21 de noviembre de 2024

No todos podemos ser Anakin

La espera es un monstruo y nosotros su víctima. Mientras tanto leo esto: “Me pregunté, no por que vivía, sino porque había vivido. Supuse que por la espera y quise saber si aún esperaba algo». Después leo esto: “Era como si yo, yo  mismo, pudiera generar el fracaso”. Son frases de Zama, novela escrita por Antonio Di Benedetto.

El mundo es un lugar injusto. Hace y deshace a su antojo. Todo aquello que planificamos nunca sucede como queramos que suceda y puede haber un abismo debajo de cada cosa. Todo aquello que te puede aliviar, no te alivia, lo que debería durar para siempre -como el amor, el cariño- no dura, y aún así, por un motivo que todavía desconozco, esperamos que algunas de estas cosas cambien.

Por desgracia siempre hay alguien cercano que nos quita el velo de la inocencia. Que nos presenta este monstruo despiadado pero leal. En mi caso fue mi prima Débora. Era como mi madrina, y siento que aún hoy, lo es. Ella me buscaba todos los viernes a la tarde, cuando salía del colegio. Siempre estaba preparado para irme con ella, siempre esperando. Para leer, para mirar películas, para escucharla. El tiempo cuando se es niño siempre es difuso, pero nadie te avisa que esto cambia de un segundo a otro. El asunto es que un viernes, de esos días que uno piensa que nunca van a llegar, ella no apareció más. Existen muchas formas de esperar, pero la impresión de tristeza que se produce en el cuerpo, es la misma siempre, un terrible desarraigo. Es algo físico, no saber qué hacer con el cuerpo. ¿Qué hago con esto que no tiene nombre y me molesta? Dice Fabián Casas, en su libro La supremacía Tolstoi, que la mayoría de las cosas que nos modifican para siempre surgen en la infancia.

Por ejemplo, yo esperé mucho tiempo para leer a Zama. La evitaba porque se que la literatura no se trata solo de palabras, y hay libros peligrosos que dejan al lector hecho pedazos. Zama es una de esas lecturas. Y tenía miedo de lo que podía generar en mí. Miedo a la tristeza de Don Diego de Zama, miedo a la prosa preciosa de Di Benedetto y miedo a la idea de que en la vida, todo ya está escrito. Cuando lo terminé, se me pegó al cuerpo una tristeza absurda. Es una ilusión enorme creer que se controla lo que se siente. La espera una vez iniciada no tiene final. Esperamos colectivos, subtes, trenes. Esperamos que nos amen, esperamos que no se mueran quienes amamos.

También hace algunas semanas terminé de ver la serie de Obi Wan Kenobi, después de eso, le siguió una maratón de películas del universo Star Wars. Todavía sigo perdido en cuanto cronologías y traiciones. Pero noté algo. Hasta Anakin fue víctima de esta bestia. Su figura me hace acordar a Zama.

El más elegido de todos, esperó lo que el mundo le había prometido, y nunca pudo ser. Anakin Skywalker esperó toda su vida para ejercer su virtud. Ser el elegido, unir a la fuerza, dar equilibrio donde no había. Eso que toda su vida le reclamaron y él mismo se encargó de reclamar. Pero ya era tarde cuando Obi Wan le dijo “«¡Tú eras el elegido!¡El que destruiría a los Sith, no el que se uniría a ellos! ¡Se suponía que ibas a traer el equilibrio a la Fuerza, no a hundirla en la oscuridad!»”, que Anakin estaba consumido por la espera y le dijo “Te odio”.  La espera es una bestia que nos habla al oído.

En la serie, ya no vemos a Anakin, sino a Darth Vader. El que fuera su maestro, Obi Wan, esperó años para confirmar que su alumno y amigo ya no existía. Y es que la espera es un monstruo que crece. Esperó muchos años para animarse a pedirle perdón, pero como siempre, ya era tarde. 

 Casi siempre es tarde para las cosas importantes. Y es curioso, Zama y Anakin esperaron toda una vida un ascenso que nunca llegó. No todos reaccionamos igual ante la espera. Me recuerda a estos versos de Karl Knausgard, que dice “Todo ese sufrimiento, y esa pérdida de sentido también forma parte de la vida, existe por todas partes, pero no resulta fácil de ver, no solo porque tiene su puesto de partida en la vida interior, sino también porque la mayoría intenta ocultarlo”. La espera también puede ser un deseo de algo que quizá nunca pase. No todos podemos ser Anakin y convertirnos en ese monstruo. Casi todos somos Zama. Esperando que algo cambie. Esperando una certeza.

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