25 de octubre de 2025

El trabajo dejó de ser refugio y 4 de 10 argentinos caen bajo la línea de la pobreza

El 21,6% de los ocupados sigue debajo de la línea de pobreza, con fuerte impacto entre los informales y cuentapropistas no registrados.

La frontera entre empleo y pobreza se volvió cada vez más difusa en la Argentina actual. Un informe de la Fundación Mediterránea reveló que el 21,6% de los trabajadores, es decir, unos 4,5 millones de personas, se encuentra por debajo de la línea de pobreza a pesar de tener un empleo.

El estudio indicó que “la pobreza es, en parte, un reflejo del mercado laboral”, y advirtió que entre quienes están desocupados la situación es aún más crítica: “la incidencia trepa al 58,9%, lo que confirma el impacto directo de la falta de empleo en la vulnerabilidad social”.

El documento subrayó que “lo más preocupante es que tener trabajo tampoco exime de la pobreza, especialmente cuando se trata de ocupaciones precarias o de baja productividad”, y que “los datos resumen una realidad preocupante, tener trabajo, en muchos casos, ya no alcanza para garantizar un nivel de vida digno”.

Según la Fundación, el fenómeno golpea con más fuerza a los sectores informales. Entre los trabajadores independientes no registrados, el 40,5% es pobre; y entre los asalariados informales, el 37,5%. En cambio, entre los monotributistas o autónomos registrados la tasa baja al 12,3%, y entre los asalariados formales al 9,7%. Sin embargo, incluso dentro de la formalidad persisten áreas de gran vulnerabilidad, como el servicio doméstico, donde los salarios siguen muy por debajo del promedio general.

“El problema no pasa solo por crear empleo, sino por la calidad de esas inserciones laborales”, señaló el reporte. En esa línea, sostuvo que “la creación de empleo en sectores de baja productividad puede mejorar las estadísticas de ocupación, pero no resuelve el núcleo del problema que son los ingresos laborales insuficientes”.

La fundación planteó además que “las políticas activas de empleo, formación técnica y la transición hacia la formalidad cumplen un rol estratégico”. Y concluyó: “Invertir en capacidades y generar incentivos a la contratación formal no solo mejora los ingresos, sino que reduce las brechas de vulnerabilidad. La articulación con el sector privado resulta fundamental para generar empleos en actividades de mayor valor agregado”.

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