Argentina posee una de las mayores reservas de gas no convencional del planeta. Sin embargo, esa riqueza energética contrasta con la realidad que atraviesan miles de familias que afrontan un invierno riguroso con cortes prolongados de suministro. El contraste entre el potencial productivo y las carencias cotidianas se volvió aún más evidente con la ola polar que dejó sin servicio a amplios sectores del país, incluyendo la ciudad de Mar del Plata, donde se suspendieron actividades educativas, comerciales e industriales.
El corazón de esta paradoja se encuentra en la formación Vaca Muerta, la segunda reserva mundial de shale gas. A pesar de que la producción batió récords históricos durante el último año, la infraestructura necesaria para transportar y distribuir el recurso quedó a mitad de camino. La decisión del gobierno nacional de detener proyectos clave profundizó el descalce: mientras el gas se extrae, no logra llegar a los hogares.
Una de las medidas más controversiales fue la interrupción de obras estratégicas como la reversión del Gasoducto Norte y la construcción de plantas compresoras que permitirían duplicar la capacidad de transporte del Gasoducto Néstor Kirchner. Según cálculos oficiales, completar esos trabajos demandaba una inversión de aproximadamente 1.020 millones de dólares, pero la demora obligó a la Argentina a importar combustibles líquidos y gas licuado a precios tres veces mayores que los del mercado interno, agravando la escasez de divisas.
“Se suspendió la provisión de gas en las estaciones de GNC y se suspendió la actividad industrial. También los shoppings y las actividades que tengan que ver con gastronomía y cafetería nocturna, además de una serie de medidas como la suspensión de clases, gimnasios, piletas con calderas, o recreativa, deportiva y cultural”, explicó el intendente de Mar del Plata, Guillermo Montenegro, cuando la ciudad quedó prácticamente paralizada por los cortes.

La emergencia expuso fallas de planificación que venían gestándose desde el cambio de gobierno. Tras la asunción de Javier Milei, el Ejecutivo optó por suspender toda la obra pública en el marco de su programa de ajuste fiscal. Eso implicó frenar la instalación de plantas compresoras en Tratayén y Salliqueló —con un avance superior al 80%— y postergar la ampliación de gasoductos esenciales para abastecer el norte y el litoral. La reversión del Gasoducto Norte incluía trabajos en más de 180 kilómetros de tendido y modificaciones en estaciones compresoras ubicadas en Córdoba, Santiago del Estero y Salta. La demora terminó teniendo un costo aún mayor: durante 2024, el Estado destinó más de 500 millones de dólares en compras de gas licuado que podrían haberse evitado.
En paralelo, Bolivia redujo a un sexto sus exportaciones hacia Argentina, priorizando la provisión a Brasil. Esto obligó a recurrir a cargamentos de GNL y gasoil importado en medio de temperaturas extremas que, según datos oficiales, marcaron las mínimas más bajas en tres décadas.
Mientras tanto, la Secretaría de Energía anunció que las obras pendientes se reanudarán bajo esquemas de financiamiento privado, amparadas en el Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI), contemplado en la Ley Bases. El segundo tramo del Gasoducto Néstor Kirchner, que debería llegar a Santa Fe, es considerado esencial para cubrir la demanda local y proyectar exportaciones al sur de Brasil, donde las industrias se muestran interesadas en el gas neuquino.
El déficit de infraestructura se combinó con una ola de frío que disparó la demanda. Según el Ente Nacional Regulador del Gas (ENARGAS), se registró un consumo diario superior a los 100 millones de metros cúbicos, un 25% más que el año pasado. Frente a ese pico, el gobierno adoptó medidas excepcionales para priorizar a los hogares y hospitales. “Ante las temperaturas extremas registradas en todo el país —las más bajas en más de 30 años y con mínimas de hasta menos 11 grados en algunas provincias— y el consecuente incremento inédito del consumo de gas natural por parte de los hogares argentinos, el Gobierno nacional, en conjunto con las licenciatarias, dispuso un conjunto de medidas extraordinarias para asegurar el abastecimiento a los usuarios prioritarios del sistema: residencias, hospitales y establecimientos educativos”, comunicó la Secretaría de Energía.
En Mar del Plata, la falta de presión obligó a suspender clases y a cerrar comercios. Técnicos de Camuzzi detallaron que el sistema corta automáticamente el suministro cuando detecta caídas abruptas de presión, y recordaron que “la reconexión requiere intervención manual”. La empresa pidió a los usuarios no intentar restablecer el servicio por cuenta propia y comunicarse al 0810-666-0810 para que personal habilitado realice la verificación de seguridad.
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