“¿No crees que el payaso se ríe de ti?”
John Lennon
“Con una rubia en el avión” cantaba un grupo llamado Los Ladrones Sueltos en el mismísimo cenit de los dorados 90. Al buen entendedor debería alcanzarle con esta primera frase de la nota para hacer síntesis de lo que viene: Rubia, Avión, Ladrones Sueltos, década del 90… ¿Qué otras señales tengo que ofrecerles para significar este remake de menemismo sin seducción y sin política que protagonizan Javier Milei y sus Palermo Sensible Globetrotters? Apenas sutiles diferencias como aquella “Iuyito” González treintona, que rechazaba los avances y propuestas matrimoniales de Carlos Primero de Anillaco y esta Yuyito González de hoy, que ya pegó la vuelta, mudándose a Olivos y contando, casi en secreto, que “con Javier ya estamos casados, ante Dios y entre nosotros… No nos entran balas”.
Hablando de balas, todo indica que al Presidente sí le están entrando. Por lo menos 10 encuestas (algunas de consultoras afines al gobierno) le dan una caída abrupta en su imagen: entre 4 y 10 puntos en un mes. La medición de Poliarquía, una de las firmas más vinculadas al empresariado y los espacios de centro derecha, lo pone 7 puntos debajo de los sondeos del mes anterior. Fantino -su inventor, podría decirse- lo critica duramente en la pantalla de Neura (que tantas veces proyectó reportajes llenos de arrumacos). Y, por primera vez, el fantasma del desempleo adquiere mayor relevancia que la inflación. ¿Serán los 3,4 puntos del PBI que cayeron en el primer semestre? ¿O será la crueldad de festejar con un asado haberles negados 15.000 pesos de aumento a los jubilados? ¿Acaso la pobreza que creció a un 52,9% según el INDEC libertario? ¿O, sencillamente que no hay un miserable peso (menos un dólar) en la calle? “Un mix de todo”, sintetizaría el amigo Sebastián Fernández -para nosotros @rinconet-, en sus celebradas encuestas.
Córdoba se incinera en llamas que evocan viejas fantasías infantiles sobre el infierno. La Argentina toda arde de rabia y de frustración. “Un río subterráneo de bronca”, describe Eduardo Aliverti en su exquisito análisis semanal; un torrente de indignación que, me temo, no va a desembocar en nada bueno. No hay -no se percibe, al menos- una dirigencia preparada, apta, entrenada y comprometida para guiar esa potencia demoledora a las aguas mansas de la reparación. El incendio y sus vísperas huelen a otros fuegos, a otras violencias. Suena el “que se vayan todos” como música de fondo y la sociedad, la políticamente activa, se fragmenta y proyecta en una suerte de remake de las tristes jornadas de 2001.
El tonto en la colina (The fool on the hill)
Verlo a Javier Milei tocando la campana para dar inicio de la jornada de la Bolsa de Nueva York; ver esa sonrisa lasciva de adolescente entre el éxtasis y la concupiscencia, la verdad, da vergüenza ajena… y también cierta repugnancia. Pero cuando escuchamos su discurso en ese tugurio de timberos profesionales, donde el más lento caza moscas con palitos de comer sushi (disculpe señor Miyagi por robarle la metáfora); cuando vemos la seriedad impostada y la cara de yo-me-las-se-todas que utiliza para decir, por ejemplo “la inflación venía corriendo a un ritmo del 1% diario. Eso es cerca de 3700% anual. En los primeros quince días de diciembre ya corría a un ritmo el 7500% anual, y la inflación mayorista -del mes de diciembre- se había ubicado al 54%, lo cual -anualizado- daba 17.000%”, entonces la vergüenza se vuelve azoramiento e, ipso facto, torna en furia sorda que remata con un profundo hastío.
Aburre. A esta altura de la soirée, uno supone que ya debería haber aggiornado su discurso o que, al menos, tendría que tener en cuenta el público al cual va dirigido. Porque creer que les va a hacer trampa a los mayores tahúres del Planeta siendo él un economista de poca monta de un país emergente que, por esas cosas locas de la vida llegó a presidente, es bastante atrevido… y pueril.
La Bolsa neoyorquina le contestó como corresponde a tanta estupidez: hizo que las acciones líderes de Argentina cayeran hasta un 3,4 por ciento ese día. Como para advertirle que con ellos no se juega. Los aplausos fueron raleados y algunos de los empresarios que habían comprometido reuniones posteriores recordaron, de repente, al terminar el speech, que tenían que ordenar el cajón de medias de su vestidor y partieron raudos.
Todo lo que necesitas es amor (All you need is love)
Él, como nada lo amedrenta (no se sabe bien si por inconciencia, por ignorancia o por demencia) hizo su consabido show de pulgares con Elon Musk, que volvió a prometer inversiones en la Argentina(aunque, por ahora, sólo invierte en la China comunista), y después, se reunió, con… ¡nadie! Por lo menos hasta el día siguiente cuando llegó su gran patinada en la Asamblea de las Naciones Unidas: ¡otro horror!
Y no se trata de que la Agenda 2030 sea una panacea (que, al ritmo que vienen las cosas, ya es agenda 2045) ni que creamos que la ONU es el altar de la democracia, pero nadie toca la puerta de la casa de su vecino para pedir un poco de azúcar y cuando le abren dice: “¡Qué hacés, canalla corrupto traidor hijo de un camión de malas madres, me prestás…!”. O sea. Digamos.
Milei hizo más o menos eso. Rechazó el “Pacto del Futuro” (un intento del organismo de acomodar la discusión sobre un multilateralismo inevitable), los trató de “zurdos” y adelantó que Argentina “va a abandonar su posición histórica de neutralidad”. Lo increíble es que con esta postura se puso del lado de Rusia, Nicaragua, Corea del Norte e Irán, países a los que ha declarado detestar.
Detengámonos en el anuncio de que nuestro país va a dejar de ser neutral. Milei, desde hace tiempo ha manifestado una vocación beligerante que sólo se justifica en que alguienha llenado su cabecita débil con esa idea de que “la guerra es un buen negocio”, además de su conspicuo alineamiento con el gobierno israelí que, supongo, no le debe pedir tanto. A la compra de armamento bélico (tanques, aviones F16, etc.), el Presidente ha sumado su deseo manifiesto de pertenecer a la OTAN y su explícito apoyo a Ucrania, comprometiendo al pueblo argentino en términos bélicos y económicos.
En este punto se hace necesario comentar que, aunque no sea una noticia que se difunda demasiado, el gobierno argentino ya envió 19 misiones a Ucrania con más de 240 toneladas de alimentos y medicamentos. Sí: el mismo gobierno que se niega a repartir la mercancía acumulada para los comedores barriales y que recorta (y quita) las medicinas que necesitan nuestros jubilados.
Ahora supongamos que las intenciones belicosas del líder libertario se consumaran… los primeros en ir al frente serían esos jóvenes varones de entre 18 y 30 años que, según los analistas de LLA, constituyen “el núcleo duro” de sus votantes. Y ahí surge la gran pregunta: ¿qué opinarían estos muchachos de tener que ir a pelear una guerra ajena, a morir a una tierra desconocida por una causa que no les pertenece, lejos de sus familias, lejos de sus afectos, lejos de su amor?
Nene, eres un hombre rico (Baby, you´re a rich man)
No sólo de New York viven los funcionarios de este gobierno de embusteros pusilánimes. En CABA, más precisamente en Casa de Gobierno, el vocero desinformado Manuel Adorni adornaba (valga la redundancia) la nueva y fallida gira mágica y misteriosa (nadie sabe muy bien cuál fue el objetivo insondable del periplo) con fuegos artificiales y expectativas sobredimensionadas. Tan sobredimensionadas como su Secretaría que de Comunicación y Medios que, esta semana, pasó a integrar el puñadito de las que dependen directamente del Presidente, cosa que hizo que su titular (o sea él) alcance el rango de ministro… y el salario.
Una estructura de más de 100 cargos permanentes, subsecretarías, direcciones nacionales, sueldos que promedian en millón y medio de pesos y el suyo, que triplica la cifra. Manuel Adorni ha “crecido” en la estructura de ese Estado que vinieron a desarmar. Y goza de un presupuesto de unos 300 millones de pesos mensuales justo cuando… ¡no hay plata! Todo para armar conferencias de prensa en las que nunca responde preguntas importantes y financiar trolls tan burros que suben a las redes capturas de mensajes privados. Son, como dice mi querida Ivy Cángaro (periodista de investigación si la hay): “Son tipos que siempre salen movidos en la foto”.
Sin ir más lejos, en el día mismo en que se anunció que el índice de pobreza había alcanzado los 52,9 puntos (casi 25 millones de argentinos), y que el gobierno de Milei había duplicado la indigencia, llevándola a 18,1%, Adorni usó su encuentro cotidiano con los periodistas para decir que era culpa “del populismo”, fruto de la “peor herencia que recibió un gobierno”, volver a mentir sobre el aumento de precios acumulado de 2023 y asegurar que, si ellos no hubiesen “pulverizado” la inflación, la pobreza hubiese alcanzado el 95%… Mentiroso. Cínico. Eso sí: millonario.
Hola Adiós (Hello Goodbye)
De regreso a la Argentina, Milei decidió visitar la provincia de Córdoba, que se incendia de muchas maneras. En lo fáctico porque las llamas ya consumieron 43.000 hectáreas con todo lo que había en ellas: casas, animales, sembrados, alambrados, bosques. También en lo político porque la provincia mediterránea es una de las que más acompañó al Presidente para alcanzar la primera magistratura. El 74,05% de los votantes en el ballotage eligió a Javier Milei: algo más de 1.630.000 sufragios. Claro, el gobernador Martín Llaryora parece no haber advertido el estrago ya que recibió al líder libertario como si fuese una gira proselitista, dio una vuelta junto a él en helicóptero sobre la catástrofe (osado Milei, subirse a un helicóptero estando en la situación que está su gobierno), luego armaron un comité de crisis para ver los incendios por TV…y hasta le regaló un poncho. Faltó que lo nombrara Ciudadano Ilustre de la Tierra Quemada y le entregara la Manguera de Oro.
Jorge “Petete” Martínez, histórico conductor de la mañana de Radio Mitre Córdoba y uno de los grandes referentes del periodismo de la provincia definió esta visita del Presidente a la zona afectada que fue, apenas, una visita aérea, un sobrevuelo en helicóptero. “La visita de Milei se transformó en una visita fantasma: solo espió a Córdoba desde el aire. No se ensució los pies en Córdoba, no caminó por la tierra tiznada, no saludó a los intendentes que están esperando ayuda, no les agradeció a los bomberos -los tuvo formados una hora esperándolo y no bajó- que son los verdaderos héroes en esta historia, a esos héroes no los saludó. A los otros héroes que le bocharon la mejora a los jubilados los invitó a comer un asado”, sintetizó Martínez.
Me sacaste las palabras de la boca, “Petete”. Pero ya que las dijiste vos, te cito. Te faltó una cosa. Claro, no la sabías. Pero al volver a Buenos Aires, el Presidente responsabilizó a La Cámpora por los incendios y dijo que había “17 militantes” de esa organización detenidos. Lo desmintió el ministro de Seguridad de la Provincia. Pero yo creo que ni era necesario. Es tan vulgar en el uso político de las redes que ya no engaña ni a sus perros.
Yo soy la morsa (I am theWalrus)
La icónica canción “Yo soy la Morsa”, incluida en el LP “Gira Mágica y Misteriosa” de Los Beatles, es un ejercicio de su autor, John Lennon que, según sus propias declaraciones “no quiere decir nada”. “Lo de la «morsa» es como un sueño; las letras no significan casi nada. La gente extrae un montón de conclusiones y es de lo más absurdo” reconoció el músico en un reportaje en 1969. Por ese motivo (y sólo por eso), el gobierno de Milei debería adoptarla como himno… o como explicación a sus acciones. Porque si existe algo abstruso, inconcebible, ambiguo, lábil e inútil en política es un gobierno de mujeres y hombres que no entienden el Estado y, además, no hacen nada por entenderlo: apenas si usufructúan de las prerrogativas que, decían, venían a combatir. Basta un detalle para muestra: uno de los secretarios de Estado tiene custodia personal las 24 horas, chofer y hasta un sastre que ingresa a Casa de Gobierno y se pasa horas tomándole medidas para sus trajes (ni que fuese tan elegante).
“Milei está en el medio del río con una lancha que hace agua; se olvidó el bote salvavidas; las dos orillas están lejos; de un lado tiene cocodrilos y del otro está la catarata”. Así, palabras más, palabras menos, describe la situación el consultor Gustavo Córdoba que advierte que existe una gran diferencia entre los 46,6 puntos de aprobación que tenía el Presidente en mayo y los 42,3 que tiene ahora. “Antes -explica- Milei salía a las 3 de la madrugada, decía: *Hay mucho sol*, y el 46.6% se ponía bronceador. Hoy, cuando hace eso, solo se protege el 20,3%, el otro 22% le dice: *Es de noche, maestro*. Ahí radica la gran diferencia”.
Así, seguramente se explica el repudio que producen los asados con los “héroes” que castigan jubilados (ha prometido unos ravioles para los policías y gendarmes que mejor repriman); la falta de empatía con los verdaderos héroes de Córdoba, los bomberos que esperaron una hora formados un gesto de aprobación que nunca llegó; la indignación que causaron las fotos de Karina con la Giménez y de él mismo en el balcón de la Rosada junto a Susana a la misma hora que INDEC comunicaba los índices de pobreza e indigencia, donde destaca que el 66,1 de las pibas y pibes menores de 14 años son pobres. Pero, lo peor de todo es que la ministra de Descapitalización Humana trató de explicar con unos cuadros truchos, as usual, que la pobreza y la indigencia bajaban porque estaban más altas en el primer trimestre que en el segundo, mientras seguía despidiendo trabajadores. Una de las grandes canalladas de este gobierno.
Milei ya es un fracaso. El Plan A no funciona y el B… Ese te lo debo. Los dólares que prometió «Toto» Caputo no existen ni van a existir por la sencilla razón de que el gobierno tambalea más que un flan al borde de un precipicio y se nota mucho que no hay seguridad jurídica. Así lo expresaron algunos empresarios en New York luego de la gira: “No dudamos en que deseen pagar, pero sabemos que no tienen cómo hacerlo”. El fantasma del default recorrió esta semana los mercados y el Merval operó 5 días a la baja.
Pero ellos siguen. Aunque el Índice de Confianza en el Gobierno (IG) que mide la Universidad Di Tella (y que los empresarios siguen como si fuese la Biblia) haya caído casi 15 puntos y esté en el nivel más bajo del gobierno de Milei, los tipos, como si nada. Aunque por fatuo y por chiquilín, el Presidente perdió la inversión de 30.000 millones de dólares que estaba prácticamente arreglada antes de que él asumiese, van… fingiendo demencia van, haciéndose los boludos van, prepoteando.
Desregulan (ya habían dicho que todo lo que les sacaron de la Ley Bases lo iban a volver a tratar de meter). Aprietan. Provocan. Hostigan. Quieren volver a tomar deuda sin pasar por el Congreso. Reverdecen el pacto Foradori-Duncan que prácticamente les entrega Las Malvinas a los ingleses y fue firmado, en los tiempos de Macri, por un funcionario argentino (Carlos Foradori) que “estaba completamente borracho”. Reglamentan la Reforma Laboral para dejar a los trabajadores sin derechos. Y prometen más. De hecho, hacia el fin de la semana, Federico “Terminator” Sturzenegger dio señales de más recortes en el Estado. “Ahora viene la Deep Motosierra” dijo, simbolizando el grado de profundización que pretende que alcance el desguace.
En los off de toda la semana sólo encontré preocupación. “Alguna gente está tan mal que comienza a echarle la culpa del desastre a Karina”, me dijo una conocida consultora. “En Casa Rosada, hay quienestá pensando en saltearse las elecciones de medio término de 2025 porque ningún gobierno en recesión sale bien librado de las urnas”, reflexionó un ex ministro que recordaba que el caos de diciembre de 2001 empezó en octubre, con las elecciones legislativas en las que los votantes ponían fetas de mortadela en los sobres. “Muchos están pensando cómo ponerle fin democrático a esta aventura libertaria” me aseguró un añejo dirigente que circula por la TV y los streamings. “Si lo necesitan a Ruckauf como vocero, están al horno con papa y batata”, me wasapeó un productor que tiene más historia que Roma y Grecia juntas.
“El problema ya no es Milei-me confesó con suma preocupación uno de los hombres más brillantes que trato y al que no nombraré, pero él sabe que agradezco el intercambio-. El problema está en la otra parte”. Tiene razón. Y probablemente ese sea nuestro mayor problema.
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