21 de noviembre de 2024

Un segundo debate presidencial tenso y lleno de confrontación

El salón de actos de la Facultad de Derecho de la UBA fue testigo de un segundo debate presidencial con más acusaciones y la confrontación como parte de la estrategia. Todo en el marco de la última presentación conjunta de los cinco candidatos antes del 22 de octubre.

En esta oportunidad cada espacio trató de aprovechar al máximo y hubo festejos tanto de las propuestas como de las réplicas preparadas para incomodar. En contraste con lo que ocurrió en el debate de Santiago del Estero, los postulantes fueron más desestructurados y menos atados a un libreto, con el objetivo de atacar a otro aspirante -cada candidato tenía un blanco predilecto- con chicanas y cuestionamientos.

Sergio Massa (Unión por la Patria) tuvo una presentación distinta ya que desplegó propuestas sobre cada eje temático. Pero al mismo tiempo mostró que esperaba las preguntas que intentarían ponerlo en aprietos: el ministro tenía preparadas las respuestas, lo que fue considerado un punto positivo por su equipo de campaña y asesores en comunicación.

El pasaje de la modernidad del centro de convenciones Forum de la capital santiagueña a las instalaciones tradicionales de la UBA también impactó en el público, que no estuvo aplicado a las normas y se hizo eco de cada chicana con risas o manifestaciones de sorpresa por el tenor de algunas respuestas.

El mayor cruce tuvo como protagonistas a Myriam Bregman, Javier Milei y Massa en el bloque de ‘Trabajo y Producción’. El candidato ultraliberal objetó a la aspirante de izquierda que «si los socialistas supieran de economía, no serían socialistas». Ante esa frase, Bregman, quien se encontraba al lado de Milei, le respondió fuera de micrófono con una ironía, que no se escuchó en la transmisión de la TV Pública pero sí a su alrededor: «Viniste chistoso, viniste chistoso».

El economista, entonces, pidió a la moderadora del debate, la periodista Mariana Verón, que le devolviera «los diez segundos» que le había quitado la diputada del FIT. En ese contrapunto, Milei abandonó por un par de minutos el modo ‘zen’ para desplegar su histrionismo con un tono más imperante, casi a los gritos.

Tras ese cruce, fue el turno de Sergio Massa, quien sorprendió al salir en defensa de Bregman. «Basta Javier, hasta acá llegaste», lo cruzó, y así sorprendió al candidato libertario que se mostró muy serio por la intervención del ministro de Economía, que lo acusó de maltrato hacia las mujeres.

Ante esta actitud de Massa, los invitados de cada espacio, que estaban ubicados en diferentes posiciones, reaccionaron con un murmullo notorio. Minutos más tarde, Bullrich salió al cruce de Massa al afirmar: «No te preocupes Massa. Las mujeres podemos cuidarnos solitas. Tenelo claro».

Lejos de las chicanas más altisonantes, el cordobés Juan Schiaretti volvió a repetir su fórmula de hablar de Córdoba como un modelo a imitar a nivel nacional, lo que le había dado buenos resultados en el debate del pasado domingo. Su mejor momento, sin embargo, llegó cuando cruzó a Massa con la tonada cordobesa característica por la postulación del estadio Mario Kempes de esa provincia para el primer tramo del Mundial 2030, lo que desató risas entre el público presente.

La cercanía de los atriles de Bregman y Milei generó que los exponentes de los extremos del arco político argentino se mostraran más contenidos que en el primer debate: la candidata de la izquierda solo tuvo una frase con un similar impacto a la recordada del domingo pasado ‘gatito mimoso’.

«Milei es la vieja derecha despeinada», fue esta vez la ocurrencia de Bregman, lo que provocó la risa de todo el auditorio y hasta de Milei, quien por otro lado eligió un discurso con muchos tecnicismos a la hora de desarrollar sus ideas para Producción y Trabajo, primero, y Desarrollo humano, después.

Bullrich, al debatir el eje ‘Seguridad’, buscó transmitir fuerza y temple a partir de su experiencia como extitular de la cartera, y en paralelo utilizó varias chicanas contra el kirchnerismo a partir de frases como «los bolsos de López», «los hoteles de Cristina», «los yates de Insaurralde», retomando así eslogans de campaña y lejos del estilo argumentativo propio del debate.

En esta jornada, lo más destacado fueron los cruces y las chicanas que buscaban impacto. En esa sintonía, Bullrich cruzó a Milei por decir «mogólicos» a los que piensan diferente, «viejos meados» a los longevos, y por mostrar una motosierra a los jóvenes, lo que «exalta la violencia». También le pidió al ministro Massa que «no mienta más», aunque lo que generaba risas en el público era la forma en que Bullrich pronunciaba el apellido del candidato peronista.

Un momento mucho menos liviano y que generó incomodidad y mucho malestar entre los dirigentes de JxC, como lo reconocería luego Federico Pinedo, sucedió cuando Milei definió a Bullrich como «montonera asesina». La ex ministra de Seguridad en la gestión de Mauricio Macri hizo una mueca de desagrado pero prefirió no responder.

Otro de los puntos altos fue cuando Bullrich mencionó el viaje de Martín Insaurralde a Marbella para decirle a Massa «no tenés autoridad moral para hablar de seguridad», lo que generó un murmullo generalizado. El murmullo escaló notoriamente cuando el candidato peronista le retrucó: «Vos nunca pediste la renuncia de (Gerardo) Milman«.

A pesar del contexto caliente, Massa, Milei, Schiaretti y Bullrich se saludaron al finalizar el debate, mientras que Bregman solo saludó al mandatario cordobés, que fue el único que apostó al humor y definió a la situación económica como «menos diez, como en el chinchón».

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