó con Alberto, que al principio era “estás haciéndole el juego a la derecha” a todos los que lo criticábamos y terminó con “qué querés con un tipo que fue en una lista con Cavallo” … Y pensar que algunos llegaron a fantasear “el albertismo”.
Además, aviso que Cristina ha decidido calmar las aguas y les ha mandado a decir a sus gurkhas conurbanos que bajen el tonito 2 octavas porque se huele a juntada en la mano derecha y la provincia de Buenos Aires suele ser la bisabuela de todas las batallas así que, hay que cuidarla.
Por otra parte, aviso que hay vida más allá de esta internita (interna eran las de antes, y si no preguntale a Carlos Menem por el culatazo que ligó a la salida del Teatro Odeón). Es más, una manera inteligente de juntar votos en una elección de medio término, en donde lo que se obtienen son bancas y no La Copa del Mundo Mundial al Dirigente más Pillo, bien podría ser ésta de ir separados y luego juntarse en el recinto del legislativo que fuere. Algo así como lo que están tramando para CABA algunos ex dirigentes del PRO, otros de La Libertad Avanza y Ramiro Marra, que ha confesado que él no es “distinto que Adorni”… (qué poca autoestima, verdad?).

Duros
Parece joda. Casi a diario vemos en las redes chistes, memes y veladas críticas cuasi jocosas al estado de intoxicación de distintos dirigentes y funcionarios. “Más duro que sándwich de adoquín”, “Mandibuleando como si tuviese la carretilla acalambrada”, “Fisurado como pared después de terremoto”, “Duro como almohada de hombre de las cavernas”, “Le dicen herradura porque vive pagado al vaso”. “Ahí va Verano… no tiene un día fresco”.
Podría seguir al infinito con estas frases que se pegan a fotos y videos de integrantes de los distintos poderes y niveles del Estado (desde policías a diputados; desde miembros de la Justicia hasta habitués del entorno presidencial), naturalizando, de esa manera, algo que debería constituir una verdadera preocupación para los que andan con la Constitución debajo del brazo; con los atavíos de la democracia y en gorro frigio de la república. Porque lejos de ser simpático o cómico, es una de las mayores problemáticas del mundo actual: la toma de decisiones bajo los efectos de algún tipo de drogas.
La placentera oleada de euforia, la sensación de ser todopoderoso que invade a quien consume drogas heroicas; esa ausencia de fatiga así como la exaltación del estado de ánimo, aumento de la seguridad en uno mismo, prepotencia así como la sensación de relajación, desinhibición y suficiencia que produce la ingesta de alcohol en el primer momento, perjudican notablemente la toma de decisiones, sobre todo cuando estas son de tipo político administrativo, ya que afectan a millones de argentinos.
Dirán, ¿a qué viene este tema? Con lo que está pasando en el país… Bueno: precisamente a eso. En un escenario de dirigentes y funcionarios con evidentes signos de consumos problemáticos, ¿quién nos asegura que tal o cuál decisión o declaración no se ha producido en un estado de intoxicación? De ahí, la gran pregunta: ¿no es imperioso que se haga algo en este sentido? Detectar la adicción no para juzgar sino para ayudar y, a la vez, que esa confirmación les impida ocupar cargos públicos. ¿Quieren ficha limpia? Queremos que quienes deciden sobre nuestras vidas no padezcan de algún tipo de consumo problemático. Y no es para reíse.

Estropeados
A una sociedad rota le corresponde un gobierno en consecuencia. Acá. En Estados Unidos y en Occidente todo. Y en esta semana ocurrieron dos cosas locales, que algunos juzgarán chiquitas pero que tienen una trascendencia inmensa a la hora de mirar a Milei y su equipo y, en espejo, a la sociedad que lo sostiene.
Por un lado, una decisión profundamente autocrática del Ejecutivo que aduciendo cuestiones leguleyas sobre alguna inconsistencia en la documentación presentada por el español para obtener su residencia temporaria en 2024, pretende expulsar del país al catalán Antoni Guitiérrez-Rubí, experto en temas de marketing político de campañas que, desde hace ya tiempo, trabaja en nuestro país en los años de elecciones.
El experto maneja hoy la candidatura de Silvia Lospenato y. los libertarios, casi convencidos que gracias a las brillantes estrategias diseñadas por Karina Milei están para salir cuartos en la Ciudad, no han encontrado mejor manera de ensuciar la cancha que tratando de extraditar al asesor del “enemigo”. Y de paso, quedar bien con Donald Trump que esté echando de EEUU hasta a los que lo votaron.
La otra cuestión, observada en un grupo de evidentes votantes de La Libertad Avanza, toca un tema humanitario. Un grupo de ciudadanos de la Ciudad de Buenos Aires, agrupado bajo la pretenciosa nomenclatura “Buenos Vecinos”, acaban de denunciar a una mujer de 65 años, que se gana la vida vendiendo medias en la calle. Al grito de “negra peruana”, le advirtieron que habían llamado a la policía e intentaron echarla del lugar en donde había instalado su módica mercadería. Al llegar los agentes, un par de “señoras” la increparon refiriendo que la mujer era “la mafia” e intentaron agredirla. La anciana vendedora entró en pánico y se descompensó.
Dos grajeas en una semana loca que sirven, también, para pintar el horrible momento por el que estamos atravesando los argentinos. Con un presidente cuya imagen positiva no para de caer y un entorno complicado. Todo sostenido por un sector de la sociedad que carece del menor sentido de la empatía. “El viejo mundo se muere, el nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos”, pintaba con trazo preciso Antonio Gramsi. Pero claro, no hay tiempo ni deseo de leer al italiano. Es mucho más fácil sentarnos a ver Gran Hermano ignorando, naturalmente, lo que Michel Foucault pensaba del Panóptico.

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