“El hambre de los otros es un espectáculo
Enrique Santos Discépolo
que siempre divierte a los que han comido”
Semanita ardua, si la hubo. Digo porque la sociedad empieza a naturalizar que la que viene, seguramente, será peor a la que pasó. Y así va. “Hablás de hambre”, sentenciaba mi abuelita, la soltera, cuando te avisaba que estaban hablando pavadas. Pero el hambre no es una tontería. Quienes lo han sufrido saben de ese dolor insoportable del estómago, ese mareo permanente, la cabeza que se te parte. He visto pibes en el Conurbano masticando cartón corrugado para tratar se superar esos síntomas. Quizá a eso se refiera Javier Milei cuando habla de “externalidades”.
Nuevamente, the winner is… Karina Milei, que esta semana se cargó a Nicolás Posse. Uno, antes de que su hermano ganase las elecciones, ya percibía que esa mirada celeste, si te apuntaba, te exterminaba. El famoso “rayo karinizador”. El verdad que “el mudo” andaba haciendo travesuras y que se le notaban demasiado: espiar no es pa’ cualquiera, sobre todo si sos de los que mueven la ligustrina. Pero tampoco era para que lo crucificasen en pleno Tedeum. Una exageración.
Hablando de hambre, el carnaval de los millones de kilos de comida almacenados siguió como si en el país no hubiese necesitados, desnutridos y famélicos. Claro que con nuevos actores, como jueces, curas… y el vocero: un infaltable a la hora de las estupideces. La top de esta semana fue sentenciar, mientras comentaba la gira número infinito de Milei por los Estados Unidos y hacía mención a las fotos del Presidente, “cuesta imaginar a Cristina Fernández de Kirchner abrazada con Mark Zuckerberg”. De inmediato se viralizaron imágenes del encuentro de Cristina con el CEO de Meta y las redes anotaron una nueva pelotudez de Adorni.
Y, hablando de pelotudeces, el Gobierno, por ahorrar 15 millones de dólares, terminó perdiendo 500 palitos verdes y pasando otro papelón internacional. Esta vez con Brasil, país al que se han cansado de insultar en la figura de su presidente. ¡Dale gas!
La Ley Bases encontró un subterfugio el miércoles a la noche, y consiguió dictamen. Modificada en términos cosméticos pero con el mismo fondo de entrega y sumisión que caracterizó su texto salido de la Cámara de Diputados. Todo porque, cuando se apagaban las luces de la Cámara de Senadores, alguien capturó un par de legisladores opodialoguistas, los metió en un despacho y les prometió algo… vaya a saber qué. Dicen que menos averigua Dios… aunque uno no esté tan dispuesto a perdonar.
El gabinete del Dr. Caligari
Más que por sus características expresionistas, por el terror gótico que significa habitar el Gabinete en el gobierno de los Miley brothers. A fines de abril, el politólogo Pablo Salinas (persona de mi amistad, destacaría el Lic. Pueyrredón Arenales) había contabilizado la salida de 22 funcionarios de alto rango -subsecretarios, secretarios y un ministro- y la sangría continuó en mayo para no bajar el promedio.
Si tuviese puntuación por las subjetividades, el caso de la “renuncia” de Nicolás Posse a la Jefatura de Gabinete debería contarse doble: por su peso político-administrativo (una de las teorías que debaten sobre este cargo dice que se trata de un primus inter pares) y por la cercanía del hombre al Presidente, que reconoce 20 años de amistad. “Posse es Milei”, lo identificaban amigos y enemigos: aquellos para signar su poder, estos para bajarle el precio restándole autonomía.
Desde el principio, este ingeniero industrial con estudios en Cambridge -que antes de ingresar al gobierno trabajaba para el Grupo Eurnekian, igual que Milei-, generó incógnitas entre sus pares: por su silencio (hubo quienes lo apodaban como “El Mudo”), por su poder vicario y porque era un secreto a voces que había tejido una red de relaciones con la AFI. “Me espía”: la primera denuncia al oído del jefe de Estado llegó de los labios carmesí de Sandra Pettovello, a quien el ahora renunciado le auguró “buen viaje” luego de una reunión de Gabinete a pesar de que la ministra de Capital Humano se había cuidado muy bien de decirle a nadie que se iba a pasar unos días a Punta del Este. Una acción que, lejos de marcar su poder, dejó en claro su candidez política.
Pero su decapitación pública fue decidida cuando aparecieron versiones de que el tipo, además, tenía información “altamente confidencial” de Karina y de Nicolás Caputo. A partir de ese momento, el Presidente le retiró el saludo y el café empezó a llegar frío a su oficina. Aprovechando el Tedeum en la Catedral, lo despenaron.
No fue el único. Junto con Posse, partió Silvestre Sívori, un joven abogado ligado al macrismo, con experiencia en el Estado y que se había incorporado a los equipos de La Libertad Avanza para el traspaso de gobierno. Fue nombrado titular de la Agencia Federal de Inteligencia (exSIDE) por el propio Jefe de Gabinete y, el pasado lunes, lo acompañó en su expulsión del paraíso libertario. Hay quienes piensan que Karina ha reservado ese lugar para Eduardo “Lule” Menem, su amorcito. Todo puede ocurrir en la dimensión desconocida.
Federico, el emotivo
Otro “possista” de la primera hora que partió junto a su jefe Nicolás fue Mauricio González Botto, a cargo de la Secretaría de Empresas y Sociedades del Estado. Ese lugar vacío generó una suerte de tromba al ras del piso que le abrió la brecha al ministro sin cartera que opera en el “mileísmo” desde su victoria electoral: Federico Sturzenegger, (a) “El Ángel Privatizador” para quien, el mismísimo presidente reserva la creación de una cartera especializada en el desguace del Estado. Dicen que al enterarse de esta confirmación, el economista que estuvo 12 años procesado por el Megacanje, lloró. “Es mi última oportunidad de hacerlo bien”, les confesó a sus alumnos de la universidad de San Andrés, mientras derramaba una lagrimita.
Y otro que se fue, al parecer más por decisión propia que por impulso de su jefa, la Pettovello, fue Pablo de la Torre, virtual número dos de Capital Humano a quien, los house organs de La Libertad Avanza (me refiero a los medios que de tan alcahuetes ya dan asco), intentaron responsabilizar de los problemitas de la entrega de alimentos y de otras corruptelas.
En realidad, este médico que está vinculado desde hace rato a los temas de salud y tiene una clara postura en contra de la Ley de Acceso a la Interrupción Voluntaria del Embarazo, habría dado un paso al costado porque el tema de los 6 millones de kilos de alimentos ocultados va a traer cola… y alguna sanción penal. Vio como son estos pibes de la derecha: siempre encuentran un perejil para que les sirva de chivo expiatorio. A este le quieren cargar de todas las cagadas hechas por Pettovello, “la mejor ministra desde el regreso de la democracia”, según Milei. Vamos, ¿alguien cree que se pueden hacer un centenar de contratos sin el aval de la funcionaria de más alto rango? Hay un olor a María Julia en esto… Por las dudas, su hermano, el conocido Joaquín de la Torre (ex – Massa, ex – Vidal), rompió toda relación con los libertarios.
Ahora bien: a aquellos que creen que los movimientos sísmicos en el gabinete de Milei han cesado, les aclaro que llegan las réplicas. Y que el Gobierno hará todo lo posible para mantener su récord de una expulsión cada seis días promedio (se cargó cuatro peso pesados en la última semana). En el PRODE de funcionarios a salir, puntea Julio Cordero, el secretario de Trabajo llegado desde Techint que, con la salida de Posse, presiente un final similar. Otra que tiene el boleto picado es Diana Mondino. Los conflictos inagotables en las relaciones exteriores y su falta de capacidad a cielo abierto le aseguran un final más o menos abrupto. Tanto que los funcionarios de carrera que arrió para su costado en el desembarco en el Cancillería andan buscando destinos fijos como embajadas y secretarías. Y, finalmente, tampoco el Dr. Mariano Cúneo Libarona parecería destinado a durar mucho tiempo más al frente de Justicia.
Milei cree que seis meses de fracasos demandan un cambio de figuritas y no tienen ningún empacho en hacerlo. Por el contrario: prefiere que sea brutal, feroz, en lo posible sangriento. Para que la crueldad sea equitativa.
Comerse al caníbal
La buena noticia es que estamos vivos. La mala, de la semana y quizá de las que vienen (uno no sabe cuántas, además), es que estamos gobernados por Milei, un individuo que sostiene que “cuando la gente esté a punto de morirse de hambre (…) va a decidir algo para no morirse” (sic). Y que por eso no necesita que “alguien” (léase, el Estado) intervenga para “resolverme la externalidad del consumo”, porque alguien (léase, el individuo) lo va a resolver. Sólo esperemos que esa resolución no vaya por los canales de la violencia.
Uno de los puntos más altos de estos días ha sido el debate por las erráticas acciones de gobierno. Porque si hay una mentira flagrante en esta administración es que el Estado no interviene. Por el contrario, interviene. Y mucho. Siempre a favor de los poderosos, pero interviene. En el lento genocidio de los hambrientos interviene. En los negociados con la provisión de gas interviene. En la habilitación de la obra pública para un puñado de magnates y la negación para todo el resto interviene. En lo que le parece, le conviene, o le exigen sus mentores, el Estado Milei interviene; por acción u omisión, interviene. Y si no, preguntale a los millones de argentinos que esta semana no comieron a pesar de que en galpones de Capital Humano había casi seis millones de kilos de alimentos acumulados y, muchos de ellos, a punto de vencer.
La telenovela de los víveres escondidos comenzó la semana pasada con una extraordinaria investigación del periodista Ari Lijalad y promete terminarse (o al menos su primera temporada) en este fin de semana, cuando el Ejército reparta casi 300.000 kilos de leche en polvo que vence en poco tiempo. En ese plazo, los argentinos que elegimos estar informados, conocimos la mayor saga de dislates que ha tenido este Gobierno sobre un tema. Y eso es mucho decir.
El vocero ornamental primero negó la existencia de comida en los galpones -ya lo había hecho Guillermo Francos (oxímoron de apellido, ¿no?) en los inicios de la gestión-. Más tarde, como el informe era del propio Ministerio de Capital Humano, Adorni reconoció que había algunas vituallas pero aseguró que no vencían y, además, que se conservaban para “catástrofes”. Luego de que el juez Sebastián Casanello emplazara a la ministra, en otra de sus conferencias de prensa matutinas, el portavoz avisó que se iba a apelar la medida y declaró que el Gobierno no iba a cambiar sus políticas de no reparto de las raciones. Finalmente, cuando Juan Grabois, la Justicia y la Iglesia levantaron sus voces y Pettovello admitió que algunas cosas podían vencer y, por lo tanto, el Ejército las iba a distribuir, Manolito dijo que no se iba a “repartir por repartir” y que aún no estaban los cronogramas pero que “había tiempo”. Duro de pelar, el twitero calificado.
También el Presidente hizo declaraciones desde California respecto a que la comida se estaba “repartiendo” y se justificó: “Lo que pasa es que hay gente que curra que está perdiendo su curro”. Obvio que le faltó un “digamos”, pero en su entorno trascendió que pensaban enviar esas raciones a Israel, “que está en guerra”, tal lo aseguró una alta fuente.
De todos modos, el galardón al mayor bochorno por este tema se lo llevó Leila Gianni, subsecretaria Legal del ministerio de Capital Humano y, hasta no hace mucho, massista de esas que te hacen dosaje de peronismo en sangre con sólo pasar al lado tuyo. Esta señorita (uno a esta altura sabe que no hay nada más fanático que un converso) revoleó acusaciones de extorsión contra las organizaciones sociales y se paseó por los canales con un paquete de yerba asegurando que era “puro palo”… ni mate sabe tomar.
El episodio parece haber dado en la línea de flotación del gobierno de La Libertad Avanza, al punto que algunos hablan del “affaire Vicentín” de Milei. Por su perfil de corrupción (de otra manera, Pettovello no hubiese llevado el tema a la Oficina Anticorrupción ni hubiese sacrificado a un funcionario de alto rango) y por la insensibilidad que expresa el hecho de esconder alimento en medio de una hambruna. “La vida del pobre depende del poco pan que tiene; quien se lo quita es un asesino” reza la Biblia en Eclesiástico 34, 21. A quien le quepa el sayo…
Dale gas
La otra gran gaffe fue la que podría denominarse “la batalla del calentamiento”. En un país que está asentado sobre la segunda reserva mundial de shale gas (802 billones de pies cúbicos), en los últimos días varias provincias se quedaron sin este combustible esencial en la temporada fría. Las excusas de los funcionarios del área y del vocero fueron pueriles -por no decir estúpidas- pero, la verdad es que, en aras del tan mentado equilibrio fiscal, el Gobierno frenó la finalización de las plantas compresoras del Gasoducto Néstor Kirchner y, por ahorrarse entre 15 y 40 millones de dólares (según las fuentes) hoy tuvo que gastar alrededor del 500 millones de dólares importando gas. Con el blooper, además, de que Petrobras se negó a descargar el primer barco que llegó porque estaba en desacuerdo con la forma de pago y hubo que ir a pedirle al gobierno brasilero (al que Milei se ha cansado de insultar) que intercediera para que Argentina pudiese obtener tan preciado combustible.
Mientras esto ocurría, se cerraban las estaciones de servicio de gas natural en varias provincias y en el Conurbano se paraba la producción de todas aquellas empresas que funcionan a base de ese combustible. En Casa Rosada temblaban, no por frío sino porque no disminuyera la presión domiciliaria. El tema es que con las plantas compresoras terminadas se hubiesen duplicado los 11 millones de metros cúbicos que van por el gasoducto, pero… ahhh, pero, el superávit fiscal… (y también algún negocio, seguramente, porque la compra a Petrobras se hizo de manera directa. No tengo pruebas pero tampoco dudas, parafraseando al juez Moro, ya que hablamos de Brasil).
Un dictamen oneroso
Pasadas las nueve de la noche, cuando ya quedaban pocos senadores en “la casa” (como llaman al edificio principal del Senado) y sin dictamen de la Ley Bases, el operativo “Francos” se puso en acción. Seleccionaron tres senadores, los llevaron de a uno a una oficina reservada y allí… bueno, lo que ocurrió allí sólo lo saben los que estaban. Pero es fácil suponer que tentaron a Guadalupe Tagliaferri, supernumeraria del PRO que no comulga con la prelatura de Luis Juez, jefe de la bancada; a José Carambia, senador por Santa Cruz en un acuerdo con el gobernador Vidal y a Edgardo Kueider, senador entrerriano que llegó gracias al espaldarazo de su jefe, el ex gobernador Gustavo Bordet.
Lo llamativo es que estos personajes no hayan guardado siquiera las formas para recibir lo que les dieron. Porque luego de pasarse casi un mes rechazando la ya legendaria Ley Bases, de golpe y porrazo, sin explicación alguna, acompañaron el dictamen de mayoría con sus firmas, sin las cuales, nunca hubiese salido.
Uno, en la distancia, puede entender la actitud de la pobre Guadalupe, cuadro de la Fundación Sofía, militante del Rodríguez Larretismo de la primera hora, abandonada a la buena de Dios en esa Vicepresidencia Segunda de una Cámara que no la respeta y un bloque que no le es afín. Puede entender su resistencia hasta último momento para levantarse el precio. Y también su acompañamiento porque, al fin y al cabo, la derecha muestra mayor verticalidad que el peronismo.
También puede comprender, aunque menos, a José Carambia: un vecinalista que fundó un partido Moveré… y movió. Movió el tablero subido a la figura de Martín Lousteau, amenazando con pudrirla hasta que encontró el camino a ese despacho en donde, seguramente, lo hicieron un poco más feliz, más allá de los cambios que pudo introducir en Ganancias (400 mil pesos que no le mueven el amperímetro a nadie) y el porcentaje de 15 puntos para las regalías mineras que, todos saben, una vez en Diputados, volverán a los 3 puntos.
Y hasta podría llegar a explicar a Edgardo Kueider, secretario general del gobierno de Bordet y operador personalísimo del ex gobernador de Entre Ríos al que hoy le están contando las costillas por su crecimiento patrimonial. Kueider, un oscuro concejal que arribó a la Secretaría General de la Gobernación por obra y gracia de… andá a saber, está convencido de que tiene menos vida política que su ex jefe y busca una salida cómoda y elegante para su futuro incierto.
Lo que no puede justificarse de ninguna manera es que haya, en el Congreso de la Nación, individuos ocupando bancas que sólo se representen a sí mismos. Que no tengan anclaje ninguno con la política, ni la sociedad, ni con los partidos, ¡ni con sus respectivas procedencias! Independientes de toda independencia que pueden negociar la vida y el futuro de los argentinos sin que se les mueva una pestaña. Porque nadie se los va a ir a reclamar. Porque no tienen que rendir cuentas. Los ciudadanos, a la hora de emitir su voto, deberían estar atentos a estas cuestiones.
Citaba, en una nota escrita durante la semana para esta misma página, al Dr. Paul Wong profesor adjunto de la Universidad de Saybrook y Editor de la Revista Internacional de Psicología Existencial y Psicoterapia quien sostiene que las personan más vulnerables al fenómeno del Síndrome de Estocolmo son aquellos que “carecen de un conjunto claro de valores fundamentales que definan su propia identidad”
“Cuando salimos de nuestro propio interés para servir a algo más grande que nosotros mismos (…) nos convertimos en nuestro mejor Yo”, sostiene este psicólogo chino que pareciera haber leído a Perón, aunque no. Pero que nos sirve para recordar que hay verdades universales que este tiempo de personalismos y oscuridad intentan hacernos olvidar.
Chau
También la semana estuvo teñida de una pérdida. De muchas, en realidad pero de una en especial. Murió Norita Cortiñas, esa madre universal que aún en la fragilidad de sus 94 años nos sostenía a muchos grandulones. Dolor y agradecimiento. Amor sin tregua. Y, después, soledad. Ojalá se haya encontrado ya con su hijo, a quien tanto buscó en la Tierra.
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