Por OCIPEx.
La campaña de vacunación ha avanzado en Argentina. Sin embargo, aún persisten profundas desigualdades a nivel global en la distribución de la vacuna contra el covid-19. Del total de dosis administradas en todo el mundo solo 0,3% ha ido a los países de bajos ingresos, y más del 79% a los países de ingresos altos y medianos altos. Si bien la Organización Mundial de Salud (OMS) ha fijado como objetivo vacunar al 40% de la población de los países de ingresos bajos y medianos bajos antes de que termine el año, esto parece imposible frente a la concentración de vacunas en los países ricos.
Una de las propuestas para solucionar la injusta distribución ha sido la suspensión temporal de la patente de la vacuna contra el coronavirus para que esta pueda ser producida localmente. Este es un mecanismo previsto en los ADPIC (Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio) en caso de emergencias y crisis sanitarias. Sin embargo, esta iniciativa de India y Sudáfrica, que ha contado con el apoyo de muchos países del mundo, incluida la Argentina, está archivada entre los mecanismos burocráticos de la OMS.
Ahora bien ¿por qué las corporaciones no quieren liberar las patentes de la vacuna? Porque las empresas buscan monopolizar los multimillonarios ingresos que genera la vacuna para el Covid-19. Para muestra hace falta un botón. Según su último balance presentado ante la U.S. Securities and Exchange Commission (SEC), Pfizer estima ventas en 2021 por U$D 15.000 millones de su vacuna elaborada en colaboración con BioNTech, con base a los acuerdos vigentes. Esto representa un incremento del 228% en las ventas de este insumo, respecto al 2020.
Estas proyecciones se basan únicamente en las 1.400 millones de dosis pactadas. En consecuencia, el incremento de las ganancias podría ser mucho mayor si se tiene en cuenta que planean aumentar la producción de dosis hasta 2.500 millones para fin de año. Liberar la patente de la vacuna o que el mercado no se circunscriba a un puñado de empresas, representa una amenaza a estas potenciales ganancias. En este sentido, en 2020, Pfizer tuvo ingresos por u$41.908 millones. La empresa proyecta aumentar sus ingresos a u$61.000 millones este año, un 45% más que el año anterior.
En los últimos 20 años, la industria farmacéutica global ha estado regida por estándares de mercantilización, rentabilidad y concentración de la riqueza. El mercado global de medicamentos y vacunas tiene ventas de u$1.204,8 anuales con tasas de crecimiento por encima del 10% y márgenes de rentabilidad del 70%. Los 20 principales laboratorios se encuentran en EEUU y Europa y representan el 60% del total de las ventas de la industria. Las corporaciones farmacéuticas se especializan únicamente en el desarrollo de medicamentos altamente rentables y de venta masiva. Además, las corporaciones farmacéuticas han reemplazado la inversión en I+D por la inversión en marketing y publicidad. En los primeros 9 meses del 2019 el gasto en publicidad fue de $4.54 mil millones de dólares. Los balances de Biontech del 2020 muestran una inversión junto a Pfizer en I+D por aproximadamente u$800 millones. Las ganancias esperadas solo para este año son casi 20 veces más grande que la inversión en I+D.
Frente a esto la OMS ha creado la iniciativa COVAX cuyo fin es proveer de vacunas a los países de menores ingresos y depende de la donación voluntaria de los países ricos. Sin embargo, el mecanismo no cuenta con los suficientes recursos y hasta el momento no ha podido garantizar el suministro a los países de ingresos medios y bajos, no es de interés para las corporaciones suministrar vacunas sin obtener ganancias. Además este tipo de iniciativas, que apelan a la buena voluntad de las empresas, no cuestiona las barreras que dificultan la producción de vacunas, medicamentos y otros desarrollos biotecnológicos: los derechos de patente y propiedad intelectual, que en la práctica se traducen en monopolios que se rigen por los (ADPIC) de la Organización Mundial del Comercio.
Argentina se encuentra actualmente entre los países que han suministrado la mayor cantidad de dosis por cada 100 habitantes. Pero no han sido las corporaciones farmacéuticas las que permitieron que hoy 23.228.495 de argentinos y argentinas cuenten con un esquema de vacunación completo. Fue por el contrario, la cooperación entre Estados, en particular la cooperación con la República Popular China y la Federación Rusa, con quienes firmamos en 2014 y 2008 -respectivamente- una Alianza Estratégica Integral; sumado a una política exterior activa que elevó la soberanía y el bienestar del pueblo argentino como valores fundamentales, lo que nos permite pensar en una salida de la pandemia.
La desigualdad entre Estados y corporaciones se profundiza y la pandemia lo ha puesto en evidencia. Frente a esto, robustecer nuestros Estados y construir lazos de cooperación con todos aquellos países que busquen discutir las reglas globales y que nos permitan a los y las argentinas avanzar en la concreción de un proyecto de país con trabajo, distribución de la riqueza y empleo requiere de la jerarquización y ejecución de una política exterior soberana.
* Columna del observatorio OCIPEx.
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