12 de octubre de 2025

Crisis textil: la mitad de las fábricas están paralizadas y se perdieron 12.500 empleos

La apertura indiscriminada de importaciones, la caída del consumo y los altos costos internos golpean a un sector clave.

La industria textil atraviesa uno de sus momentos más delicados. Empresarios del rubro alertaron que la mitad de las plantas frenó su producción, unas 380 pymes bajaron la persiana y se perdieron 12.500 puestos de trabajo en actividades que, en muchos casos, sostenían oficios transmitidos por generaciones.

El escenario combina tres factores que, juntos, profundizaron la crisis: un tipo de cambio apreciado que encarece la producción local, una estructura impositiva pesada y la decisión del Gobierno de liberar el ingreso de productos terminados desde el exterior. Hasta los envíos de hasta US$ 400 entran sin pagar aranceles ni impuestos y, además, con flete gratuito.

En este contexto, el volumen importado se disparó. Solo en el último año ingresaron bienes textiles por US$ 8.100 millones. Las prendas terminadas aumentaron 160% y los textiles 109%. A la par, se abrieron 14.000 nuevos CUIT para importar, mientras que el Estado dejó de recaudar US$ 120 millones en aranceles.

La caída del consumo interno terminó de empujar al sector hacia el abismo: las empresas redujeron sus márgenes un 14,5% en textiles, intentando sostener la producción frente a la avalancha de productos extranjeros baratos.

“Estamos en niveles de piso históricos en materia de Utilización de la Capacidad Instalada, con récords de importaciones en todos los eslabones, con la peculiaridad, que ingresan a precios históricamente bajos, sin valores criterio y sin control. La consecuencia es clara, estamos fomentando la economía informal. Y a eso le sumamos a quienes producimos, nos suben los costos en dólares y nos ponen cada vez más en desventaja. No estamos en contra de competir, competir nos hace bien, nos hace mejores, pero debemos competir en igualdad de condiciones”, señalaron los empresarios del sector.

La preocupación crece entre industriales que advierten que Argentina va “a contramano del mundo”, al abrir sus fronteras en un contexto de contracción del mercado interno y sin políticas de resguardo para la producción nacional.

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