Durante 2025, el mercado de trabajo mostró una aparente calma que ocultó un deterioro profundo. Lejos de una recuperación genuina, la dinámica del empleo se apoyó casi exclusivamente en modalidades frágiles, con salarios bajos y sin protección. El resultado fue contundente: más de la mitad de las personas ocupadas terminó el año en condiciones precarias, mientras los ingresos quedaron anclados en mínimos históricos y la pobreza siguió varios escalones por encima de los promedios de largo plazo.
El contraste con el inicio del gobierno libertario marcó el tono del año. Tras el shock de los primeros meses de gestión, cuando los salarios se desplomaron y la pobreza trepó por encima del 50% de la población, en 2025 los ingresos dejaron de caer, pero no lograron recomponerse. Esa estabilidad en el fondo del pozo no alcanzó para revertir el daño acumulado desde 2017 ni para mejorar la calidad del empleo.
Según datos oficiales de la Encuesta Permanente de Hogares del Indec, entre el tercer trimestre de 2024 y el mismo período de 2025 se incorporaron 238 mil personas al mercado laboral. Sin embargo, ese número escondió un dato clave: el 85% de esos puestos correspondió a empleo informal. En términos netos, el crecimiento apenas superó al nivel previo al cambio de gobierno y consolidó una estrategia basada en reemplazar trabajo registrado por ocupaciones sin derechos.
La informalidad alcanzó al 43,3% de los ocupados, pero la precarización también avanzó dentro del universo formal. El monotributismo creció con fuerza mientras el empleo asalariado privado y la industria perdieron puestos. Entre septiembre de 2024 y septiembre de 2025 se sumaron más de 53 mil monotributistas, al mismo tiempo que se destruyeron empleos en sectores clave. Si se suman trabajadores informales y cuentapropistas, el total de nuevos puestos superó ampliamente la cifra celebrada por el Gobierno.
Ese escenario impactó de lleno en los ingresos. De acuerdo con el Instituto de Estudios y Formación (IEF) de la CTA Autónoma, los salarios del sector privado registrado arrastran una pérdida cercana al 22% frente a 2017, mientras que en el sector público el retroceso ronda el 37%. Durante el último año, los haberes permanecieron prácticamente congelados en ese piso: una leve variación promedio que no alteró la pérdida acumulada desde diciembre de 2023.
Para Luis Campos, director del IEF, “tanto en materia de empleo como de salarios, la característica de 2025 es un estancamiento relativo en niveles históricamente muy bajos”. Y agregó: “el mercado laboral parece haber encontrado ciertos equilibrios que consolidan una situación muy precaria para el conjunto de los trabajadores”.
Campos también advirtió que “por lejos lo que más está creciendo es el empleo por cuenta propia y, dentro de ese segmento, el no registrado”, y explicó que “salarios muy bajos que no pueden ser compensados con más trabajo formal terminan siendo complementados con más informalidad”.
Desde el Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas, Claudio Lozano fue aún más contundente. “La característica principal en materia laboral es la confirmación de que, en el marco de las políticas aplicadas, el único mecanismo de generación de empleo ha sido el rebusque y el autoempleo”, sostuvo. Y remarcó que “por primera vez en la historia laboral de la Argentina, la sumatoria de los asalariados no registrados, el autoempleo y el cuentapropismo superan el 50% del total de la ocupación. El único mecanismo de creación de empleo es al mismo tiempo el que genera menor nivel de ingreso y mayor pobreza”.
Un estudio reciente del Instituto Gino Germani de la UBA reforzó ese diagnóstico al señalar la destrucción neta de más de 400 mil puestos asalariados formales y un récord de informalidad que ya alcanza a cerca del 48% de los ocupados. El informe también alertó sobre la expansión de los “trabajadores pobres”: siete de cada diez personas ocupadas no logran cubrir la Canasta Básica Total con sus ingresos, incluso con jornadas completas.
El deterioro salarial empujó además al pluriempleo. Cerca del 12% de los ocupados sumó más de una ocupación para sostener el ingreso familiar, una estrategia que se volvió habitual ante la insuficiencia de los salarios.
Con una imagen cruda, Campos sintetizó el fenómeno al señalar “en términos políticamente muy incorrectos” que “antes eran los emigrados venezolanos los que salían a hacer Uber, ahora se sumó también el investigador asistente del Conicet”.
En ese marco, Lozano advirtió que el leve crecimiento del PBI se explicó por sectores de baja generación de empleo, mientras la industria y la construcción profundizaron su caída. “Esto es lo que explica la destrucción de empleo asalariado y este patrón de generación de empleo vía el emprendedurismo y el cuentapropismo”, afirmó.
De cara al debate de la reforma laboral impulsada por el Gobierno, el balance del año deja un mensaje claro. “La idea de la reforma laboral como creadora de empleo no se sostiene”, concluyó Lozano.
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