Conjeturemos, Juan
Que rompo mis nudillos
golpeando puertas, hierro,
Hasta que sale alguien a contarme
el regreso
Por lo bajo:
“Se fue a morir allá”
Y yo no entiendo
Porque la Patria no puede pedir tanto.
Presumamos, mi General,
Que sintió ese deber
(que no era un reto)
Como sed,
Como agua de la ausencia
Y se dispuso
(que al fin y al cabo
hila la historia
ruecas de sangre seca
y la pasión no admite dilaciones)
Maliciemos resabios de venganza,
Rencores inauditos,
Enconos como flechas
Voladas del archivo
de las genealogías incendiadas
la efeméride rota
de una Argentina joven
que jadea su nombre.
Incluso sospechemos
que regresar
fuera bastante más que viaje
La víspera del sueño
de un país y una espera
que duraban la vida
Y valían
más que París,
más que una misa
pero con convicciones.
Imaginemos juntos, Jefe
un paraguas
y un Rucci hecho de fotos
y de lluvia.
Figuremos garúas
en un juego de espejos
que corre como un río
pero sin mar final
Urdamos ese instante
Adivinemos
Deduzcamos la tos
Y usted, de descarnado
que va
dejándose ir,
lacio,
que a eso vino.
Presagiemos las lágrimas
y el rostro
del pibe que saluda la cureña
donde usted viaja
(imaginemos)
su viaje inacabable
Aparentemos que no lloro
Que es llovizna
Medio siglo de gotas
Y más nada.
Recelemos,
Perón
Después de usted…
Temamos.
El poema de Carlos Caramello leído por Víctor Hugo Morales en «La mañana con Victor Hugo» por AM 750
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