La reorganización de despachos en el Senado derivó en un episodio bochornoso que sacudió al oficialismo. María Emilia Orozco, senadora nacional de La Libertad Avanza por Salta y alineada con Karina Milei y el entorno de los Menem, intentó quedarse con una oficina que no le correspondía y quedó expuesta tras colocar un cartel apócrifo con su nombre.
El conflicto se dio en medio del malestar generalizado que atraviesa la Cámara alta por la distribución de espacios definida por la vicepresidenta Victoria Villarruel al inicio del nuevo período legislativo. La titular del Senado decidió intervenir de manera directa en el reparto de oficinas y dispuso que los legisladores salientes devolvieran despachos y mobiliario antes de concluir sus mandatos, una estrategia que buscó ordenar la transición pero terminó alimentando fricciones.
Mientras el Gobierno concentra sus esfuerzos en destrabar el Presupuesto y sumar respaldos para la reforma laboral, en el Senado crecieron los cortocircuitos internos, lejos de la agenda pública. En algunos casos, los acuerdos informales entre senadores facilitaron el traspaso de oficinas. En otros, la ansiedad por asegurarse un lugar generó escenas de tensión y escándalo.

El caso de Orozco sobresalió por la maniobra utilizada. La legisladora colocó una réplica casi idéntica de la cartelería oficial del Senado para adjudicarse un despacho ubicado en el edificio de la ex Caja de Ahorro, un inmueble que, pese a no formar parte del Palacio Legislativo, también despierta disputas por su ubicación y características. El espacio pertenecía a la senadora peronista Nora del Valle Giménez.
Cuando las autoridades administrativas detectaron la irregularidad, convocaron a Orozco y le informaron que la asignación de oficinas dependía exclusivamente de una resolución firmada por Villarruel. Días más tarde, un decreto formal definió el destino final de la legisladora libertaria: dos despachos en el tercer piso del Anexo, lejos del lugar que intentó ocupar.
El episodio se sumó al descontento de sectores libertarios que cuestionan las concesiones realizadas por la vicepresidenta, quien habilitó oficinas dentro del Palacio Legislativo para figuras aliadas como Patricia Bullrich, el neuquino Pablo Cervi y Agustín Monteverde. Esa decisión profundizó la interna con el núcleo más duro del oficialismo.
En ese clima, otra senadora cercana a Karina Milei, la neuquina Nadia Márquez, también elevó su reclamo para acceder a un despacho en el edificio principal del Congreso. Sin éxito, debió conformarse con una oficina en el quinto piso de la ex Caja de Ahorro, una señal de que Villarruel mantiene firme el control sobre la distribución de espacios.
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