En apenas un año y medio desde que Javier Milei asumió la Presidencia, el mercado laboral formal exhibe un deterioro persistente que alcanza a trabajadores públicos y privados por igual. Según los últimos datos del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA), en abril de 2025 se contabilizaron 12.847.843 personas con empleo registrado. Si bien respecto de marzo hubo una variación casi nula (0,1%), la comparación con noviembre de 2023 muestra una contracción del 3,6% en la cantidad de puestos.
El impacto se distribuye de manera desigual según la actividad. Entre los asalariados del sector privado, se extinguieron 104.185 empleos en ese período. La construcción encabeza la lista de ramas más perjudicadas, con un desplome del 13,5% en su dotación de personal. La explotación de minas y canteras se retrajo un 3,7%, mientras que la industria manufacturera achicó su plantilla en un 2,8%. Transporte y comunicaciones, junto con los servicios comunitarios, también recortaron planteles por encima del 2%.
En el Estado, la dinámica no fue mejor: el empleo público perdió 56.473 cargos, lo que equivale a una merma del 1,6%. Las trabajadoras de casas particulares padecieron un ajuste aún más profundo, con una caída del 4,6%, que significó la desaparición de más de 22 mil ocupaciones formales en hogares.
Si bien algunos segmentos mostraron subas, no compensaron el retroceso general. Los monotributistas crecieron un 4,3% (88.604 nuevos inscriptos) y los autónomos avanzaron 3,5% (13.510 contribuyentes adicionales). No obstante, estos registros incluyen en muchos casos trabajos de menor estabilidad y peor protección social. Una situación crítica se observó en el monotributo social, donde los cambios normativos –como la eliminación de la cobertura de obra social para familiares– derivaron en una contracción del 63,3% en la cantidad de trabajadores.
Por el lado de los ingresos, la recuperación salarial quedó muy rezagada frente a la suba de precios. En abril, la remuneración promedio creció apenas 0,8% mensual, contra una inflación que trepó 2,8%. La pérdida de poder adquisitivo, sumada a la recesión, redujo la demanda interna y profundizó la retracción de actividades que dependen del consumo local.
Los analistas señalan que la combinación de un dólar apreciado, que afecta la competitividad de la producción nacional, y la contracción del mercado interno genera un clima de paritarias debilitadas y dificultades crecientes para sostener el empleo registrado. Según estimaciones preliminares de la Encuesta de Indicadores Laborales correspondiente a mayo, el deterioro continuará en los próximos meses.