24 de octubre de 2025

Amorales

“El mundo pertenece a los estúpidos,
los insensibles y los agitados:
incapacidad para pensar,
amoralidad y excitabilidad nerviosa”.
Fernando Pessoa

Candidatos financiados por el narcotráfico; militantes femicidas; legisladores que le roban parte del salario a sus empleados; funcionarios coimeros; cuadros políticos violentos y armados, diputados provinciales pedófilos; estafadores estatales, dirigentes víctimas de consumos problemáticos y un presidente jaqueado por la corrupción, la ignorancia y la locura… ¿Qué puede salir mal?

La descripción -algunos dirán es fruto de la inquina- se queda corta; apenas si incluye algunas de las máculas sobre las que se desliza el partido de Gobierno. El mismo que les quita los medicamentos a los niños con cáncer, apalea y tortura a los viejos en ese teatro de guerra en el que han convertido las inmediaciones del Congreso de la Nación; regala los recursos naturales a potencias extranjeras y vacía el único reaseguro de desarrollo que tiene el ciudadano: la educación. 

Desde antes de ser confirmado en ballotage por el 56% de los votos, analistas y pensadores -de esos pocos que todavía ejercen-, se vienen preguntado sobre motivos que llevaron a la presidencia de la Nación a un energúmeno que hizo campaña con una motosierra en la mano, prometiendo destrucción y dolor. La mayoría coincidió en que siempre se encuentra un roto para millones de descosidos y, el fallido gobierno de Alberto Fernández sumado a la pandemia, operó como pequeña tijera corta hilván sobre un importante sector de la sociedad.

Dos años más tarde, la naturaleza del voto ha mudado. Hoy, los que sostienen la flaca expectativa de La Libertad Avanza se sitúan en los sectores medio y medio alto… “deben ser los gorilas, deben ser”, cantaban en la “Revista Dislocada” originaria. La masa de jóvenes sin trabajo ni esperanzas que los acompañó en 2023, ahora los rechaza. Eso no quiere decir que elijan al peronismo. Muchos juran que no irán a votar. Pero otros se acercan a las mesas callejeras de Fuerza Patria, piden folletos, interrogan, escuchan… Abren esa ventana de futuro que hasta no hace mucho parecía clausurada. Permiten que ingrese un aire nuevo. Respiran. Seguramente no para estas elecciones, que sin lugar a dudas son fundamentales: para la Argentina que vendrá… que será su hogar.

Pa’l cachetazo

Con un tono similar al de Carlos Bilardo cuando explicó que había brindado con una bebida energética y no con champagne (“era Gatorade, señorita”), el inefable Tío Donaldo encaró a la, para él, atrevida cronista. “Si puedo ayudarlos a sobrevivir en un mundo libre… Me gusta el presidente de Argentina, creo que está haciendo lo mejor que puede. Pero no hables para que parezca que les va genial. Se están muriendo. ¿De acuerdo? Se están muriendo”.

No se llega a comprender acabadamente la estrategia del norteamericano respecto de Milei. Parece Minguito Tinguitella diciendo “te levanto una lápida o te hago un buraco así”. Lo que queda claro es que el Papadas, a esta altura, es menos relevante que la presidenta de AmChan para los Estados Unidos. Nuestros hermanos del Norte han colocado a Scott Bessent como ministro de Economía y Finanzas en la diáspora, Regidor y, acaso, también como Virrey, si nos atenemos a la consigna No Kings con la que marcharon casi diez millones de estadounidenses para protestar por las políticas y la forma de gobernar de su rubicundo Presidente. 

Se sabe que el mayor problema que enfrenta Trump es él mismo. Pero la selección de la pieza con la que intenta mover sobre el tablero de ajedrez geopolítico de estos confines de Sudamérica, también constituye un dolor de cabeza. Porque las destrezas gubernativas del elegido no alcanzan ni para peón. Tan es así que, a pesar de las diarias amenazas (cuya escalada de violencia, por ahora discursiva, se ha vuelto prácticamente intolerable), no agita el amperímetro del Mercado que sigue con su estrategia devaluadora. Aun cuando el secretario del Tesoro, a la confirmación del swap por 20.000 millones de dólares, haya atado un ultimátum: “No queremos otro Estado fallido en América Latina”. Ese “no queremos” huele a intervención en algo más que la economía.

El dictador atolondrado, sin embargo, sigue circulando por los bordes (un verdadero borderline). La naturaleza misma de su bipolaridad lo lleva a pasar de la máxima euforia a la más profunda depresión, sin solución de continuidad. Ahora, que está asustado porque en sus recorridas de campaña no puede ni bajarse del auto que lo traslada, jura y perjura que se va a portar bien. Pero, por las dudas, no hace los deberes y, si el domingo a la noche percibe un atisbo de que su suerte pueda cambiar, lo veremos nuevamente reclamando el Nobel de Economía, rompiendo los pactos de integración del gabinete con sus aliados y asegurando que el suyo es el mejor gobierno en los últimos 2.000 años.

La impotencia

Más que a un pato rengo, Milei parece el cosplayer del Gallo Claudio… pero paralítico. Suma rechazos y fracasos políticos en todos los niveles del Poder. Todos se le animan. Pero como buen mitómano, elude o ignora las señales: paga notas en los medios de comunicación afines donde le hace la interviú uno de los tantos periodistas cabeceadores (los vieron, ¿no? El tipo dice una barbaridad y el entrevistador cabecea afirmando) y de esa manera consolida su falacia. Para él. Hacia su interior. Como un niño… tonto.

Alcahuete consuetudinario y copión, nuestro presidente -el más cholulo de la historia del mundo- intenta imitar el modelo del Peluca Rubia actuando como un verdadero autócrata. Las leyes, cuyos vetos fueron rechazados por el Congreso y por lo tanto se vio obligado a reglamentar, tienen la trampa de citar un artículo según el cual los legisladores deben indicarle cual es la fuente de financiamiento. Y, de esa manera, no las ejecuta. La falta de Presupuesto por segundo año consecutivo lo ampara. La realidad lo expone: acaba de regalarle 1.500 millones de dólares a 5 cerealeras pero… no hay plata.

Sin embargo, esos artilugios no evitan que sepa (no por él, por los que lo controlan) que este gobierno está terminado y que, si tiene una oportunidad (si la tiene… aún no se sabe) está ligada a un golpe de timón: nuevos ministros y también, nuevas estrategias y políticas. Esa imaginería apantallada desde Washington le otorga los pocos momentos de tranquilidad en los que se siente seguro: “La mayoría de los cargos del país están ocupados por fascistas de confianza. Lo que no hagan por fidelidad, lo harán por temor, ya que no ignoran que se les fiscaliza. La traición se castiga terriblemente”, explicaba il duce Benito Mussolini. No está claro que Milei conozca la cita, pero sí está al corriente de las prácticas tiránicas y totalitarias.

Peronautas

De este lado de la vida, en la noche del domingo, las mieles del triunfo se expresarán en su verdadero sabor: esa intensa dulzura que, al final, muy en el fondo, se acentúa con cierta acidez… un agrio casi oculto. El debate de los vencedores vencidos será cuestión de comunicación y pase corto. Lo que vendrá es el honesto significante que enfrenta el peronismo.

Un amigo mexicano, que sigue desde hace años el devenir de los sectores nacionales y populares de la política vernácula me comentaba, a través de las redes, sobre la relevancia que por aquellos pagos, se le otorga a la cuestión de la unidad. Nuestra experiencia no ha sido feliz en ese sentido. Sin un plan, un compromiso programático, una carretera ideológica, la idea de unidad no va más allá del pacto de falsas buenas intenciones: cambiar de collar para no tener que cambiar de perro. Justo, además, en un tiempo en el que Angüeto, el fantasmal can que paseaba Carlitos Balá, adquiere nueva dimensión bajo la figura de Conan.

Se hace evidente, entonces, que los decisores serán quienes empujen desde abajo. La vetusta, decadente y agotada superestructura, prisionera de sus miserables prebendas y su mezquina cuota de poder vicario, hará lo indecible por “permanecer y transcurrir”, como nos advertía Eladia Blázquez en los inicios de los maravillosos ´80s.

Argentina, y la Región en general, atraviesan un grave momento, sobre todo desde que el delirante de Trump ha vuelto sus ojos cansados de derrotas en Oriente hacia “América”, como les gusta llamarnos a los Yankees. Y esa mirada es de las que secan campos. O los incendian. Los que destruyen, queman, saquean y matan son siempre los ejércitos en retirada. Estados Unidos ha ingresado, no hace mucho, en su espiral de ocaso.

Por Carlos Caramello.-

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