7 de septiembre de 2024

El avistaje de ballenas de Chubut, único en el mundo

Toda visita invernal a Chubut, particularmente en plan de vacaciones, se completa con el emblemático avistamiento de ballenas, gigantes acuáticos de hasta 40 toneladas y 15 metros de largo. El 15 de junio se dio inicio a una nueva temporada de esta experiencia, con la particularidad de que coincidió con los 40 años de la puesta en marcha de la actividad como propuesta turística.

En paralelo a la apertura de la Temporada de Ballenas 2023 comenzó la “Semana de las Ballenas en Chubut”, una iniciativa que incluye acciones de sensibilización como muestras fotográficas, alternativas lúdicas y sorteos. Se extenderá hasta el 22 de junio, mientras que el período propicio para el avistaje concluirá en diciembre, al igual que todos los años.

Las protagonistas de este espectáculo natural son las ballenas francas australes, las que realizan piruetas y explosiones de espuma en torno a las lanchas, o desde las playas de la Península Valdés. Justamente el Área Natural Protegida Península Valdés es de los pocos lugares del mundo donde es posible observar a estos grandes mamíferos en plena actividad. Se accede desde la localidad de Puerto Pirámides, donde abundan opciones de avistamiento embarcado. Estas excursiones tienen una duración promedio de dos horas.

Bosque petrificado Sarmiento

Otra de las propuestas que no pueden faltar en todo itinerario de disfrute y descubrimiento es una recorrida por el Bosque Petrificado Sarmiento, que en su tipo es el más grande del mundo. Entrar en este rincón sureño del mapa chubutense es aventurarse en un paisaje de ecos fantásticos, en el que desde hace 65 millones de años los restos de un verde y pantanoso bosque permanecen convertidos en piedra.
Se accede al Área Natural Protegida Bosque Petrificado Sarmiento desde la localidad homónima, que se ubica a 28 km. Quienes llegan al sitio se encuentran con un inmenso escenario de 300 km cuadrados que remite a clásicos de la ciencia ficción. El suelo es arcilloso, repleto de cantos rodados y ceniza volcánica, una fusión que consolida su impronta irreal.

Además, a lo largo del tour se dispone de miradores que invitan a observar el impresionante Valle Lunar. Es una vista excepcional, en la que millares de ramas y troncos petrificados multiplican la sensación de extrañeza del conjunto, en una composición que reluce gracias a una atractiva combinación de tonos amarillos, rojos y marrones.

Esquí en La Hoya

La nieve mejora como ningún elemento el viaje invernal. En Chubut, a este bonito fenómeno se añaden las actividades que ofrece un centro de esquí como La Hoya durante toda la temporada del frío, que se extiende hasta octubre.

El predio presenta opciones para todos los niveles de experiencia. Tiene 30 pistas que se encuentran al resguardo del sol gracias a un diseño que aprovecha la disposición natural de la montaña. De este modo garantiza la nieve en polvo, que no se acaba ni se humedece.

Otra de las curiosidades del centro es que todos los circuitos de esquí confluyen en un mismo punto. Esta característica otorga un marco de seguridad a las familias, para que lo pasen bien con mayor tranquilidad. Se accede desde la ciudad de Esquel, la que se ubica apenas a 12 km.

Ritual del té galés

El sello cultural de las comunidades galesas que florecieron en el Chubut de antaño se reedita cada día en una serie de vistosas casas de té. Ingresar a cualquiera de estas tiendas equivale a cruzar el umbral del tiempo para entrar en contacto con la costumbre local, sus colores, delicias y aromas, en un ejercicio de estímulo multisensorial.

En pleno invierno la experiencia amplía su atractivo en contraste con las temperaturas imperantes. Así suele ocurrir al observar el servicio de té, con sus blends intensos y particulares teteras de porcelana, las que se presentan cubiertas en tejidos de lana para conservar el calor de esta infusión.

El legado de las colonias se materializa en forma de pan casero en rebanadas, mermeladas, tartas de crema o manzana, scones, tortas de nuez, chocolate o limón y por supuesto, una legendaria torta galesa para fotografiar, postear y saborear.

Viajar en un tren a vapor

Desde la ciudad de Esquel se accede a la línea de ferrocarril La Trochita. Con sus locomotoras antiguas y vagones de madera, es un tren que invita a vivir una aventura hacia el pasado, con la cordillera de los Andes como única constante en esa larga continuidad.

En los meses de invierno la experiencia se disfruta con una taza de café caliente y otras delicias en su vagón comedor. Una estufa a leña original tipo salamandra contribuye a templar el ánimo del pasaje.

Además, hay guías a bordo que brindan información sobre las raíces de la línea, en una historia que conecta la inmigración galesa con la promesa de integrar la Patagonia a una red ferroviaria de alcance nacional.

Actualmente uno de sus recorridos sale de la estación Esquel rumbo al paraje Nahuel Pan, territorio de la comunidad homónima, de origen mapuche-tehuelche. Allí, el tren se detiene 45 minutos, ventana ideal para visitar el museo y las coloridas ferias locales.

Del 11 al 30 de julio esta formación partirá a las 10 todos los martes, jueves y sábados, con regreso a las 13. Luego, entre el 1° y el 23 de agosto, se podrá viajar los sábados en el mismo horario.
La alternativa es El Maitén – Desvío Thomae, que en julio operará de martes a jueves a las 14, con retorno a las 16. En todos los casos es conveniente reservar con anticipación.

Puerto Madryn

Como broche de oro, unos 82 km al norte de Rawson reluce Puerto Madryn, una ciudad que National Geographic recomendó como destino turístico imperdible, sobre la base de sus rutas y recorridos naturales.

Según la organización internacional, la Ruta del Mar Patagónico es parte de los hitos madrynenses, en una propuesta de aventura a lo largo de 1.500 km de costas que también incluye otras localidades y provincias.

En cuanto a Puerto Madryn, National Geographic a su vez recalcó las oportunidades que ésta otorga a quienes buscan realizar prácticas de buceo. Es una actividad que se aprovecha mejor entre abril y septiembre, como parte del amplio catálogo invernal que todo Chubut despliega ante sus visitantes.

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