En un fallo que reaviva las denuncias por persecución política, la Corte Suprema de Justicia selló este martes la proscripción de Cristina Fernández de Kirchner, al dejar firme la condena en su contra en el expediente conocido como “causa Vialidad”. Con las firmas de Horacio Rosatti, Carlos Rosenkrantz y Ricardo Lorenzetti, el máximo tribunal confirmó la pena de seis años de prisión y la inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos.
La resolución, tomada sin debate público, desató una ola de críticas desde el oficialismo y sectores del peronismo, que acusan a la Justicia federal de operar como brazo político del poder económico. Para esos espacios, se trata de un nuevo episodio del lawfare en la Argentina, una estrategia de disciplinamiento político a través del uso selectivo del aparato judicial.
El argumento central de la Corte fue que el recurso extraordinario presentado por la defensa carecía de solidez jurídica. En el texto oficial se afirma que hubo “falta de fundamentación autónoma”, al considerar que los planteos de Cristina no abordaron de forma puntual los fundamentos de los fallos anteriores y que repitieron críticas de carácter general.
La expresidenta, que había oficializado su candidatura a legisladora bonaerense por la Tercera Sección Electoral, queda así legalmente impedida de competir. La sentencia no solo convalida el fallo del Tribunal Oral Federal N.º 2 y la Cámara de Casación, sino que también descarta todos los cuestionamientos que la defensa venía sosteniendo desde el inicio del proceso: desde la falta de imparcialidad de jueces y fiscales hasta la introducción irregular de pruebas.
La Corte incluso negó que se tratara de un caso con gravedad institucional, al sostener que “no se afectaron garantías constitucionales ni se alteró el equilibrio democrático”.
El texto completo del fallo ya se encuentra publicado en la web oficial del tribunal, pero sus repercusiones recién empiezan. En un año electoral donde la polarización vuelve a marcar el ritmo de la política nacional, la exclusión de Cristina de las urnas reconfigura el tablero y profundiza la desconfianza hacia una Justicia que cada vez más se presenta un poco más aliada del poder real.
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