2 de diciembre de 2025

Milei, bajo reproche de Trump: la alianza con EE.UU. cruje por el avance chino

La agenda bilateral se enrarece mientras Washington reclama definiciones y Buenos Aires navega entre presiones cruzadas.

La relación entre Javier Milei y Donald Trump atraviesa días cargados de suspenso. La Casa Blanca tomó nota del avance chino en la economía argentina y, según múltiples interlocutores al tanto de las conversaciones, el expresidente estadounidense expresó un fastidio creciente hacia la estrategia del mandatario libertario. La situación derivó incluso en la postergación del viaje que Milei tenía previsto a Washington y en la incertidumbre sobre si Scott Bessent, secretario del Tesoro norteamericano, aterrizará en Buenos Aires antes de fin de año.

Bessent dijo hace dos semanas que vendría a profundizar el paquete financiero que su equipo impulsaba para apuntalar al gobierno argentino. Sin embargo, el tablero cambió de golpe. El préstamo de USD 20.000 millones que JP Morgan iba a estructurar se cayó por completo, contradiciendo la narrativa de Luis “Toto” Caputo, que intentó mostrarlo como una “operación”. El swap del Tesoro con el Banco Central, por otros USD 20.000 millones, también quedó trabado.

Apenas se confirmó la caída del crédito, Trump explotó. El expresidente lanzó una advertencia que retumbó en los pasillos de Washington: amenazó con “pegarle una patada en el culo” a Bessent. Y redobló la presión al afirmar: “Scott está metiendo la pata en la Reserva Federal, porque las tasas están demasiado altas”.

Mientras el ala republicana mira con preocupación el rumbo económico de Milei, en Washington molesta otro frente: el presidente argentino no dio respuesta a los pedidos que la administración Trump acercó a través de Karina Milei. Estados Unidos puso tres exigencias sobre la mesa: la salida de Guillermo Francos, un entendimiento político con Mauricio Macri y la oposición dialoguista, y un quiebre claro con China. Milei solo avanzó en el primer punto. “Si Estados Unidos te pide un acuerdo con Macri, te arreglás con Macri, no alcanza con Santilli”, señaló a LPO una fuente involucrada en las conversaciones.

El clima se enrareció aún más porque la influencia china en la economía argentina sigue en ascenso. Entre enero y septiembre de 2025, las importaciones desde China superaron los USD 13.091 millones, un salto del 66% respecto del mismo período del año anterior. Ese crecimiento contrasta con el discurso público de alineamiento automático con Washington y alimentó las quejas de figuras cercanas a Trump.

Entre ellas, Barry Bennet, el asesor que Santiago Caputo incorporó a los vínculos con Estados Unidos. Bennet se mostró incómodo después de que desplazaran a Caputo de las conversaciones directas entre ambos gobiernos. Tras el desembarco de Pablo Quirno en la Cancillería, una movida impulsada por Karina Milei, el “backchannel” quedó neutralizado.

En paralelo, otra condición clave para que el Tesoro destrabe el financiamiento volvió a quedar en pausa: la idea de habilitar una base militar norteamericana en Ushuaia. La exigencia se transformó en un punto sensible dentro del propio oficialismo, lo que frenó cualquier avance.

El Fondo Monetario Internacional sumó otro capítulo de tensión. En Washington circula la percepción de que Milei no va a cumplir —por segunda vez consecutiva— la meta de reservas acordada. Para esta altura del año, Argentina debía registrar reservas negativas por USD 2.600 millones, pero el nivel actual ronda los USD 16.000 millones en rojo. El Fondo además observa con alarma el incumplimiento del agregado monetario M2 no remunerado, la persistencia del régimen de cambios múltiples y la falta de superávit fiscal.

Este combo dejó al Tesoro norteamericano en una situación incómoda: fue el propio equipo de Bessent el que presionó para que el FMI aceptara las flexibilizaciones al programa argentino. Ahora, con las metas desbordadas, se ve obligado a insistir con Kristalina Georgieva para renegociar todo el esquema. Las tensiones internas crecieron y la figura de Bessent quedó más expuesta que nunca.

En Washington admiten que la relación entre Milei y Trump ingresó en un terreno más áspero. En Buenos Aires reconocen que la creciente dependencia comercial con China complica el equilibrio. Y, en ambos lados, nadie sabe si el vínculo volverá a encarrilarse o si la tensión actual abrirá un capítulo político y financiero todavía más incierto.

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