En un nuevo informe que dejó al Gobierno sin demasiado margen para festejos, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico modificó sus previsiones para la economía argentina y elevó el cálculo de inflación para el 2026, a contramano de las metas que impulsa Javier Milei. La revisión mostró que el escenario internacional ya no acompaña el optimismo oficial.
La OCDE publicó su actualización de diciembre y ubicó el aumento del índice de precios del año próximo en 17,6%, un número que se aleja de la estimación previa. El movimiento implica 1,1 puntos más que lo que la entidad proyectaba en septiembre. El documento justificó ese escenario al afirmar: «El equilibrio de las cuentas públicas y las altas tasas de interés reales contendrán las presiones de demanda, lo que permitirá que la inflación continúe bajando hasta una tasa promedio anual proyectada del 41,7% en 2025, 17,6% en 2026 y 10,0% en 2027».
El golpe a las expectativas no quedó ahí: también redujo el crecimiento esperado del PBI. Según la OCDE, la economía avanzará 3% en 2026, muy por debajo del 4,3% que aparecía en su informe anterior. La entidad describió la situación con dureza: «La inflación ha ido disminuyendo y se han cerrado los déficits fiscales, pero el crecimiento se ha debilitado recientemente y las presiones sobre el tipo de cambio han ilustrado las vulnerabilidades macroeconómicas persistentes y la incertidumbre política».
El consumo, en retroceso
El informe proyectó un año desafiante para los bolsillos. La organización señaló que «el consumo perderá impulso debido a un menor crecimiento de los salarios reales y a altas tasas de interés», aunque planteó que tanto el gasto de las familias como la inversión se fortalecerán recién en 2027, cuando mejore el acceso al crédito y el clima financiero se torne más estable.
La OCDE insistió en que las señales de fragilidad siguen presentes. «A pesar del progreso significativo, persisten vulnerabilidades macroeconómicas que exponen a la economía a cambios en la confianza, como muestra la reciente volatilidad cambiaria», advirtió. Y no descartó nuevos episodios de tensión cambiaria por la falta de reservas, la inflación todavía alta y la necesidad de avanzar con reformas estructurales.
Además, el organismo sostuvo que el ajuste fiscal colaboró con una mejora en las cuentas públicas, aunque remarcó que todavía quedan deberes pendientes. «Se necesitarán más reformas para mantener la prudencia fiscal y, al mismo tiempo, impulsar el crecimiento potencial», planteó.
En materia monetaria, la recomendación también apuntó a la cautela. La entidad sugirió que la autoridad financiera «debería centrarse en mantener la inflación en una senda descendente» y señaló que la recomposición de reservas del Banco Central debe ser un objetivo prioritario para sostener la estabilidad.
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