El gobierno de Javier Milei atraviesa un escenario crítico que combina corrida cambiaria, recesión profunda y pérdida de credibilidad política. Para sectores influyentes del establishment, la gestión libertaria “ya es Macri”, pero en versión acelerada, cuando todavía resta más de la mitad del mandato. El Círculo Rojo considera que el Presidente perdió centralidad y que su única carta es pedir apoyo financiero a Estados Unidos, en un viaje que lo llevará esta semana a reunirse con Donald Trump.
En paralelo, la crisis se hizo visible en el ámbito empresario. Durante una jornada organizada por Coninagro en la Bolsa de Cereales, los gobernadores Axel Kicillof y Maximiliano Pullaro acapararon la atención, mientras que el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, admitió: “cometimos muchos errores, pero piensen de dónde venimos”. El reconocimiento expuso el desgaste de un funcionario que quedó como vocero solitario de una gestión sin respuestas.
Entre los ejecutivos circula, incluso, una hipótesis improbable: que Juan Schiaretti obtenga una banca en las elecciones de octubre, reemplace a Martín Menem en Diputados y se convierta en figura de transición. Más allá de lo poco realista, la versión muestra hasta qué punto se multiplican las alternativas que excluyen al oficialismo.
Un modelo en retroceso
La comparación con Mauricio Macri es inevitable. Al expresidente le llevó hasta 2018 perder credibilidad ante los mercados, mientras que Milei enfrenta esa situación apenas a un año y medio de gestión. Luis Caputo ya consumió reservas del blanqueo, de la cosecha de soja y préstamos del FMI. Según operadores de la City, el ministro admite en privado que solo dispone de unos 4800 millones de dólares para sostener la cotización. En los últimos días el BCRA perdió 1100 millones en tres jornadas, un ritmo que enciende todas las alarmas.
La expectativa devaluatoria ya se da por hecha en el empresariado. “Lo descartamos, ya está pasando, de hecho”, aseguró un dirigente de la Unión Industrial Argentina. Dos grandes compañías del sector alimenticio ya proyectan el 2026 con un dólar cercano a los 2000 pesos, muy por encima de las metas que figuran en el Presupuesto oficial.
Consumo en caída y empleo en riesgo
El derrumbe en las ventas atraviesa a todas las ramas de la economía. La Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios (COPAL), que agrupa a gigantes como Arcor, Molinos y Coca Cola, anticipa que el 2026 será aún peor que este año. Una de las principales alimenticias nacionales reconoció que “se desplomó la venta de polenta” y que rubros como cervezas, harinas y arroz siguen sin repuntar.
Los aumentos de precios se aceleran pese al intento oficial de frenar el dólar. Unilever, Coca Cola, Molinos y otras empresas ya enviaron listas con subas de entre 3 y 7 por ciento, a lo que se suman recortes en promociones y descuentos. Con salarios golpeados y consumo frenado, la devaluación indirecta se siente en cada góndola.
El impacto en el empleo es directo. El Instituto Argentina Grande, que conduce Gabriel Katopodis, reportó que se destruyeron casi 115 mil puestos de trabajo registrados desde noviembre de 2023. La construcción y la industria concentran la mayor parte de la pérdida.
Apuesta externa y dudas internas
Mientras tanto, Milei prepara un encuentro clave con Trump y con la titular del FMI, Kristalina Georgieva. Caputo busca un nuevo auxilio de al menos 10 mil millones de dólares, que el Gobierno intentaría canalizar sin pasar por el Congreso. Sin embargo, en el sector empresario advierten que el problema excede la liquidez. “Es un esfuerzo estéril, lo que no hay acá es confianza, le pueden poner un caño directo con canilla libre de dólares e igual lo van a correr”, evaluó un dirigente de la UIA.
La próxima semana llegará también una misión del FMI a Buenos Aires para reunirse no solo con funcionarios, sino con gremios, empresarios y exministros de Economía. El organismo quiere escuchar voces fuera del oficialismo, un gesto que marca la magnitud de la incertidumbre.
En ese clima, la gestión libertaria aparece atrapada entre la presión del mercado y la falta de herramientas políticas. Para el poder económico, el desenlace es cada vez más previsible: el Gobierno de Milei perdió la confianza mucho antes de lo que ocurrió con Macri.
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