12 de noviembre de 2024

Veleidades políticas

“La izquierda y la derecha unidas
 jamás serán vencidas.”
Nicanor Parra

Para Javier Milei sólo existen dos tipos de hombres: los serviles y los enemigos. Y dos tipos de mujeres: su hermana y las otras. Bajo esos paradigmas transitan sus perturbadas ensoñaciones de un poder que se expresa en asados y purgas. El resto apenas si es provocación y disfraz: un personaje que, antes de cumplir un año al frente del gobierno, se ha transformado en una maquietta de sí mismo.

Los días que fueron entre el cierre de octubre y lo que va de noviembre están llenos de acciones y gestos que sustentan esta afirmación: desde la rabieta que le costó el cargo a Diana Mondino hasta esa insistencia estéril de hacer que Karina recorra el país tratando de instalar a La Libertad Avanza y cosechando repudios y agresiones a donde quiera que vaya, pasando, claro, por la escofinada diaria que “el triángulo de hierro” le propina a Victoria Villarruel con el único objetivo de vaciarla total y absolutamente de cualquier poder (son tan brutales e ignorantes que hasta han mandado a estudiar si existe alguna forma de “echarla” de la Vicepresidencia).

Sumisión, violencia y acting: a eso, y nada más que a eso, se reduce el Gobierno que encarna el energúmeno. Y que, seguramente, seguirá ejerciendo en tanto la bicicleta sirva para que el mercado financiero pueda ganar 0,1% diario en dólares, una de las mayores estafas económicas que se hayan realizado en el país a lo largo de toda su historia. ¡Reíte de Cositorto!

Claro que esa vueltita es corta. El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca promete terminar con el caprichito de las tasas de interés a la baja que los demócratas obligaban a la Reserva Federal y el solo anuncio de esa posibilidad derrumbó las monedas de casi toda América del Sur. Sobre todo, en Brasil, donde el dólar llegó a los 6 reales alcanzando una suba de 13% en los últimos seis meses. Si los capitales golondrina que aletean en nuestro cielo decidieran volver a sus nidos estadounidenses, el plan Milei-Caputo empezaría a trinar.

Derecha diestra

La banca debe ser muy poderosa (digo “banca” en el sentido más amplio de la palabra): tanto que no podemos imaginar cuánto. Hoy hasta Mauricio Macri aparece respetuoso y mesurado, cediéndole a Milei un capital electoral que el libertario ni en sus mejores sueños húmedos alucinó conseguir. En un largo reportaje concedido a Joaquín Morales Solá -hombre que opera para la derecha desde los años del Operativo Independencia en Tucumán-, el expresidente arrancó enviándole un mensaje a sus votantes en el que los insta a “estar muy orgullosos de sus dirigentes” y pone de relieve “lo que ha hecho el PRO en estos 10 meses de Gobierno de Milei”.

“Es inédito en la historia de la política argentina -le explica a un Morales Solá un tanto azorado-. Nunca un partido que no es gobierno ha puesto todo como puso el PRO para que este Gobierno, hoy, esté saliendo de una crisis terminal a la cual estaba condenada la Argentina por el zafarrancho que hicieron Alberto, Cristina y Massa. Dejamos de lado el destrato y los problemas personales para ver cómo ayudar«.

Más allá de algunos negocios evidentes que el expresidente viene haciendo desde que instaló el “Pacto de Acassuso” (gracias al cual Milei se sentó en el sillón que nunca usó Rivadavia), es llamativo que quien había dado muestras sobradas de ser el político que más había crecido y madurado en la última década enjuague parte importante del poder construido en las aguas de un acuerdo de gobernabilidad en el que tiene muy poco que ganar y mucho que perder.

Los datos de encuestas recientes, como las de Circuitos, la consultora que dirige Pablo Romá, y la de Fixer (propiedad de tres ex asesores de funcionarios ultra PRO) ponen al partido que hoy conduce Macri con modestos porcentajes que van entre los 6 y los 10 puntos mientras que La Libertad Avanza ronda los 30 (punto más, punto menos). Si bien con las 10 unidades que conserva “El Calabrés” sigue “jugando”, es un verdadero desperdicio haber dilapidado no sólo el capital electoral que prestó para el triunfo libertario sino el que podría haber obtenido si lo hubiese golpeado cuando lo tuvo en el suelo.

Todos sabemos que no lo hace de buena persona que es ni porque comprende la naturaleza democrática de la alternancia… permítanme pensar, entonces, que también Macri tiene miedo. A la ferocidad descarnada con la que “El Papadas” ejerce el poder o, acaso, a alguna “deuda chica que sin querer se le haya olvidado”, cuyo pagaré sea celosamente guardado por el círculo rojo de las finanzas para hacerlo efectivo en el momento oportuno.

Little Big Horn

Fue una masacre. Casi como la que sufrió el coronel Custer a manos del jefe sioux Caballo Loco en la primavera de 1876. Utilizo el paralelismo porque, en algún momento, los demócratas llamaban “Crazy Horse” a Donald Trump. Y también porque su triunfo, su regreso a la presidencia de los Estados Unidos sorteando denuncias, juicios, amenazas, atentados y hasta un intento de golpe de Estado, debe ser leída en términos de que “la barbarie” parece empezar a ganarle a “la civilización” (Domingo Faustino… ¡qué cagada!).

El país interior, el de las fábricas, las granjas, el trabajo físico, las camisas de cuadros sudadas, los delantales de cocina, las tartas de manzana enfriándose en el vano de la ventana y la pelea por la supervivencia se impone al de las ciudades llenas de luces y vicio, de empleos con aire acondicionado; de glamour; de fentanilo; de derechos de segunda, tercera y quichiciéntima generación. Importan más los puestos de trabajo que tener un documento que te acredite como “no binario”. Y esto pareciera que no sólo ocurre en los Unites States.

La pertinaz insistencia de Occidente en mantener ese mundo bipolar en el que los poderosos se sienten cómodos comienza a derrumbarse desde adentro, desde sus propios cimientos. La evolución es tan vertiginosa que demuele derechos esenciales. Pero el hombre y la mujer tienen que comer. Y también que manejar ciertas certezas. La inestabilidad postmoderna es atravesada por reclamos que suenan conservadores, pero apenas si son el pan nuestro de cada día. “A la derecha, la digestión; a la izquierda, el apetito”, sintetizaba Victorien Sardou. La progresía ya no garpa.

Derecha Siniestra

No confundir: Trump no es Milei. Dirían en el barrio: es loco, pero no come vidrio (ni lo esnifa). Sin embargo, ambos coinciden en una cuestión central: los dos trabajan para la grandeza de los Estados Unidos.

Por esto último el gobierno libertario está de fiesta desde el martes a la noche. A lo cipayo, vio. Como pueden. Obligando a los funcionarios a vestir sendas corbatas rojas y a lucir sonrisas sobradoras como si fuesen parte constitutiva de un nuevo orden mundial que comienza a consolidarse. Todo es impostura. Una mascarada. Puro carnaval. Buena parte de las 48 horas que siguieron al triunfo lo gastaron en tratar de comunicar telefónicamente al libertario con su ídolo y líder estadounidense, pero hicieron sapo. “The Real Trump” estaba demasiado ocupado hablando con la “comunista” de Claudia Sheinbaum, a la sazón, presidenta de México. Mantuvo también una larga conversación conel presidente de El Salvador, NayibBukele y se comunicó con Justin Trudeau, de Canadá; el francés Emmanuel Macron y con Erdogan, de Turquía. Y hasta con un primo segundo por parte de mamá Trump que lo llamó para felicitarlo. Pero con Milei no.

Ante tremendo fracaso y para hacer como si,el entorno presidencial hizo correr la noticia de dos viajes que estaban preparando (uno para esta semana que comienza y que no sabemos cuánto le va a costar. Por el anterior pagó 38 millones de pesos). “Para que los amigos se reúnan”, ironizó alguien. Fuegos de artificio destinados a desviar la atención de la cuestión central: Milei y la Argentina, al norteamericano, le importan un comino… al menos por ahora.

“El regreso del guerrero”, como definió Jair Bolsonaro al resultado de las elecciones del martes (seguramente haciendo referencia más a sí mismo que al propio Trump), importa, esencialmente y en principio, hacia el interior de los Estados Unidos, en donde todo indica que se viene una purga que la de nuestra Cancillería va a parecer un cumpleañitos en salita rosa.

El Tío Donaldo ya había prometido en campaña que iba a ser “un dictador por un tiempo” y su dominio sobre ambas cámaras del Congreso sumado a su control de la Suprema Corte parecería estar habilitándolo a eso. La CIA, el FBI y el aparato de la Defensa yankee(que no son de Izquierda, precisamente), encabezan la larga lista de vindictas que armó el líder republicano mientas era perseguido en el llano. Algo huele a podrido en Washington…  puede ser el cagazo.

La Derecha Pusilánime

Primero fue el discurso brutal. La instalación de una gramática del odio desde los medios de comunicación masiva. Luego, el ejercicio del insulto, la naturalización de la agresión gratuita, la sinrazón de la violencia extrema. Y atrás, llegaron los oficiantes del desatino, disfrazados de community managers, ataviados de trolls. “Van a correr en culo”, auguraban, seguros en su anonimato virtual.

El triunfo de Milei los envalentonó. Y los ignotos tuvieron que salir a la luz. Un poco. Nada fuera de lo indicado en este mundo de redes… pero lo suficiente. Y ¡zás! Al dar la cara mostraron también sus verdaderos rostros. Primero Fran Fijap, escapando protegido por los services que lo acompañaban en sus incursiones destinadas a provocar marchantes, y ahora @La_Pistarini, un cobarde marca “me hago encima” que lo quiso boludear a Dillom, el rapero, y se comió los mocos de una manera que resultó entre graciosa y repugnante.

Todos estos guapos de redes; todos estos malevos 4.0 son, en realidad, la verdadera cara de una “derecha” que no le hace honor a su historia beligerante y cerril. Y muestran la clara posibilidad de que su líder, el presidente Milei, también sea un pusilánime con chaleco antibalas, incapaz de ejercer ni un uno por ciento de la violencia que provoca con sus discursos intempestivos y sus berrinches alucinados.

Por eso necesita de “Pepita la Pistolera” mandando policías y gendarmes poco seso a reprimir jubilados, al punto de provocarles una descompensación que los pone entre la vida y la muerte como pasó con Gerardo Mirkin, científico de la Universidad de Buenos Aires que en la marcha del último miércoles resultó víctima del accionar policial.

Si. De la policía de la Ciudad. Una ciudad cuya propaganda hace eje en la limpieza, pero tiene un jefe de Gobierno, un Macri oscuro, que cree que la pobreza es una enfermedad y que la ciudad es mucho más linda y limpia sin pobres.

El Centro Aderechado

Hace un par de semanas que la oposición en la Cámara de Diputados viene amenazando con que tiene el número para sacar una ley que le impida, al líder libertario, gobernar por decreto. Amagan, muestran la puntita del facón, van a los programas de TV, atiborran las redes sociales, fintean, piden una sesión extraordinaria para la próxima semana… todo muy bien, pero el poncho no aparece. Es como si algunos quisieran avisarle al gobierno que están en las ofertas del Black Monday; y que se apure a comprar porque el convite tiene fecha de vencimiento.

La respuesta (la formal, claro está… la otra se hace mano a mano) es la de siempre: apretar a los gobernadores advirtiéndoles que si sus diputados limitan el uso de los DNU y logran derogar el decreto que flexibiliza las condiciones para renegociar la deuda, que se olviden de las modificaciones que están pidiendo que el Ejecutivo incorpore al Presupuesto 2025.

Un ultimátum sin pies ni cabeza porque, La Libertad Avanza y sus aliados parlamentarios ya lograron suspender las dos últimas reuniones de la Comisión de Presupuesto y todo hace suponer que el Presidente, en el fondo, prefiere que ese mamotreto que presentó un domingo a la noche y por cadena nacional con bajo rating nunca se apruebe, lo que le permitiría seguir gobernando como hasta ahora.

Esta jugada de pillos tiene sentido porque, en realidad, muchos legisladores de los bloques PRO y Radical están pensando en teñirse de violeta en las elecciones de medio término de 2025. Para ganarse su lugar en el edén libertario, amenazan… y ceden. Se exhiben como dialoguistas, pero lo que están tratando de mostrar es su pertenencia a esa suerte de centro derecha que pretende ser la puerta de salida al brutal ajuste que viene imponiendo Milei.

Frederick Von Hayek dijo alguna vez: “Que los avances del pasado se vean amenazados por las fuerzas tradicionalistas de la derecha es un fenómeno de todos los tiempos que no debe alarmarnos. Pero si el puesto de la oposición, tanto en la discusión pública como en el Parlamento, terminase por ser el monopolio de un segundo partido reaccionario, no se podría conservar ninguna esperanza”. Sin embargo, ese sería el proyecto de muchos de los que hoy sostienen al gobierno de La Libertad Avanza: que “el psiquiátrico” haga los ajustes más tremendos para luego llegar ellos, moderados, correctos, finos, a administrar de manera mucho menos sanguinaria, pero manteniendo los privilegios de sus mandantes.

Tercera… ¿posición o postura?

Consagrada por la junta electoral del Partido Justicialista como presidenta del mismo, cargo que asumirá el próximo domingo 17, Cristina Kirchner ya ha iniciado una serie de acciones que van desde recibir a compañeros de diferentes provincias en el Instituto Patria hasta participar de reuniones con distintos sectores (esta semana fueron empresarios PyMes y un Centro de Recreación Infantil de Villa Caraza) para escuchar de boca de los propios actores sus preocupaciones y reclamos. Ha previsto, además, un acto multitudinario para los próximos días y más encuentros, en particular con estudiantes.

Esta manifiesta voluntad de ampliar y contener para “enderezar lo que se torció y ordenar lo que se desordenó”, según sus propias palabras, se da de bruces en algunos casos con las declaraciones de varios de los dirigentes más cercanos a ella que siguen metiendo el dedo en la llaga abierta por la interna, sobre todo con el gobernador Kicillof. Una de esas voces fue la de la senadora Anabel Fernández Sagasti quien sostuvo que «Cristina está muy dolida» por la falta de apoyo de Axel Kicillof y planteó una suerte de desagradecimiento del gobernador de la Provincia. La tensión contamina todo y augura fragmentación para las futuras elecciones intermedias, aunque todavía hay tiempo. Puede que la motosierra camporista se quede sin nafta. Y, también, que prime la sensatez en un tiempo en el que, como ha dicho la jefa espiritual de la agrupación, “no sobra nadie”. De otra manera estaremos una vez más para el cachetazo. Aviso que los más viejos ya no tenemos tiempo de esperar 18 años para que vuelva Perón.

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