La falta de dólares y el sobreendeudamiento ya golpean a las empresas

El fantasma del default privado recorre la Argentina. Las empresas sobreendeudadas en dólares empezaron a no hacer honor a sus compromisos y crecen los indicios de fragilidad financiera generalizada. Este escenario es similar al de 2017, previo al salvataje que hizo el FMI tras el festival de deuda de los dos primeros años del gobierno de Mauricio Macri.

Un informe del análisis de la cuenta corriente cambiaria del último año elaborado por el Instituto Argentina Grande (IAG), en base a datos del Banco Central, da cuenta que la dinámica actual es idéntica a la de 2017-18: un déficit de cuenta corriente sostenido por la cuenta financiera. La novedad en este caso, señalan, está dada por el ajuste permanente que significa el superávit primario y la ausencia de una devaluación de la misma magnitud.

Hernán Herrera, politólogo especialista en política económica e investigador del IAG, señaló a Deuda Prometida que por ahora no ve un crecimiento mayor al de otros momentos. “Es un endeudamiento clásico que se vio muchas vece en Argentina: fin de la regulación de la balanza de pagos y apertura de la cuenta financiera. Ya lo vimos y siempre salió mal, en la dictadura, con Menem, con Macri y ahora”, analiza, y enumera los factores por los cuales el endeudamiento generalizado no entró en crisis antes: “primero había cepo, salimos con un parking capitales externos con límite de seis meses que enseguida se lo sacaron para poder volver a pedir deuda al colocar los Bonte y meter los REPOs”.

Si bien el endeudamiento privado en dólares muestra cifras preocupantes, Herrera considera que la deuda no llegó a un desborde, “aunque se está yendo hacia ahí”. “Recién ahora se está acelerando. El FMI le puso una meta de reservas que el gobierno no cumplió, estamos US$ 4.000 millones debajo de lo que nos piden. Pero lo importante es la calidad de la deuda y qué sentido se le da: si es para que los negocios funcionen o para que haya más deuda. El 45% deuda está tomada en moneda dura. Incluso en ese escenario es posible mejorar tasa y plazo porque no se aumenta el riesgo, pero no lo están haciendo”.

En este esquema, las empresas privadas endeudadas en dólares empezaron a entrar crisis y muchas de ellas cerraron. “Algunos creyeron en un modelo que mostraba el gobierno de rápido crecimiento. Tomaron financiamiento para hacer negocio real más de lo que lo necesitaban porque sucede que ahora la rentabilidad financiera es mayor que la productiva”, opina Herrera.

“Estas empresas están en una estrategia equivocada, con un Estado atrás que hablita a hacer ese juego, no las regula con el fin de que no se apalanquen con fragilidad, sino todo lo contrario. Después quiebran, los empresarios abren otras empresas, los trabajadores quedan en la calle, lo que a su vez repercute en el resto la economía con salarios frizados y desempleo”, sostiene.

A la falta de dólares endémica, se le suma un dato preocupante: según el INDEC, las importaciones en mayo llegaron al 73%, un récord impresionante de bienes de consumo finales. Otra sangría de dólares. “No hay inversiones, no hay ni derrame”, sintetiza Herrera.

El único sector dinámico sigue siendo el energético, vinculado a los hidrocarburos, cuyo despegue comenzó con la estatización del 51% de YPF que permitió la exploración no convencional en Vaca Muerta en 2012. Sin embargo, esta política iniciada por la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, ahora también está en peligro, a partir de esta fragilidad financiera del sector privado.

En junio, dos empresas vinculadas a Vaca Muerta cerraron sus puertas. La petrolera Aconcagua entro en default y anunció que «inicia un proceso integral de reestructuración» de sus deudas y NRG, la principal proveedora de arena de Vaca Muerta, insumo clave para el fracking, pidió el concurso de acreedores. “Este modelo se cae”, advirtió la expresidenta por audio de whastapp a los argentinos que se congregaron el miércoles en Plaza de Mayo.

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