Por Jonathan Bastida Bellot*.-
La Misión Productiva de la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI) publicó que la Argentina fue en 2024 el país que más se contrajo en términos de producción industrial en todo el mundo. Alrededor del 9,4%. Mientras tanto el gobierno finge demencia y toma los datos que mejor le convienen. Efectivamente, hace pocos días el INDEC publicó el informe del PBI del 2024. Milei y Caputo sacaron pecho y salieron a festejar que el PBI del cuarto trimestre creció 2,1% interanual. Ya volveremos más adelante sobre esto.
Nosotros a lo largo del año pasado fuimos siguiendo la evolución del Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE), pero ahora podemos tener información más precisa para sacar una serie de conclusiones. En primer lugar, si tomamos el resumen ejecutivo del todo el 2024 el panorama se aleja completamente del exitismo libertario: el PBI total del año pasado cayó en un 1,7% respecto al 2023. En criollo, la economía argentina produjo menos que durante el último año de gestión del peor ministro de la historia.
Ahora bien. Este número rojo está maquillado por un factor que escapa a la política económica: la normalización de la producción agraria. La mejoría relativa del agro en 2024 respecto a la sequía del año anterior subió el promedio de toda la economía, sobre todo en un país agrario como la Argentina. Si descontáramos ese sector y, por lo tanto, su efecto sobre el promedio, la caída sería del 3,5%. Es la peor recesión no generada por crisis externas desde el 2002 (recordemos que las anteriores fueron las de 2009 por la crisis mundial y la del 2020 por la pandemia). Cualquier pretensión de querer atenuar esa caída es simple contabilidad creativa. Y si llegáramos a limpiar también el impacto de las inversiones previas sobre Vaca Muerta (dentro de la cual la estatal YPF es la principal jugadora) y restamos el sector “explotación de minas y canteras” entonces la caída total sería del 4%. En otras palabras, si el gobierno “anarcocapitalista” de Milei puede maquillar su desastre económico es gracias a la lluvia y a las empresas estatales.
Volviendo al número que salió a festejar el Ministerio de Economía, sobre el crecimiento interanual del cuarto trimestre no hay mucho que decir: la devaluación de Caputo de diciembre del 2023 hundió la actividad económica en un 4,9% de un mes para otro (según el EMAE) pero ahora festejamos el crecimiento del 2,1%. Recuerda a aquel viejo capítulo de Los Simpson donde el Sr. Burns arengaba así a su equipo de Béisbol: “hay un niño lisiado esperando que ganen este juego, lo sé porque yo mismo lo lisié para inspirarlos”. Y ya que estamos con los trimestres, habría que avisar en Casa Rosada que en ningún momento del 2024 el PBI superó los niveles del tercero del 2023. Recuerde el lector que siempre hacemos la comparación con la desastrosa gestión de los Fernández en medio de una de las peores sequías de la historia.
Repasemos rápidamente los principales sectores que crecieron y los que se hundieron el año pasado, es decir, una vez hecho el sablazo de la devaluación. Como se habrá dado cuenta el lector arriba de todo están agro (creció 31%) y minas y canteras (7,4%). También creció “la actividad pesquera (6,9%). Ahora, en el quinto subsuelo tenemos a la construcción (-17,7%), industria manufacturera (-9,2%) y comercio mayorista y minorista (-7,3%). Reproduciendo el ejercicio que estamos haciendo ya hace varios meses con el equipo del CEICS usando las ponderaciones que el INDEC atribuye a cada sector, podemos concluir que en el 2024 se hundieron tres cuartas partes de la economía, solamente creciendo el 24,4% del total. Si tomáramos como medida no la porción que sobre la actividad económica ocupa cada sector sino la cantidad de trabajadores que emplea cada uno de estos el resultado es el siguiente: el 69% de los puestos de hoy están en sectores que cayeron durante el 2024. Esto explica, en buena medida, el aumento de la informalidad laboral entre los asalariados como una forma de aumentar la tasa de explotación de los trabajadores por parte de sus empleadores. Esto sin mencionar la caída de los salarios reales.
Se viene otro año perdido
Después de lo expuesto se podría pensar que lo peor ya pasó y que ahora la economía debería volar, como dice el presidente. No obstante, es muy pronto para decir eso. Parafraseando a Diego Giacomini “lo mejor de Milei ya pasó”. Veamos. Hay un problema que vienen señalando los analistas, vinculado al atraso cambiario y sus consecuencias sobre la producción local. No hay ningún motivo por el cual frente a la sobrevaluación del peso debiera crecer la producción local. Al contrario, todo indica que el problema se agravará por lo menos hasta octubre. La plata que Milei quiere sacarle al fondo está destinada a financiar la campaña electoral por la vía de contener la inflación consolidando el ancla cambiaria. La obra pública, que daría un importante impulso a la economía, tampoco se moverá si hacemos caso a la retórica libertaria.
Pero además hay otros datos preocupantes. El mismo informe sobre el PBI también nos brinda información sobre la formación bruta de capital fijo (FBCF). Es decir, cuanto creció la capacidad instalada de la economía. En 2024 la FBCF fue un 17% inferior al de 2023, siendo el apartado “construcciones” el que más sufrió (-24%) y “equipo de transporte” importado el único que creció (39%). Esta información es complementada con el informe que publicó el Banco Central sobre la inversión extranjera directa al tercer trimestre de 2024. La entrada de capital por esa vía fue 34% menor que durante los primeros tres trimestres del 2023. En otras palabras, la política económica de Milei golpeó fuerte en el crecimiento de la capacidad productiva nacional. De hecho, hoy la capacidad instalada está sub-utilizada: apenas se usa el 55% del total.
Para concluir, toda la discusión en torno al acuerdo del FMI es justamente la expresión de estos problemas macroeconómicos. El argumento de Caputo, según el cual esta es la única alternativa para sanear el Banco Central, en realidad oculta la necesidad del gobierno de tener dólares a mano para poder seguir interviniendo la brecha por lo menos hasta octubre. Una corrida hacia el dólar va a impactar en la tasa de inflación, el único capital político (en el terreno económico) del gobierno nacional. Todos estos malabares solo nos van a llevar a incremento de la deuda con el FMI para sostener un proyecto político que, como vimos, no revierte sino que agrava el problema del desarrollo productivo. Eso sí, lo único que pinta bien para este año es Vaca Muerta y algo del agro. El problema es que si vamos hacia un modelo agro-minero exportador a la Argentina le sobra más de la mitad de la población.
* Historiador, docente e investigador del CEICS y CONICET.