El CEO global de JP Morgan, Jamie Dimon, llegó a Buenos Aires el miércoles pasado acompañado por una comitiva de directivos con la mira puesta en negocios locales tras las elecciones. El banco organizó un cóctel en el Teatro Colón para agasajar a la delegación y, al día siguiente, Dimon sostuvo encuentros reservados con autoridades nacionales: por la mañana mantuvo una reunión privada con el ministro de Economía, Luis Caputo, y, por la tarde, participó de una cena donde estuvo el presidente Javier Milei junto a Pablo Quirno y representantes del banco.
La presencia del banco neoyorquino en el círculo oficial no resulta nueva: varios funcionarios de la actual gestión pasaron por JP Morgan antes de ingresar al Estado. Luis Caputo tuvo a su cargo áreas de trading en la entidad durante la década del ’90; Santiago Bausili acumuló más de una década en mercados de capitales; José Luis Daza integró el grupo de investigación de Mercados Emergentes; y Pablo Quirno trabajó 17 años en la firma, incluso con una etapa en Nueva York en fusiones y adquisiciones para la región. Otros cuadros, como Vladimir Werning y Demián Reidel, también registran paso por la firma en distintos roles vinculados a mercados emergentes y banca de inversión.
En lo operativo, JP Morgan figura entre los bancos que negocian un paquete de asistencia financiera por 20.000 millones de dólares para el país, operación que se mueve en paralelo al swap informado por el Tesoro de Estados Unidos. Fuentes del sector financiero señalaron que las entidades buscan “algún tipo de garantía o compromiso para asegurarse de que recuperarán su dinero”, en línea con versiones publicadas en medios internacionales.
Además, la financiera intervendrá en una operación de recompra de deuda soberana con el objetivo declarado de bajar el costo de financiamiento y liberar recursos para inversión pública. “Los ahorros generados por esta operación serán destinados a consolidar la inversión educativa”, sostuvo Quirno.
La agenda social de la visita tomó fuerza en el Teatro Colón, donde el miércoles se organizó una gala a la que asistieron funcionarios, empresarios locales y personalidades internacionales. En el menú figuraron risotto con espárragos, trucha y empanadas de carne; entre los invitados sobresalieron el expresidente británico Tony Blair y la ex secretaria de Estado estadounidense Condoleezza Rice, ambos miembros del Consejo Internacional del banco. La llegada de tantas figuras y ejecutivos se reflejó en el aeropuerto: desde el martes se advirtió un despliegue de al menos 18 jets privados en Ezeiza, varias aeronaves con registros vinculados a JP Morgan Chase Bank y otras pertenecientes a compañías y operadores de aviación privada.
La relación entre la actual administración y el banco despierta discusiones en la escena pública y en medios extranjeros. Sobre el operativo que acompaña el desembarco económico estadounidense en la región, el Financial Times describió: “Lo que sucede, en otras palabras, es una forma desnuda de imperialismo financiero”. El mismo artículo advirtió: “Esto hará que otras naciones incluso más nerviosas en confiar en ayuda de Estados Unidos, dado el ‘precio’ futuro que Trump pueda extraer”. Y, en tono crítico, el medio británico añadió que “se está hablando” que las siglas republicanas MAGA se convirtieron en MADA, por “Make Argentina Default Again”: Hacer a Argentina entrar en Default de nuevo.
Desde el entorno oficial destacaron la llegada de ejecutivos de peso como Facundo Gómez Minujín —presidente regional de JP Morgan para Argentina, Uruguay, Bolivia y Paraguay— y remarcaron la pluralidad de actores presentes en los encuentros: empresarios locales, dirigentes políticos y representantes del Banco Central. En representación del Gobierno asistieron, entre otros, Vladimir Werning y José Luis Daza.
En el terreno político-económico, la visita refuerza la intención de abrir canales con grandes bancos internacionales para reestructurar pasivos y atraer financiamiento. Para algunos analistas, la movida implica una apuesta por credenciales de mercado que permitan reducir primas de riesgo; para otros, encierra riesgos de dependencia financiera y condicionamientos futuros.
Mientras la comitiva se movía entre cenas y reuniones privadas, en oficinas y escritorios locales se activaron los equipos técnicos para coordinar la operación de recompra de bonos y delinear garantías. Los debates centrales giraron en torno a las contrapartidas legales y financieras que exigirá cada entidad, la magnitud del instrumento que se termine cerrando y el uso final de los recursos.
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