11 de octubre de 2024

Radiografía inestable de dos argentinas

“La verdad es un cuento de ruido
y furia, contado por un loco”

William Shakespeare

Partida. Dividida con precisión. Quebrada. Rota. La Argentina de Milei (la Argentina de los patrones de Milei, mejor dicho) es siempre dos países.

Uno, el de la esperanza, del sueño, de la fe, del ascenso social, del trabajo que enaltece, de la dignidad y la alegría. Ese que se levanta como una ola de quimeras bordada de sonrisas de niños, de ojos con brillo, de cachetes rellenos con cuatro comidas diarias, de guardapolvos blancos, de sudor laburante, de manos callosas que pueden ser suaves en la caricia.

El otro, el de la oscuridad, el miedo, el hambre, la tristeza, el desempleo, la panza vacía como los bolsillos, la violencia, la inseguridad a la vuelta de la casa… de los que todavía tienen casa, las familias durmiendo en la calle, comiendo de los tachos de basura. La Argentina de los pibitos con los ojos opacos y las manitas extendidas pidiendo una moneda.

Hacia este último país nos empujaron 36 senadores el miércoles último a la noche, cuando la mitad exacta de la Cámara Alta del Congreso de la Nación votó la denominada Ley Bases bajo la falsa premisa de “otorgarle herramientas” a un presidente que, sonrisa perversa en ristre, se jacta de ser un topo que viene a destruir el Estado desde adentro.

En una jornada larga, tachonada de infamias y corruptelas, con una veintena de legisladores que apuntaron con la lisa y terminaron tirándonos con la rayada -si nunca jugaron a las bochas no van a entender la metáfora-, con opositores de papel maché húmedo todavía y una Vicepresidenta de la Nación que, al tanto del poroteo, se pasó 12 horas votándose encima, una piara de traidores a la Patria entregaron a nuestro país a las fauces siempre voraces del mercado internacional.

Eso sí: ¡ofendidísimos! Porque se los señala de esa manera. Intentando elaborar un discurso limpiar su honra avasallada. Aclarando: “nunca he traicionado… ni volveré a hacerlo”. No es chiste: el senador radical Pablo Blanco, de Tierra del Fuego, explotó en un sentido speech que advertía, mientras levantaba el dedito: “No le voté facultades delegadas al gobierno anterior y tampoco se las daré a éste. No confío en quienes le hacen trampa a la propia Constitución Nacional”. Pero, a la hora de la votación en particular, votó las facultades delegadas con las dos manos.

Corrupción a cielo abierto

La frase “para los senadores tengo la Banelco”, acuñada por el ministro Mario Alberto Flamarique durante el gobierno de Fernando de la Rúa, sobrevoló la sesión del 12 de junio sólo que, en esta oportunidad, la tarjeta decía UNESCO. Una senadora con síndrome de borocotoxis, sin terminal política, patria ni bandera, en sus últimos dos años de mandato, con menos posibilidad de repetir (va por su segundo período) que si cursara el secundario en la provincia de Buenos Aires, fundadora de la agrupación Ubi et Mea (“Dónde está la Mía”, pero en latín) negoció, a cambio de su voto positivo, que Milei le cumpliera un sueño de la niñez: ser embajadora argentina en la UNESCO.

Denuncias, desmayos, voces alteradas, gentes santiguándose… todo al pedo. Si algo ha demostrado el oficialismo es que le importa tres carajos, como suele repetir el Presidente. TODO le importa tres carajos. El reglamento de las cámaras legislativas, la Constitución Nacional, la opinión pública que no pase por las redes que domina Javier Milei con su admirado Elon Musk. Por eso sobornan a cielo abierto. Y como para que nadie ignore que han corrompido a una senadora o a un gobernador, los exponen. Muestran el momento de cohecho. Se regodean exhibiendo la foto en la que los corrompidos dejan los dedos pegados… Dicen que el diablo escoge bien a sus rehenes. El líder libertario aprende rápido. Además de llamarlos ratas, prueba que son unas ratas.

Por eso horas antes de que la senadora Lucila Crexell levante su mano para consolidar ese latrocinio inconstitucional que es la Ley Bases, Cancillería filtró el memo en donde se solicitaba el “correspondiente dictamen jurídico” para requerir al Honorable Senado el acuerdo “para designar como Embajador Extraordinario y Plenipotenciario a la señora Carmen Lucila Crexell”.

Si pensaban que con esto me iban a amedrentar, o me iban a correr de mis convicciones -se apuró a explicar la futura embajadora ante la UNESCO- lo único que han logrado es fidelizar mi voto al compromiso asumido”. Clarito: yo ya arregle y voy a cumplir con lo que pacté. Porque de convicciones, esta muchacha que ha pasado por tantos espacios que le disputa el título de tránsfuga a Patricia Bullrich, de convicciones nada.

Traiciones eran las de antes

¿Es la única? Para nada. ¿La más importante? Tampoco. Sólo un peldaño más en el descenso a los infiernos del descrédito y la desconfianza en la política. Otro eslabón en la cadena que inició en enero el gobernador tucumano Osvaldo Jaldo cuando rompió el bloque de Unión por la Patria para acompañar a Milei con el primer mamotreto de la Ley Bases. Y, de pasada, explicar su cambio de vereda.

No habré de contar todas las agachadas; la mochila con la que un diputado de la prosapia de Ricardo López Murphy llegó a una reunión con Martín Menem, presidente de la Cámara de Diputados (hay que comprenderlo al Bull Dog, es un político de muchos años, probablemente haya creído que se la iban a dar viva); el revoleo de miles de millones en obras públicas -que, hipotéticamente, estaban frenadas- para los gobernadores “amigos” o el carguito que parece que ligó Edgardo Kueider, senador por el justicialismo entrerriano que, junto con su par “Camau” Espíndola, navegaron por arribita la ola de la lealtad partidaria para arrojarse a los cálidos brazos de doña Corruptela.

Kueider es sospechado de haber “vendido” su voto positivo a la Ley Bases a cambio de ejercer el control en las designaciones de delegados de la empresa hidroeléctrica Salto Grande, de acuerdo a lo publicado en el Boletín Oficial tras la sesión de la Cámara alta.

Escándalo. El presidente del PJ de Paraná, Jorge “Kinoto” Vázquez (¿será cierto que su apodo se debe a que es dulzón por afuera y muy ácido por dentro?) pidió la expulsión partidaria; el ex gobernador Gustavo Bordet, que fue quien lo impulsó al cargo, tomó distancia asegurando que “hace tiempo que no coincidimos” y hasta la mismísima Cristina Fernández de Kirchner lo crucificó.

Nada. Una traición módica de un entrerriano menor que arregló con el gobernador Frigerio y, seguramente, en poco tiempo más lo veremos militando las filas del PRO macrista, como a Pichetto y otros tantos.

¿Por qué digo módica? La historia es pendular. Esto que hoy estamos viviendo ya se vivió con otro paisaje, con otros ropajes y con otros modos. Pero con el mismo fin.

Perdía Mitre la batalla de Pavón. Su ejército se había desbandado. El propio general galopaba a campo traviesa para llegar hasta los barcos que lo llevarían nuevamente a la seguridad de Buenos Aires cuando Urquiza hizo caracolear a su caballo y comenzó a retirarse al paso… como para demostrar su desprecio. En el giro de aquel caballo también nuestra historia daba un giro, mejor: un vuelco.

Nunca se sabrá a ciencia cierta los motivos que llevaron a Justo José de Urquiza a semejante renuncia. Hay, sí, versiones que nos hablan de un misterioso estadounidense de apellido Yatemon que cruzó, la noche antes de la batalla, de un campamento a otro y se reunió con el jefe entrerriano.

Con estos datos en la mano uno podría llegar a pensar: si en busca de su seguridad personal y la de su familia, del resguardo de su fortuna y de su poder político en Entre Ríos, Justo José de Urquiza, presidente de la Confederación Argentina entre 1854 y 1860, el único hombre que logró trasladar el poder central de Buenos Aires a Paraná, el vencedor de Caseros, cedió a las presiones de un enviado norteamericano qué podría pasar hoy con senadores que no tienen un anclaje real ni con su pueblo ni con un partido político. Que están ocupando una banca sólo a título personal y que le tienen terror al moderno Yatemón que se llama Elon Musk y no necesita cruzar de campamento a campamento porque opera por redes sociales que le pertenecen. Una traición módica de un personaje menor que ni siquiera correrá la ventura histórica de que lo asesinen: apenas si será devorado por el olvido.

El Palacio y la calle

La cosa empezó temprano porque las “fuerzas” (así las denomina la ministra y se reconocen entre ellas) no iban a permitir que les tomaran la calle y los inhabilitaran, como en ocasión de la movilización por las universidades públicas y antes, el 24 de enero, con el Paro Nacional.

Carlos Castagneto, legislador por la provincia de Buenos Aires, fue el primero en ser “gaseado”. Su propia teoría es que Patricia Bullrich estaba viendo el operativo desde el centro operacional y cuando vio que llegaban diputados dio orden de reprimir. Así desató la violencia y logró que algunos grupos que se estaban acercando a la Plaza de los Dos Congresos, pegaran la vuelta.

A partir de ahí, la barbarie. De los dos lados. Más de uno que de otro, y no es necesario explicar de cuál, aunque muchos dicen que los violentos eran todos del mismo palo. Un auto volcado e incendiado propiedad del medio periodístico cordobés Cadena 3 . Piedrazos del lado de los manifestantes (?). Gases, balas de goma y chorros de agua desde los hidrantes de policía y gendarmería. Algunas fotos aparecidas en las redes muestran personas actuando, en un momento, como vándalos violentos y en otro, deteniendo a quienes sólo expresaban democráticamente su protesta por la Ley que se trataba en el interior del Palacio Legislativo.

Heridos de bala de goma, quemados por el gas pimienta, policías lastimados por los piedrazos, bombas molotov, vallas caídas/volteadas. Detenidos: 33 en total. Algunos por la Policía de la Ciudad. Otros por la Federal. El presidente congratulándose por la represión y el Gobierno calificando de “intento de golpe de Estado” a una protesta que no se diferenció de otras como la de diciembre de 2017 -cuando se trató la Ley de reforma previsional-, que produjo muchos más heridos y alrededor de 60 detenidos.

“¿Golpe de Estado?”, se preguntó con ironía la diputada Myriam Bregman, “Esta gente nos está tomando el pelo: si hubiera un Golpe de Estado, Villaruel ya lo hubiese apoyado”, satirizó. Y la verdad no estaba tan errada porque mientras policías y manifestantes chocaban en la calle, la vicepresidenta tuvo un “intercambio” con el senador Wado de Pedro en el que expuso su perfil autoritario.

En este marco se produjo una aparición rutilante, verdaderamente estelar: la del fiscal Carlos Stornelli que, como cada vez que se presenta, llegó para poner una cuota de injusticia a la confusión imperante. En alianza estratégica con la jueza Servini (otrora Barabarubudía, según Tato Bores) y, con la complacencia del juez Casas de la Justicia de la Ciudad que se inhibió, rechazó las excarcelaciones de 16 de los detenidos imputándolos de “lesiones”, “daños simples y agravados”, “incendio o estrago”, “delitos contra la seguridad pública”, “instigación a cometer delitos”, “intimidación pública” entre otras cosas, tipificaciones propuestas por Stornelli quien consideró que deben investigarse como “alzamiento contra el orden institucional”: más claro, lavalo con jabón blanco.

A esta altura de la soirée, el diagnóstico es de libro: con estas medidas se busca amedrentar a la sociedad. Disciplinarla. Someterla. Que nunca más nadie vaya a una marcha. Porque no resisten al Pueblo en la calle.

Aunque también es cierto que, considerando las acciones represivas del viernes por la tarde en una feria de la Villa 1-11-14 del Bajo Flores, que dejó heridos graves, probablemente estén, también, buscando un muerto… o más. Y no es porque lo diga yo.  Amnistía Internacional pidió a los países del G7 reunidos por estas horas en Italia, que «aborden la situación de los derechos humanos en Argentina«

Fiel a sus palabras, Patricia Bullrich le envió a la Cámara de Senadores, el costo del operativo del miércoles: alrededor de 120 millones de pesos. Un vuelto para Villarruel.

Lo que vendrá

El proyecto de ley vuelve a Diputados y con eso se abre una nueva discusión y, acaso, un nuevo conflicto. El oficialismo ha advertido ya que intentará recuperar algunas de las cosas que perdió en el camino de la negociación/corrupción: el tema de Ganancias, el de Ingresos Brutos… cuestiones que, algunos sostienen, al haber sido rechazadas, no se podrían tratar.

Los libertarios, que en la voz del Jefe de Gabinete Guillermo Francos admitieron que esto sería, de alguna manera, “manosear el reglamento”, se aferran a un pretérito acuerdo entre presidentes de ambas cámaras que permitiría “retocar” el texto cuando no se rechaza la ley en su conjunto.

Esta idea ha convertido al bloque radical en una bolsa de gatos con un perro adentro. Y amenaza con provocar un sisma en las alianzas imprescindibles para que la vida parlamentaria siga siendo feliz para el presidente Milei. La amenaza es “si rompen estos códigos, que se preparen para no conseguir ninguna otra ley que venga del Ejecutivo”. En un par de semana, veremos.

Mientras tanto, los mercados se muestran lábiles: arrinconaron al Gobierno hasta el día de la votación en el Senado, respondieron positivamente el jueves, con acciones de argentinas en alza y el descenso de casi 100 puntos para el riesgo país que se situó por debajo de los $ 1.400, y el dólar azulado bajó a 1.245. Les duró poco, al día siguiente, en el cierre de la semana, el blue había vuelto a $ 1.280, el Banco Central debió vender 121 millones de dólares y el Merval presentaba una baja de 1.4%. Nada es eterno. Pero los operadores sostienen que el alza del jueves se debió más a que los chinos aceptaron prolongar el swap por un años que a resultado del de la Ley Bases. Eso sí: una de las condiciones para extender el préstamo oriental es que Milei viaje a “entrevistarse” Xi Jinping y le haga un par de reverencias.

El mandatario argentino, mientras tanto, sigue su periplo en el avioncito de la alegría. Estuvo en Italia, en la reunión del G7 (a donde viajó sin su Canciller), saludándose con Joe Biden que, por lo que pudo verse, no debe saber muy bien a quien saluda; cruzándose con el Papa Francisco, que pareció decirle “correte”, cuando Milei intentó abrazarlo; reuniéndose con Kristalina Giorgieva quien aseguró que ellos dos se entendían en “la transparencia” (será por Cristalina, porque por lo demás…) y fotografiándose con Giorgia Meloni, acaso su peor derrota de la gira ya que la imagen, levantada por la oficina de la Presidenta del Consejo de Ministros de Italia, se olvidó de borrarle la papada a “Javi”.

 Partió luego presto hacia Suiza para asistir a la Cumbre Global por la Paz que organizó Volodimír Zelensky (probablemente el mayor oxímoron del año) quien lo distinguió con la “Orden de la Libertad” en agradecimiento por el apoyo brindado por nuestro país sumándose al Ukraine Defense Contact Group, un armado internacional que coordina la ayuda militar y humanitaria a Kiev.

El acuerdo, realizado a espaldas del pueblo argentino y del Congreso, fue firmado por Luis Petri quien no sabemos de qué se disfrazó para la ocasión.

Así, entre corruptelas y traiciones, con Villarruel desempatando de penal, Bullrich fibrilando de placer por la represión, Pettovello sumando un hombre de Macri para que sea su mano derecha (siendo del PRO, no va ser la izquierda), denunciada porque la leche enviada a Mendoza para que CONIN la distribuya (el 41% del paquete total) está siendo vendida por internet, la Chuchi arreglando otra vez con los poderosos y Milei en el aire (cuando no), termina esta semana, la más victoriosa en lo que va del Gobierno.

Dice el general Pirro que no se ilusionen, que aprobada la Ley de Bases, empieza el tiempo de descuento.  

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