«Castigar a los opresores de la libertad
Maximilien Robespierre
es clemencia… perdonarlos es barbarie».
Pletórica de derechos, sin un atisbo de deberes, la democracia volvió a desembarcar en la Argentina de 1983. Un presidente paternalista, con un discurso ataviado de pelajes democráticos y una realidad cuasi vaciada de poder, pendulaba entre juzgar y perdonar, rebelarse o entregarse, asumir o abdicar. Habíamos recomenzado mal. Una buena parte de aquella sociedad que vivó y aplaudió a Juan Perón en junio de 1973 decía: «Cuando los pueblos agotan su paciencia suelen hacer tronar el escarmiento». Esos mismos esperaban un castigo ejemplar; una marca de verdad en la falseada historia nacional; una fisura en la implacable construcción de la impunidad… No fue: no quiso o no pudo.
El escarmiento que encendía las almas y las gargantas de aquellos votantes que -denunciado el pacto militar/sindical- apoyaron a Raúl Alfonsín, nunca llegó en ese gobierno. Ni en los que siguieron. A Carlos Menem le pareció mejor negociar y a Fernando De la Rúa, entregarse. Eduardo Duhalde tuvo un atisbo de lucidez escarmentista pero luego se enredó en las mieles de un Clarín que, cual caballo de estatua, no lo cagó, pero tampoco lo llevó a ningún lado. Néstor y Cristina Kirchner, bueno… sabemos que todo lo que ocurrió en el país desde las invasiones inglesas a esta parte es culpa del kirchnerismo (y con esto no quiero decir que sean absolutamente inocentes). Acaso mucho de todo este acontecer se deba al accionar de los medios de construcción de sentido: esos medios de comunicación que no supimos recuperar junto con la democracia y ahora están a punto de destruirla.
Mauricio Macri llegó para continuar la tarea del golpe de 1976. El pueblo votó la fórmula Fernández-Fernández pidiendo escarmiento a los gritos pero… pero, volvimos mejores: tan políticamente correctos que resultamos empalagosos y terminó ganando un tipo con una motosierra en una mano y el fantasma de su perro asesorándolo. Puede que la locura traiga el famoso correctivo. Hay que darle tiempo (dicen algunos, que no terminan de escarmentar).
LA CARNICERÍA SOCIAL
No. No celebre. No voy a pasarles la dirección de un comercio que tiene la carne a precios irrisorios. Voy a hablar del desguace del Estado y el desmembramiento nacional. Nuestro pueblo es, para Javier Milei y los suyos, Tupac Amaru, así que vale descuartizarlo sin ninguna consideración por los miembros de ese cuerpo social despedazado y arrojado a las arenas de un circo romano en donde el león hace de las suyas.
En las últimas semanas cerraron más de 600 empresas de la construcción y dejaron en la calle a 24.000 trabajadores. También dieron de baja «aproximadamente 15.000 contratos» (Adorni dixit) en distintos ministerios y organismos del Estado pero como la cosa fue de palabra (estrategia que se conoció por un documento reservado que hizo circular el Gobierno), los trabajadores se presentaron luego del feriado largo y se encontraron con la gratísima sorpresa de que los ingresos a sus trabajos estaban militarizados. Largas colas bajo la lluvia que se mezclaba con el llanto de los despedidos. Crueldad, crueldad y más crueldad. Y el goce infinito de algunos funcionarios que en sus chat se proponen ocupar todo el Estado. «Tenemos que hacer kirchnerismo pero con libertarios» se regodean mientras frotan sus pequeñas y transpiradas manos.
Podríamos seguir con Acindar, varias PyMes que bajaron la persiana y los comercios, pero Luis «Toto» Caputo, «el Messi de las Finanzas», el «Jugador de la Champions League» sólo tiene ojos y oídos para el FMI (aunque lo ignora) y los players internacionales que quieren hacer de Buenos Aires un nuevo Delaware. Y mal no les va.
SIN DNU NO HAY MILEI
«Sin mosquitos no hay dengue» descerrajó sueltito de cuerpo el cuasi anónimo ministro de Salud, Mario Russo, en una frase que recordó aquel célebre «en algunos lugares falta agua y en otros sobra» de Macri cuando sobrevolaba las inundaciones a fines de 2015. Atado a estas verdades de puño, uno bien podría afirmar que «sin DNU no hay Milei» porque a la vista está que ese es el punto de apoyo que este mini-Arquímedes vernáculo está utilizando para mover a la Argentina hacia un destino infausto.
En este sentido quiero afirmar que la culpa es de los diputados y de los gobernadores (además de la Corte Suprema, que es otro costado del asunto). Porque a esta altura de la cuestión, el DNU ya debería haber sido tratado y revolcado (leyó bien, con «L») por los miembros y miembras de la Cámara baja. Patrióticamente, Senadores hizo lo suyo y ahora la pelota está en el campo de los «representantes del pueblo».
Claro. Seguramente ustedes no habían nacido pero hubo una época, hará no más de 30 años, donde los diputados representaban a los votantes y los senadores a los gobernadores provinciales. Ahora, al decir de Discépolo, «Igual que en la vidriera irrespetuosa de los cambalaches, se ha mezclao la vida»… y la política. Y resulta que los senadores pueden ser «independientes» pero algunos diputados responden a sus respectivos gobernadores.
Durante mi estadía en Washington (donde hace ya muchos años hice mi posgrado) recuerdo haber visto pequeños grupos de manifestantes con pancartas portables girando en rueda frente a las oficinas de algunos de los diputados que los representaban. También recuerdo que, hasta principios de los 2000, los legisladores volvían los fines de semana a sus provincias para juntarse con sus votantes y escuchar reclamos y necesidades que, muchas veces, se transformaban en leyes. Tiempos donde legislar estaba ligado al consuetudo y nadie imaginaba normas para aparecer en televisión o en las redes.
Por eso los invito a llamar o visitar a «su legislador de confianza» (lindo slogan para campaña pedestre). Por supuesto que esta columna no los va a doxear al estilo libertario, pero sí recomiendo a los hombres y mujeres de las provincias (en la Capital todo es mucho más anónimo) a revalidar personalmente sus derechos como ciudadanos y electores. Ya que parecen no escuchar a cientos de miles de argentinos que se han manifestado contra el ajuste dos veces en los primeros meses del gobierno de Milei, por ahí funciona hacerlo en persona, mano a mano, mirándolos a los ojos… tanto que insisten en individualizar la política.
Cuanto antes, mejor. Ocurre que, de acuerdo al artículo 24 de la ley 26.122 -que es la que reglamenta el uso de los decretos de necesidad y urgencia-, aunque se produzca el rechazo por parte de ambas cámaras, «quedan a salvo los derechos adquiridos durante su vigencia» salvo que en ambas Cámaras establezcan la nulidad del mismo, cuestión de la que podría también ocuparse la Corte Suprema… aunque más no sea en defensa propia. Pero, además, si Diputados no se apura, en 180 días las empresas del Estado contenidas en el DNU pasarían a ser todas sociedades anónimas y de ahí, a la privatización, hay un suspiro. Y de esto NADIE habla.
Ahhhh, y comuníquense también con sus gobernadores. Si. Go-ber-na-do-res. Aviso porque parte importante de la responsabilidad de que el DNU 70/23 siga vivo es de los mandatarios provinciales que fingen demencia –como cordobés que rompió el fernet-, mientras tratan de negociar las vidas y la tranquilidad de su pueblo a cambio de prebendas idiotas y unos pocos millones de pesos.
Se equivocan. Dialogan con personas que los desprecian. Ponen condiciones que el Gobierno no piensa ni analizar, ya que no necesita hacerlo mientras dure el mentado DNU. Por eso de la reunión del jueves participaron Guillermo Francos (que aunque lo nieguen estuvo un buen rato renunciado esta semana) y Nicolás Posse (que más que jefe de Gabinete es el director de la Gestapo libertaria), mientras el Presidente corría rumbo al sur para arrodillarse ante su majestad Laura Richardson, jefa del Comando Sur, entonar emocionado el himno de los Estados Unidos y anunciar la instalación de una base norteamericana en Tierra del Fuego. ¡Firmale la escritura de la Antártida, Milei! Dejame de joder.
Les pedía: díganselo a los gobernadores porque, en su desesperación, su inocencia o su picardía, le están regalando un triunfo al Presidente. Podrían negociar desde la fortaleza y desarmarlo… pero se entregan. Están vendiendo el federalismo por migajas, aunque en las redes y en sus discursos se hagan los Felipe Varela.
GOBERNAR POR TWITTER
En este sentido, tanto para los libertarios como para los opositores, se ha impuesto el apotegma «haz lo que yo digo en las redes y no lo que yo hago en la realidad». Mucho guapo de Twitter que termina cobrando en la plaza porque cree que puede agredir sin consecuencias. El prototipo de este posmoderno malevo cibernético es el propio Presidente que desbarranca insultando a otros mandatarios como Gustavo Petro, de Colombia; Manuel López Obrador, de México, Luis «Lula» Da Silva de Brasil y Nicolás Maduro, de Venezuela. «Ignorante», «terrorista asesino», «socialista empobrecedor» y «comunista corrupto» son algunas de las linduras que el «Doctor Honoris Causa de la Universidad de su Amigo» que preside nuestro país. Las dedicaciones a sus pares de Milei, que nunca pasó del título de grado y quién sabe, tuvo resultados tales como el cierre de cielos para las aeronaves argentinas, expulsiones del cuerpo diplomático, pérdida de mercados y congelamiento del diálogo: nada a favor, todo en contra. Además de la necesidad de mandar a la Canciller más inútil que se recuerda en el cuerpo diplomático a tratar de zurcir lo resquebrajado.
La instalación de la base yanqui en el sur la anunció por redes sociales a la 1 de la mañana del viernes. Ese es el resultado de gobernar por Twitter, para Twitter o, lo que es peor, en función de sus propios trolls de Twitter. Y llegar a creer que esa manada ficticia que te adula y te ovaciona, son de verdad. Una hinchada de bots, mitomanía al palo. Las famosas patas cortas de la mentira… sin ironizar.
Lógico: la ventaja es que en las redes no hay mosquitos, ni dengue. Aunque el Presidente y todo su equipo se hayan vacunado hace ya un tiempo gracias a la donación de una importante cadena de farmacias que creció desde la amistad de su propietario con Macri y quiere seguir creciendo con Milei. La desventaja es que los pocos repelentes que se consiguen online cuestan el 1.000% más que si los compraras caros en comercios del ramo.
LA HORA DE LA LOCURA
Repelente para mosquitos no habrá pero de los nuevos gases lacrimógenos (más nocivos y letales) que utiliza la policía de Patricia Bullrich, hay existencias para rato. Tanto que vaciaron varios tubos durante la manifestación de los docentes del jueves por la tarde y, para que no hubiese dudas, «quemaron» a dos diputados nacionales que acompañaban la protesta de los maestros: Lorena Pokoik y Juan Marino.
Un día antes habían militarizado el ingreso a ministerios y otros organismos del Estado para evitar que aquellos trabajadores que habían sido despedidos «de palabra» pudiesen ingresar a sus puestos de trabajo. Una imagen desoladora.
¿Por qué tanto énfasis en los despidos? ¿Qué mueve esta especie de obsesión? Primero la crueldad, claro. Ese sentimiento maligno que parecería ser parte del alimento cotidiano de un gobierno que puede dejar morir a enfermos porque no les dan sus medicamentos, a niños de hambre porque no llega alimento a los comedores sociales, o puede inferir, como Diana Mondino, que los jubilados no necesitan créditos porque «si sos un jubilado arriba de no se cuántos años es casi seguro que te vas a morir». Y luego: el lucro. Necesitan empresas y organismos del Estado vacíos para poder venderlos. Una angurria visceral de dólares frescos es una de las cosas que todavía mueven y conmueven a este gobierno devastador.
Así de «loca» ha sido la semana Milei. Quizá por eso, esta semana se analizó la posibilidad de elevar al Presidente a juicio político para su destitución. En un conversatorio que moderaron Alicia Castro y Cynthia García y del que participaron los abogados Eduardo Barcesat, Carlos Rozanski, Maximiliano Rusconi y Juan Manuel Ubeira, se barajó un abanico de razones que justificarían la medida -desde el negacionismo de la fórmula presidencial hasta la teoría del genocidio por hambre- y, entre estas, sobrevolando la mesa, apareció la de la «insanía«. «Es un país psiquiátrico con intervalos lúcidos», sintetizó Ubeira y el fantasma de la pericia psiquiátrica a Milei, llevada a cabo en Salta y, se dice, guardada bajo siete candados, cruzó veloz y… pesado.
Porque en la estabilidad o el «posible crecimiento» que, algunos medios y varias encuestas le atribuyen a Milei, puede estar viajando el destino de Macri, quien acaba de recuperar la presidencia del PRO y tiene una alianza estratégica con la vice Victoria Villaruel. Ocurre que de ser verdad, el libertario le estaría birlando electorado a Mauricio; el mismo Mauricio que, alguna vez, intentó hacer pasar por insano a su padre, Franco, para apropiarse de una parte mayor de SOCMA, de acuerdo con las declaraciones de Luis Conde, abogado de la familia que murió, tiempo después, en un accidente. O sea: ¡imaginate!
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