14 de septiembre de 2025

El país antiperonista, otra vez en su laberinto

Por Pablo Papini.-

Probablemente, lo más sencillo cuando se pregunta por las razones de la derrota de Javier Milei en las elecciones bonaerenses sea responder que se debió a su modelo económico. Al daño social que causa y, encima, a su insostenibilidad intrínseca, que generó ruidos inconvenientes en una víscera sensible, el tipo de cambio, justo a días de ir a las urnas.

Otra obviedad sería mencionar el caso de las coimas que presuntamente cobraba la hermana del presidente, Karina Milei, en ANDIS, un tema que ganó una pregnancia popular sorprendente, con altos niveles de conocimiento y la gente apropiándose de esa agenda con jingles y demás.

Menos evidente resulta, en cambio, la inconsistencia entre el programa de Milei y la composición del voto que lo llevó al balotaje 2023. Haciendo doble click en los resultados del 7 de septiembre, surgen detalles que podrían preocupar más al oficialismo nacional que la propia magnitud de la caída. Son varios los distritos en que la ventaja del peronismo fue significativa a pesar incluso de que en sus localidades a priori más fuertes la asistencia fue inferior al promedio. La Libertad Avanza perdió mal a pesar de que en los barrios más refractarios al justicialismo la gente concurrió más a sufragar. El dato dispara varias interpretaciones posibles.

Si, como varios territoriales del movimiento dijeron, había un efecto confusión en el electorado, que creía que la elección provincial era en realidad una PASO, y si en los últimos dos comicios (2021y 2023) el peronismo recuperó votos a partir de ausentes en las primarias, sería tentador suponer que los márgenes podrían ampliarse de cara al próximo 26 de octubre.

¿Quién del 56% de la segunda vuelta abandonó a Milei? ¿Aquellos que se sumaron tras acompañar a Patricia Bullrich en la elección general o quienes lo habían respaldado desde las PASO, cuando dio la sorpresa al ser no solo el candidato, sino la fuerza más votada? Convendría no ser tan tajante, pero, a estar por los primeros datos disponibles, parecería ser que más bien fue su caudal inicial el que eligió quedarse en casa, en tanto el de lo que fuera Juntos persistió en su acompañamiento, por su vocación antiperonista inconmovible.

Milei sorprendió hace dos años al desplazar en muchas barriadas bonaerenses a Juntos al tercer lugar. Se trataría de un votante presumible y razonablemente harto de la crisis económica de una larga década, que probablemente haya alguna vez elegido al peronismo y, ante el fracaso del Frente de Todos, primero buscó al más distinto como alternativa y ahora, también decepcionado con la experiencia en curso, simplemente eligió defaultear.

Esto, a su vez, debería servir para repensar algunas conclusiones apresuradas que se trazaron entonces: como escribió Nicolás Lantos, Milei tal vez no contaba con núcleo duro (si no recupera esos votos en octubre, habrían durado apenas una elección) y no había allí adhesión ideológica, una derechización repentina de las capas bajas de la sociedad, sino una más llana reprobación al gobierno de turno. Esto, en verdad, ya surgía de encuestas cualitativas de entonces, cuando muchos adherentes al libertario confesaban que no compartían muchas de sus propuestas. El peronismo podría y debería proponerse ir en busca de esos defraudados porque tiene mucha mejor perspectiva para convocarlos que el presidente y sus dogmas.

Milei, que pudo haber construido algo distinto, más heterogéneo, acabó como apenas otra versión del antiperonismo más rancio. Y, sin puentes con otros mundos, quedará reducido a una expresión considerable, sí, pero incapaz para imponerse. Es cierto que su propuesta económica lo exponía a una ruptura temprana con aquel 30% que lo catapultó a la gloria. Pero tampoco intentó ningún otro tipo de vinculación con ellos. Al revés, todo el circuito oficial se regodeó en el sufrimiento al que llevaban sus decisiones o, peor todavía, lo negó con estadísticas delirantes. Sin contención social ni política, debía sospecharse este desenlace, precisamente en la geografía donde, se sabe, menos cuaja el actual modelo económico.

Esto no convalida alguna cosa que se ha escuchado acerca del supuesto apresuramiento de Mauricio Macri en el acuerdo con LLA. Tan carente de vínculos con lo ajeno como Milei, pero caduco en popularidad, el calabrés simplemente se rindió a lo inevitable: su reemplazo como avatar gorila. De lo contrario, quizá ambos habrían disputado el mismo 33%. Finalmente, un nuevo capítulo de la Argentina antiperonista topándose con gente entre sus planes.

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