“Habréis duplicado el cúmulo de los vicios
Marqués de Sade
y no habréis conseguido que florezca una sola virtud”
No va a alcanzar con arrodillarse. Algo más le van a pedir y, seguramente, no será que entregue a Karina. Tanto cariño, tanta bondad tiene que tener un precio, fundamentalmente en el mundo de Javier Milei en donde “nada es gratis, alguien lo tiene que pagar”. Y, seguramente, el Papadas está pensando en que paguemos los argentinos.
La jugada del jueves, inédita, tan perversa como brillante, exhibe con crudeza la entrega, el envilecimiento de un gobierno y, sobre todo, de un presidente que, como ya dijimos, nunca quiso gobernar. Y ahora que consiguió un Virrey, está chocho. Si andan diciendo que hasta mueve la patita y hace el muertito.
En un artículo brillante de Luciana Glezer en La Política Online, se destapa la olla donde se cocina esta entrega: Scott Bessent tiene un amigo que se llama Robert Citrone (¿amigo o socio?) que estaba timbeando acá en la Argentina con su fondo Discovery Capital, y venía ganando, promedio, dos millones de dólares por día. Pasa que el viejo Rob no se retiró a tiempo y, debido a la corrida, podía quedar pegado con una gran cantidad de bonos que compró a precios miserables. Por eso, el Tesoro de los Estados Unidos salió a jugar a través de un banco privado (el Santander) y vendió dólares (compró pesos sería una manera irónica de explicarlo). Con esto y el prometido swap de 20.000 palitos verdes, el secretario del Tesoro yankee abre la compuerta para que Citrone y otros financistas puedan vender a buen precio y cambiar las pérdidas por ganancias.
Un par de detalles que se suman a esta jugada que tiene a medio mundo azorado: intervienen el FMI, el Tesoro de EEUU, un banco privado y los fonditos buitres (digo fonditos porque ninguno es Black Rock, hasta donde se). El otro detalle es que Discovery Capital Managment tiene dos dueños: uno es el ya mencionado Citrone, la otra, Tania Reif, que viene a ser la esposa de José Luis Daza, el chileno que opera de vice ministro de Economía. Salvo a Milei y hago negocios personales, no se si me explico. Ya lo dijo Bessent con todas las letras: “Argentina es rica en tierras raras y uranio. Y China va a tener que volver a comprarnos soja a nosotros”.

Sin Vergüenza
Canta mal. Gobierna peor. Y ahora que su estrella ha eclipsado, el show es una tortura que se suma a todas las que viene imponiéndonos desde el inicio de su mandato. Antes, incluso. Cuando luego de ganarle a Patricia Bullrich y llegar al ballotage, comenzó a charlar con los grandes empresarios sobre la apertura de precios y controles generando, así, el primer golpe inflacionario que hoy trata de cargarle al gobierno de Alberto que, es verdad, no hizo casi nada bien, pero no es responsable de los aumentos de precios en los estertores de su presidencia.
Atravesamos el período del segundo Milei. El que ha quedado expuesto en su falta total de talento pero, además, en su incapacidad para percibir el humor social: un mentecato que cree que lo ovaciona una sociedad que lo abuchea; un ignorante que no sabe ni sumar pero pide el premio Nobel de Economía; un estúpido que organiza caravanas de campaña electoral insultando a los vecinos.
Hay un nivel de confusión tan grande; un campo de Agramante tan evidente; un dislate tan claro que los que de verdad mandan deberían encontrar la manera de ponerle fin. Por ellos mismos. En salvaguarda de sus intereses. En defensa propia… El que trajo al borracho a la fiesta, que se lo lleve.

Festi-Feo
Sin la intención de discutirle al Dr. Nelson “Hubris” Castro su hegemonía en el tele-diagnóstico de presidentes, me permito afirmar que Javier Milei es, a todas luces, la suma de diferentes psicopatías. A su ostensible megalomanía -que lo lleva a creer que puede cantar, o gobernar, por ejemplo-, hay que sumarle una profunda mitomanía de la que surgen algunas de sus más férreas y controvertidas afirmaciones: “saqué a doce millones de personas de la pobreza”, “salvé a la Argentina de una inflación del 17.000 por ciento”, “lo consulto con Conan” y la más reciente: “voy a bañarme y a vestirme de presidente”.
Esas patologías, a las que cualquier psicólogo de base podría sumar media docena más, hacen del personaje un dechado de virtudes para los que hacía rato andaban buscando un colifa capaz de cumplirles sus sueños húmedos sin hesitar: desguace del Estado, recortes de derechos -sobre todo laborales y previsionales- y una reforma tributaria que vuelva al sistema aún más recesivo. Claro, sin que tuviera pruritos políticos, como Menem; debilidad de carácter, como De la Rúa o, una ambición desmedida, como Macri.
Milei calza como un guante con el perfil deseado: por un par de pesos que recauda Karina por izquierda, cierto reconocimiento público (es un cholulo consumado) y el financiamiento de un mega recital al año (mega en sus fantasías, en realidad no pudo llenar el Movistar Arena ni movilizando con colectivos desde diferentes puntos del país), el tipo hace deberes tales como “regalar” una fracción del predio histórico del Regimiento Patricios o tratar entregar Nucleoléctrica, la empresa que opera Atucha I, Atucha II y Embalse (léase parte importante de la generación de energía de nuestro país).
El resultado es que, los que lo pusieron y aún lo sostienen, le están haciendo un verdadero “feo” a nuestro país. Pero, “qué va osté a hacerle” … se trata de los poderosos que tenemos: tipos (y minas) capaces de almorzarse la cena que, como plato principal, tiene a la gallina de los huevos de oro. Sin ir más lejos, esta semana, en la 21 edición de ProTextil, que reúne a empresarios y trabajadores del sector, la mayoría lloraron más que Espert por streaming. Alrededor de 400 empresas cerradas durante el gobierno de Milei y casi 12.000 puestos de trabajo destruidos.
Pero, lo que no se dijo (al menos en voz alta) es que los grandes perdedores son los laburantes porque muchos empresarios cerraron sus fábricas para comenzar a importar. Durante el encuentro, sin embargo, se hizo notar que “entre enero y agosto de 2025, las importaciones textiles crecieron un 63% interanual, muy por encima del promedio general. Las confecciones aumentaron 160%, la indumentaria 103% y los tejidos de punto 134%”.
El dato más significativo, sin embargo, es el que da la economista Lucía Knorre: “el último año y medio, se perdieron más de 17.600 empresas”. Una verdadera herida… de alguna manera auto-infligida porque, paralelamente, se habilitaron más de 14 mil nuevos CUITs para importar. O sea, digamos… deberíamos extinguirnos. Y con nuestro empresariado, vamos camino a eso sin necesidad de ningún meteorito.

Hato de canallas
El grupo que acompañó al Papadas desafinando fue denominado “Banda Presidencial”. Pero para el FMI y para el virrey Scott Bessent fue traducido como “Presidential Gang”. Porque más que una banda son una pandilla, una caterva de facinerosos más dedicados al abigeato, la rapiña y la piratería que a la “administración de los negocios de la Nación” como refiere la Constitución reformada en 1994, tal como lo explicamos al comienzo de esta nota.
La “banda viajera” de Caputo y su staff ha configurado una asociación ilícita de carácter internacional que tiene en Opakina Giorgieva a una de sus integrantes destacadas. La titular del FMI, esta semana, dijo que el pueblo argentino tiene que recibir el doble del ajuste con amor. “Necesitamos que la gente confié y acompañe: hay que reducir entre el 40% y el 50% los salarios y las pensiones”, se explayó, la búlgara hija de un camión de… búlgaras.
Esa jugada y el encuentro-acuerdo-masomenos entre Macri y Milei de la semana pasada ha surtido un efecto especial en ese grupo de elite conformado por políticos, empresarios y periodistas empapados hasta la ropa interior del engañoso exceso de información. Mauricio parece haber dado una señal con su toma de distancia (partió rumbo a Madrid apenas unas horas después de la reunión y ató cualquier conversa a los resultados del 26 de octubre) pero el “círculo rojo” está demasiado enceguecido como para detectar signos. Se han vuelto tan angurrientos; se han cebado de una manera tan brutal que tornaron en más boludos que de costumbre y quieren (necesitan) creer lo que no existe.

Barranca democrática
Vertiginoso. Así se ha vuelto el devenir en esta Argentina al borde del ahogo en muchos sentidos. Es tal la velocidad y el encadenamiento de noticias y sucesos que la comprensión tiende a dejarle paso al asombro. Un país con la boca abierta observa, por ejemplo, que los grandes medios concentrados hacen malabares desde sus títulos y sus editorialistas para generar la idea de que Milei aún tiene posibilidades en las urnas de octubre. Sacan cuentas estrambóticas; convocan a sesudos analistas para hacerles decir lo que no dicen; titulan a contramano de la realidad; hacen maquiavelismo a la violeta.
El golpe de José Luis Espert fuera de las listas pero con su foto en la boleta única (es de esperar que cuando los votantes lo vean recuerden que su campaña fue financiada por un tipo acusado de narcotráfico y lavado de dinero en los Estados Unidos); las sucesivas derrotas en el Congreso (aunque algunos radicales y los gobernadores que dicen ser oposición pero juegan para el Papadas le dieron una manito con la ley que acotaba los decretos de necesidad y urgencia), las internas en La Libertad Avanza (Lilia Lemoine y Marcela Pagano peleándose como gatos, Guillermo Francos pidiendo que Santiago Caputo ponga la mocha y no opere libre de culpa y cargo) y el nerviosismo evidente que les provocan los constantes repudios (el presidente contestando destemplado a un entrevistado, el jefe de Gabinete haciéndole fuck you a un ciudadano que protestaba) parecieran no significar nada para analistas que imaginan que, si Milei consigue el 45% en las próximas elecciones, puede soñar con 2027. Si Milei consigue ese porcentaje, lo que puede soñar es con una Argentina vacía, porque el exilio va a ser obligación, como durante los oscuros años entre 1976 y 1983.
Urgente y estéril se ha vuelto nuestra realidad. Tanto que, estas palabras pensadas y escritas apenas con tiempo para no traicionarme pueden ver la luz de su edición con la fecha de vencimiento cumplida. Y así, no se puede.
Por Carlos Caramello.-
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