“Los artistas menores toman prestado,
los grandes artistas… roban”.
Igor Stravinsky
Con una escenografía mal pintada que remeda lluvias doradas, austeridades truchas y fujimorización latente, la opereta «Chiuderò il Congresso: Gli Piscerò Addosso» del músico autodidacta Xaviere Colpocorto, avanza lenta, con funciones de apenas media sala ocupada aunque los medios publiquen que todas las noches colocan un cartelito de «no hay más localidades» en la boletería.
Boletería: linda palabra para definir un gobierno en donde casi todo es «boleto«, como se le decía a la mentira cuando yo era chico. Y se les nota: vaya si se les nota. Como la hilacha del talud que emerge debajo de los faldones del saco de los judíos religiosos.
Javier Milei, su hermana… y las redes (así definió Mauricio Macri la conformación del gobierno) son la suma teológica… pero de las barbaridades, en el sentido más amplio del concepto. Y, en ese camino, derivan hacia diversas formas de destrucción que van desde la propia -o sea la «deconstrucción política»- hasta la de la Argentina como país, como república y como Nación; pasando, claro, por la del Congreso.
Absolutisti
El primer movimiento de esta opereta, titulado «Grotta dei Ratti» avanza sobre un «andantino piedi di ninfa» que el propio Colpocorto de Les Luthiers interpreta, no sin cierto salvajismo mezclado con exageración en la gestualidad. Sus notas, sin embargo, retrotraen a algunas composiciones cuasi atemporales que han atravesado la historia de la argentina democrática: «¿Cuánto le cuesta al país un diputado?» es la pregunta recurrente y poco imaginativa a la que apelan, cada tanto, los ejércitos mediáticos siempre en batalla con la política.
Sonaba en los albores de la democracia recuperada, para desesperación de Raúl Alfonsín, y consolidó su letanía durante los dos períodos de Carlos Menem. El riojano, recientemente devenido prócer, por decreto (y después preguntan de dónde sacó esa idea Milei) bajó las jubilaciones de privilegio. Esto generó mucho barullo y poco resultado: dado el principio de irretroactividad, ex funcionarios (sobre todo aquellos de gobiernos de facto) continuaron percibiendo sus asignaciones preferenciales. Tal fue el caso de Mariano Grondona (no sé si los recuerdan), quien embolsaba una de estas jugosas prestaciones por el raro honor de haber sido, por unos pocos días, funcionario de la dictadura de Juan Carlos Onganía.
Con la llegada del siglo XXI, en medio de los gritos de «que se vayan todos«, se repone la idea de los «costos de la política«. Entonces, el mismísimo «Bernie» Neustadt (con Grondona a su lado, me quiero morir muerto) dedica su programa a hacer números de cuánto costaba un diputado o un senador, mientras le bajaba el precio a la tarea legislativa.
Hoy, la operación sale de las entrañas del mismo gobierno que, al mismo tiempo que hambrea a buena parte de la sociedad (jubilados, cuentapropistas, movimientos sociales… «la casta», ¿vio?) aumenta, «en una distracción«, un 30% las dietas a los legisladores y luego envía un proyecto de ley para que esos mismos senadores y diputados «rechacen» el incremento en sus dietas, buscando exponerlos porque cuenta con que no lo van a hacer y así, va a tener con qué estigmatizarlos aún más; señalarlos, mostrar quiénes son los verdaderos enemigos de esa sociedad que sufre… culpa de ellos.
Umilianti
Pero, mejor, volvamos al segundo movimiento de la opereta, que, en este caso, se trata de un «Pizzicato Fortemente Medicato» que ha sido intitulado «Ti farò molto male» por el propio Colpocorto y está dedicado a gobernadores y algunos intendentes relevantes que se encuentran sentados en la sala.
La sala: también una buena descripción del ámbito en el que se mueven con cierta tranquilidad Milei y su pequeño séquito. Negado para cualquier cosa que requiera un desplazamiento geográfico (salvo que sean giras para ejercer su cholulismo político, como con Donald Trump); ajeno a los contactos directos con quienes no formen parte de su círculo íntimo o de sus patrones; siempre altivo y distante, el Presidente hace gala de un discurso entre ordinario y amenazante. Y las redes son su territorio. El único lugar donde se siente seguro: un típico guapo de internet.
Esa compulsión provocadora lo ha llevado a errores que el mundo mira azorado y que sus propios mandantes tratan de corregir. El último, el más reciente, su invitación a los gobernadores al diálogo para ir definiendo el Pacto de Mayo y el desaire de ni siquiera pasar a saldarlos, dejando la cuestión en manos del ministro del Interior, Guillermo Francos y del jefe de Gabinete, Nicolás Posse. Ambos, hasta no hace mucho, empleados de sexto nivel en la estructura de Eduardo Eurnekian.
Horas antes, había adelantado su futuro desplante: «No es un tema de si me gusta reunirme o no, a mí no me gustan los eventos sociales«. Sociales. Para él, reunirse con 23 tipos elegidos para gobernar sus respectivas provincias es hacer «sociales». Y como no hacen lo que él quiere, además, no los saluda, ni los reconoce. Ni siquiera se sienta a negociar. Aunque esté en juego su proyecto. Y su futuro: su único placer parecería ser humillarlos (aunque, salvo Jaldo y Frigerio, que acompañaron al ministro del Interior en la conferencia de prensa, el resto no parecía demasiado humillado).
Insaziabile
Como cualquier opereta que se precie, ésta tiene un tercer y último acto. Se trata de «l’aria di arricchimento«, conocida como «Se nonci sono soldi, non verrà notato«, aunque su titulo original es «ci sono soldi solo per la vera casta«. Es aquí cuando el auditorio comprende que estamos ante una verdadera y perfecta opereta bufa, con recitativos más extensos para hacerlos lo más inteligibles posible. En un lenguaje soez, además, superficial… un «dramma giocoso per il popolo«. Porque el maestro Xaviere Colpocorto se burla, musicalmente hablando, de todo lo que ha intentando construir en sus primeros dos actos… y desbarranca. Se cae del escenario y termina en el foso.
Milei, luego de la maniobra contra el Congreso a través del aumento para los legisladores y de la operación desprecio a los gobernadores a los que, en una charla con «el campo», aseguró que iba a «mearlos», aparece aumentándose su salario (por decreto con su firma) a 6 millones de pesos, el de su vicepresidenta a más de 5 millones y medio y el de sus ministros y secretarios, todos en torno a los 5 millones. Y lo peor es que, cuando ve en las redes que acaba de meter la pata (el hashtag #firmocobroylopescaron se volvió trendding topic), se tira a la pileta y le hecha la culpa a Cristina Kirchner. Dice (en un tuit, naturalmente): «Me acaban de informar que producto de un decreto firmado por la ex presidenta Cristina Kirchner en el año 2010…«. O sea: primero, está mal escrito (no es «me acaban de informar» sino «acaban de informarme»). Además, es falaz porque, aunque hayan dado de baja la página, el decreto 206/2024 que extiende el porcentaje de incrementos a él y toda su tribu lleva la firma de Milei, Posse y Petovello.
Y es que así como Xaviere Colpocorto está fascinado con la música a pesar de que es mal compositor y peor ejecutante, Javier Milei está deslumbrado por el mundo de la casta que hasta ayer nomás miraba de afuera. Es más, no le dejaban ni siquiera poner la ñata contra el vidrio. Y, de repente, aviones privados; suite presidencial para romper cada vez que tenía un brote; abrazo con Trump; comunicación con Elon Musk; entrevista de Tucker Carlson, reunión con Giorgia Meloni; el Papa recibiéndolo… en fin: el deslumbramiento es grande. Y cuando Karina, al mismo tiempo, lo estimula (mientras mira la hora en su reloj de 10.000 dólares), es mucho más.
Por eso, esta opereta en tres movimientos (o actos) cierra con un coro de libertarios que le endulzan el oído y los aullidos ausentes de los mastines que nunca conocimos. Todo sirve para ocultar que hoy Argentina tiene más del 60 por ciento de su población por debajo de la línea de pobreza.
Da capo al fine. Tímidos aplausos. Telón… lento.
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