27 de diciembre de 2025

Columna de opinión

Empresarios en fuga: sobre la salida de empresas multinacionales de la Argentina

Por Damián Bil*

Al parecer, el famoso lema “TMAP” parece tener más fisuras que fortalezas. Un plan que debió ser rescatado varias veces, y se sostiene aún por esa recordada ayudita del Tesoro norteamericano, tiene dificultades evidentes. Aunque el gobierno resalte la supuesta “recuperación económica”, con un dudoso incremento del consumo y el mantenimiento de un superávit cada vez más frágil, estas afirmaciones esconden inconvenientes. Si tomamos la evolución interanual al tercer trimestre, la recuperación se debe casi exclusivamente al sector de intermediación financiera, que registró un incremento en su volumen de casi el 30%. Por su parte, la industria retrocedió un 2,4%, dejando la capacidad utilizada en menos del 60%, de los peores registros en este siglo. Ello derivó en la pérdida de empleos y en el cierre de empresas. En ese contexto, uno de los puntos a destacar es, a pesar de la insistencia oficial en la necesidad de inversiones internacionales, la aceleración en la salida de empresas multinacionales (EMN) bajo Milei. Veamos entonces a qué responde este fenómeno.

Salida anunciada

Lejos de ser un fenómeno específico del período, la liquidación de activos de EMN viene de hace tiempo, por lo menos desde la pandemia. Bajo el mandato de Alberto Fernández ya se retiraron firmas como Petrobras, Itaú o Falabella. En estos últimos dos años, se sumaron salidas efectuadas o avisos de ventas de activos de petroleras como Exxon o Raizen (operadora de Shell en el país), comercializadoras como Makro o Carrefour, fabricantes de diversos productos (Clorox, P&G, Mercedes Benz, Profertil, Loma Negra), del sector financiero (HSBC), gastronomía (Burger King, dirigido por el consorcio mexicano Alsea), servicios (Telefónica, Paramount). Detrás de este proceso, se suelen esgrimir ciertas motivaciones relacionadas con factores hasta cierto punto ajenos a la Argentina. Es decir, con la estrategia global de las firmas. Hay una tendencia de parte de grandes jugadores internacionales en distintas actividades, que privilegian mercados específicos, con cierta solidez en variables claves, antes que la expansión hacia destinos inciertos. Evidentemente, estos conglomerados se “achican” en términos geográficos, para privilegiar una mayor rentabilidad en plazas claves, más seguras para los negocios. Es posible que esto sea síntoma de un cambio de coyuntura, mostrando el fin de un ciclo expansivo del mercado mundial y presagiando un posible ajuste a escala global. Algo de eso se puede percibir en la evolución de la inversión extranjera directa (IED) en la región durante los últimos años. En 2024, la IED neta en América Latina fue un 9% menor que en 2023, y 28% menor que a comienzos de la década de 2010. La mayor parte de los países de la región registraron caídas en 2024 (con excepciones como Brasil o Perú); siendo los casos más paradigmáticos de esta caída, entre los países relevantes de la región, Chile (-23%), Colombia (-39%) y Argentina (-59%). La inversión en recursos naturales fue el único sector que en el país experimentó un incremento. Pero para el resto, la situación parece acentuarse. En lo que va de 2025, el BCRA informó una salida neta de 1.520 millones de dólares en el apartado, siendo la primera vez que este indicador registra números negativos desde 2003.

Si bien la región vio disminuir el ingreso de IED, lo que ocurre en nuestro país es especialmente agudo. A pesar de la prédica del gobierno y de los incentivos que se supone buscan atraer capitales del exterior (como el RIGI, el intento de reforma laboral, las desregulaciones comerciales, cambios en materia impositiva, etc.), la respuesta empresaria no es la esperada. Las EMN se quejan de la inestabilidad político – económica (inflación, restricciones cambiarias), elevados costos, y la notable caída del consumo junto a la reducción de rentabilidad. En efecto, este último parece ser un punto relevante.

Un mercado sin atractivo

Una de las principales razones parece estar en los problemas de rentabilidad asociadas al mercado argentino. Como ejemplo, el grupo Carrefour expresaba en su informe económico de 2024 que la filial argentina tenía un elevado peso en el costo financiero del consorcio, junto a caída en sus ventas; y si bien la firma francesa logró beneficio, su tasa de rentabilidad fue baja. En el caso de la mexicana Alsea, su Informe Trimestral de fines de 2024 presentado a la Bolsa de México, señala que el EBITDA (una forma de medir la rentabilidad empresaria), cayó en Sudamérica un 17%, empujado por la depreciación del peso argentino y la contracción del consumo en nuestro país. Las ventas cayeron 1,5%, también explicado por el papel de Argentina. Algo similar manifestó SHV Holdings (el consorcio neerlandés que controla al mayorista Makro), con 12,6% de caída en ventas. Otras EMN también redujeron su volumen de despacho, como Raizen (Shell) que, aunque no informó pérdidas, decidió iniciar un proceso de venta de activos locales para redirigir inversiones a otros destinos. Quizás paradójicamente (porque el gobierno apostaba a que el resultado fuera el opuesto), los analistas coinciden en que la reducción de la brecha entre el dólar oficial y los financieros producto de la política macroeconómica, abarató el “costo” de liquidación de activos locales para salir de la operación. En ese aspecto, parece vislumbrarse una reedición del fenómeno de “argentinización” que se dio bajo la última dictadura militar: la compra de estos negocios por parte de grupos locales, con poca capacidad de competir a escala global, pero que pueden conformarse con la menor rentabilidad del mercado doméstico en relación a las más atractivas del globo, algo que las EMN parecen no aceptar. O bien, empresarios que apuestan a una posible recuperación del consumo; al menos, mediante la recomposición de restricciones a las importaciones que les posibiliten “pescar en una pecera”. En una economía en decadencia que no atrae inversiones a excepción de sectores muy específicos como los primarios, el camino capitalista alternativo es la reconstrucción de un empresariado migajero, incapaz de impulsar las fuerzas productivas nacionales. Un proceso de reconstrucción de capacidades productivas precisa otras condiciones: un estado de otro tipo, planificador, socialista, que organice la asignación de recursos para expandir la producción de riqueza, las exportaciones y el consumo. Es necesario volver a discutir el desarrollo sobre estas bases.

* Por Damián Bil (investigador CEICS y miembro de Vía Socialista).-

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