La actividad turística atraviesa uno de los momentos más duros de la última década. Con el bolsillo de la gente hecho polvo por las políticas económicas de Javier Milei, la ocupación hotelera quedó por debajo del 50% en plena temporada de invierno y el sector pierde alrededor de diez empleos por día, según datos de la Asociación de Hoteles de Turismo (AHT).
El retroceso no sorprende a los operadores del rubro. La caída del poder adquisitivo volvió inestable la demanda y dejó a gran parte de los establecimientos sin margen para sostener plantillas fijas. A eso se suman costos que corren más rápido que la inflación: tarifas eléctricas con aumentos de hasta 400%, alquileres que trepan hasta 500% y un público que recorta salidas, escapadas y estadías.
En ese escenario, la contratación eventual se transformó en una herramienta cotidiana para hoteles y agencias de turismo. Firmas como Adecco Argentina remarcan que este esquema les permite a las empresas reaccionar con rapidez ante los altibajos del movimiento turístico y, sobre todo, evitar que la crisis arrase con más empleo formal. “En momentos en que la ocupación es más volátil que nunca, la contratación eventual no es un parche sino una estrategia inteligente para preservar el empleo formal, adaptarse a la demanda cambiante y prepararse para la recuperación”, señaló Paula Navarro, Gerente de la División Hoteles, Turismo y Eventos en Adecco.
Los números globales del sector muestran otra tensión: la WTTC calculó que en 2024 el turismo aportó unos USD 36.000 millones al PBI y sostuvo casi 956.000 empleos directos. Para 2025 anticipan un leve rebote hasta los USD 39.000 millones y una meta de más de un millón de puestos. Sin embargo, la calle va por otro lado: la demanda interna se derrumba y las empresas responden con esquemas de trabajo flexibles para no cortar servicios.
Según coinciden operadores y consultoras, la eventualidad también empuja a la formalización laboral. Muchos de esos ingresos se registran con sus beneficios correspondientes, lo que resulta clave en un mercado que se achica día tras día. Para quienes gestionan hoteles, agencias y prestadores, combinar personal fijo con eventuales y planificar la estacionalidad es la única manera de mantener cierta estabilidad en un contexto que no da tregua.
Hoteles históricos que bajaron la persiana
El impacto ya se vio en cierres que sacudieron a provincias enteras. En julio, “El Molino”, de Victoria, y “Posta del Sol”, de Paraná, apagaron sus luces. La Uthgra confirmó ambas clausuras y advirtió que la crisis golpea incluso a establecimientos con décadas de trayectoria. “Los clientes nuestros son los trabajadores de las otras economías, con lo cual cuando el escenario es malo dejan de volcar sus inversiones en nuestra actividad. Estamos viviendo una pandemia sin virus», sostuvo el secretario general de Uthgra Paraná y director del Empatur, José Trlin Carelli.
La situación también tocó fuerte a la ciudad de Córdoba. A comienzos de noviembre, el Hotel Cristal echó a todo su personal y desalojó a quienes estaban alojados. Un exempleado relató que “aparecieron un par de escribanos, abogados y personal de seguridad que desalojaron el hotel, tanto a los ocho empleados presentes como a los huéspedes que estaban alojados. Entregaron una notificación y cerraron el edificio”, hoy tapiado con placas de madera.
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