El escenario del debate entre candidatos a la Legislatura de la Ciudad se convirtió en un reflejo fiel del momento político que atraviesa la derecha local: fragmentación, repeticiones de slogans y una ausencia notoria de respuestas sobre los problemas concretos de Buenos Aires. Leandro Santoro, candidato de Unión por la Patria, aprovechó esa confusión y se consolidó como la voz más firme en la crítica tanto al modelo que gobierna la Ciudad hace casi dos décadas como a la versión extrema que representa Javier Milei en Nación.
El encuentro reunió a los primeros postulantes de las 17 listas que competirán en las elecciones porteñas del 18 de mayo. Aunque la dinámica y el formato acotado dificultaron la profundidad en las exposiciones, el evento sirvió para ubicar los posicionamientos de cada fuerza y, sobre todo, para mostrar quién logró hacerse oír.
Santoro se presentó con una agenda clara: denunció negocios con empresas privadas que se benefician de concesiones del Ejecutivo porteño, defendió lo público —del Hospital Garrahan a la universidad— y cuestionó la falta de políticas para los servicios básicos. En contraste, los representantes del oficialismo y la ultraderecha se superpusieron en discursos centrados en bajar impuestos, combatir a los piqueteros y demonizar al kirchnerismo.
Manuel Adorni, vocero presidencial y candidato de La Libertad Avanza, buscó marcar presencia con su estilo provocador. En redes sociales avisó que se dirigía al Canal de la Ciudad para el debate y, al llegar, propuso cerrarlo. La motosierra con la que posó en su lanzamiento fue más símbolo que plan de gobierno. Durante su intervención, volvió sobre el argumento de que el kirchnerismo intenta “nacionalizar” la contienda en CABA. En ese tono, expresó: “Santoro es Santoro, yo no me escondo detrás de nadie”, en referencia a los carteles que lo vinculan directamente con Milei. “No me avergüenza serlo”, respondió.
Esa identificación total con Milei es una apuesta que busca capitalizar el arrastre del presidente en el electorado porteño, aunque todavía no está claro si servirá para romper el techo que enfrenta Adorni. Su estilo agresivo también se manifestó con la presencia en el estudio del asesor presidencial Santiago Caputo, quien increpó al fotógrafo de Tiempo Argentino que osó retratarlo, en una actitud que rozó el hostigamiento.
Mientras tanto, la candidata del PRO, Silvia Lospennato, buscó posicionarse como garante de la continuidad del modelo macrista. Se diferenció de la provincia al remarcar que “Del Conurbano nos separa sólo la General Paz, pero la diferencia es que del otro lado gobierna el kirchnerismo”. Evitó críticas al gobierno nacional y planteó un acompañamiento general a su rumbo económico. Sin embargo, los logros que quiso destacar, como la línea H del subte o la resolución de los piquetes, fueron rápidamente cuestionados.
A la derecha de Lospennato, Ramiro Marra —también libertario— insistió en su papel de «combatiente» contra los piqueteros. Pero la superposición de discursos entre Adorni, Lospennato y él mismo dejó en evidencia que, lejos de un bloque consolidado, la derecha compite consigo misma.
Desde otro rincón del espectro peronista, Juan Manuel Abal Medina y Alejandro Kim intentaron diferenciarse como «los verdaderos peronistas», pero su escasa proyección complica la posibilidad de romper la polarización.
La foto que dejó el debate muestra una oposición dividida en la derecha y un Santoro que, sin compañeros de peso en su espacio, aparece como el único capaz de captar el voto útil opositor al modelo Milei. “Hay una competencia en la política para ver quién es peor persona, nosotros no queremos estar ahí”, remató el candidato de UP, plantado como un dirigente con programa frente a la espuma de las redes.
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