El gobierno de Javier Milei se enfrenta a un dilema económico que remite a la experiencia vivida durante el mandato de Mauricio Macri en 2018. En aquel entonces, la necesidad de un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) se dio en el marco de una corrida cambiaria que puso en jaque las reservas del Banco Central, llevando a Macri a adoptar una serie de medidas que hoy parecen estar volviendo a la escena bajo la administración del actual presidente.
En un contexto de creciente presión sobre las reservas y un dólar que no deja de subir, la flexibilización del cepo cambiario fue uno de los principales puntos en discusión. El FMI, una vez más, intervino en el diseño de la política económica argentina, exigiendo la eliminación de restricciones al acceso a las divisas, lo que generó un debate sobre los riesgos que esta medida podría implicar para la estabilidad de la economía nacional.
El FMI y el paralelismo con Macri: ¿un salvavidas o una condena?
Es imposible no trazar un paralelismo entre lo que sucedió en 2018, cuando Macri acudió al FMI en busca de un rescate financiero, y la situación actual de Milei. Ambos mandatarios, enfrentados a crisis cambiarias y presiones internacionales, decidieron recurrir a la institución encabezada hoy por Kristalina Georgieva para asegurar la estabilidad de sus economías. Aunque las circunstancias cambian, las similitudes son notorias: acuerdos millonarios, ajustes fiscales y la inminente devaluación de la moneda.
En la conferencia de prensa donde se presentó el acuerdo con el FMI, el presidente del Banco Central, Santiago Bausili, destacó el compromiso con los inversores locales. Sin embargo, muchos temen que, al igual que en 2018, la entrada de dólares no sea suficiente para frenar una posible espiralización de la cotización del dólar, agregando además de la fuga en tiempo récord que realizó el ministro Caputo en aquel entonces (44 mil millones de dólares).
El impacto del «cepo» y la flexibilización del mercado cambiario: ¿el camino hacia la estabilización o el caos?
La flexibilización del cepo es una de las principales condiciones impuestas por el FMI para desembolsar los 12.000 millones de dólares previstos para este año. Sin embargo, este levantamiento de restricciones cambia las reglas del juego y genera incertidumbre. El llamado «cepo» es visto por algunos como una necesidad para controlar las divisas escasas en un país que atraviesa una profunda crisis cambiaria, mientras que otros lo consideran una restricción que distorsiona la economía, impidiendo el ingreso de dólares y afectando la competitividad.
El desafío ahora radica en cómo manejar esta flexibilización sin que el mercado cambiario se descontrole. El Banco Central ha anunciado que intervendrá solo en caso de que la cotización del dólar supere las bandas previstas, pero aún queda por ver si esto será suficiente para contener las expectativas de devaluación.
La apuesta por las inversiones extranjeras y el riesgo de caer en la trampa del carry trade
En su intento por reactivar las reservas del Banco Central, el gobierno de Milei ha buscado incentivar las inversiones extranjeras, especialmente aquellas vinculadas a la exportación. De hecho, los exportadores y los fondos locales están comenzando a jugar un rol protagónico, en una suerte de «carry trade» que se aleja de la experiencia de Macri, cuando los fondos de inversión extranjeros fueron los grandes beneficiarios de la bicicleta financiera.
La propuesta de emitir bonos, como los «Bonos para la Reconstrucción de una Argentina Libre» (Bopreal), busca generar un nuevo flujo de dólares para afrontar las obligaciones con el exterior. Sin embargo, el temor radica en que este tipo de estrategias terminen favoreciendo a unos pocos y, como ocurrió en 2018, no sean suficientes para mantener el control de la economía en el largo plazo.
El riesgo de una espiralización del dólar: ¿es posible evitar el colapso?
La gran preocupación que subyace a esta flexibilización es el riesgo de que, al liberar el mercado cambiario, el dólar se dispare de manera incontrolable. Los paralelismos con 2018 son inevitables: en ese año, la liberación del mercado cambiario, impulsada por el FMI, generó una fuga de capitales y una devaluación abrupta del peso, lo que desestabilizó aún más la economía.
El gobierno de Milei parece confiado en que la entrada de los dólares del FMI será suficiente para contener el mercado, pero aún quedan muchas incógnitas. ¿Será capaz el Banco Central de manejar la situación sin que el dólar se descontrole? ¿O el modelo de flexibilización cambiará de nuevo la dinámica de la economía, generando una crisis aún más profunda?
Un futuro incierto: ¿qué podemos esperar del acuerdo con el FMI?
Los expertos coinciden en que, si bien el acuerdo con el FMI podría aportar la estabilidad momentánea que necesita el gobierno de Milei, la verdadera prueba vendrá cuando los dólares comiencen a entrar al mercado. El modelo de flexibilización podría generar una falsa ilusión de normalidad, pero los antecedentes de la historia económica argentina nos alertan sobre los peligros de depender de créditos internacionales sin tener un plan de largo plazo para el fortalecimiento de la economía.
Si el gobierno no logra un crecimiento sostenido de las reservas y no implementa medidas estructurales que permitan reactivar el mercado interno, el riesgo de una nueva crisis cambiaria será cada vez más latente. Y en ese escenario, la historia de 2018 podría repetirse con consecuencias aún más graves.
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