El golpe al bolsillo no aflojó para quienes ya transitan la edad jubilatoria. En la Ciudad de Buenos Aires, una pareja mayor que intenta sostener una vida digna lidia con un costo de vida que se disparó hasta un punto insólito: deben juntar el equivalente a seis jubilaciones mínimas para llegar a fin de mes, aun cuando viven en su propia casa.
Los números surgieron del informe que elaboró la Defensoría del Pueblo porteña, conducida por María Rosa Muiños. El trabajo muestra cómo la canasta para dos personas mayores que alquilan escaló en octubre hasta los 1.932.067 pesos, muy por encima del haber mínimo que quedó en torno a los 340.000 pesos. Entre medicamentos desregulados, servicios básicos que no paran de encarecerse y gastos cotidianos cada vez más pesados, la discusión sobre la calidad de vida en la vejez se volvió urgente en plena era Milei.
El organismo aclaró que su medición contempla consumos reales y necesarios para un estándar mínimo de bienestar: alimentación, vivienda, vestimenta, salud, esparcimiento y cuidados. En el informe aparece un pasaje clave: “La canasta alimentaria es definida a partir de una estimación propia que tiene en cuenta los requerimientos calóricos y la relación entre proteínas, grasas e hidratos que debe satisfacer la dieta de este grupo poblacional. La determinación de los servicios de la vivienda considera su tamaño y los consumos promedio”.
El detalle de la canasta para quienes alquilan muestra la presión que sienten los adultos mayores. Solo en comida necesitaron 480.445 pesos. Servicios como luz, gas y expensas sumaron 398.889 pesos. A eso se agregaron 144.134 pesos en salud y casi 200.000 pesos en bienes personales. En total, cada día demandó unos 42.601 pesos.
Cuando la pareja no paga alquiler, el panorama mejora, pero sigue siendo difícil. Una mujer en edad jubilatoria con vivienda propia necesitó cerca de 704.000 pesos mensuales, un monto que equivale a más de dos haberes mínimos. La salud privada, en tanto, directamente rompió cualquier presupuesto: una prepaga para una sola persona rondó los 600.000 pesos y para dos adultos mayores llegó a 1.183.000.
Otro punto alarmante aparece en la evolución del precio de los medicamentos. El Índice de Precios de Medicamentos (IPM) de la Defensoría, que monitorea nueve tipos de productos esenciales, marcó en octubre un aumento del 1,7%. En el informe se subrayó que “Hubo 2 componentes que registraron aumentos por encima del promedio: los psicofármacos, con una suba promedio del 2,4%, seguidos por los antibióticos y antisépticos, con el 2,2%. Esos dos tipos de medicamentos también mostraron una variación acumulada superior a la del IPM”.
Los antibióticos y antisépticos treparon a 11.100 pesos en noviembre; los psicofármacos subieron a 12.000; y las vitaminas quedaron cerca de 13.000 pesos. Desde julio, cuando empezó a medirse el índice, la suba acumulada llegó al 6%, con los antibióticos y antisépticos a la cabeza (8%).
En un escenario donde cada gasto presiona, el informe dejó expuesto lo que viven miles de jubilados todos los días: sostenerse se volvió un desafío que crece mes a mes, y que empuja a buena parte de la población mayor a depender de ayudas familiares o endeudarse para cubrir lo más elemental.
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