5 de febrero de 2025

Jorge Lanata: de guerrero a mercenario

La nota corresponde a un artículo no publicado de 2017 
escrito por Carlos Caramello.

¨Y yo pienso que vos sos un pelotudo” dispara Charly García, vaso de whisky en mano, a un atónito Jorge Lanata que sólo atina a decir “gracias” (un gracias del que se arrepentiría por el resto de su vida ante sus íntimos, claro, admitiendo que fue una salida ¨absolutamente estúpida” que, naturalmente consolidaba la frase del músico). “Pero bien”, agrega Charly sin darle tiempo a reaccionar. Y Lanata, tantos años en la profesión, tanto robar con oficio, usa el más remanido, trillado y común de los recursos, que es usar la idea del otro para repreguntar, y le dice: “Bueno… ¿Y cómo es un ´bien pelotudo´?”. Charly piensa un segundo y, socarronamente responde: “Y no se… sale por televisión”.

Aquella escena, que se produjo a mediados de junio del año 2000 en el programa “Día D”, fue como un recuerdo del futuro. Charly García nos adelantó al Lanata que vendría; acaso porque ese sea el mayor don de todo poeta. Porque, lo que en aquel momento resultó gracioso, simpáticos y hasta desopilante fue, en realidad, una revelación. Charly operó a la manera del Oráculo prediciendo que ese tipo que estaba ahí, que la jugaba de periodista serio y comprometido, que la iba de “progre”, que denunciaba al Poder (al “mal poder”) sin importar cuál fuese el origen del mismo… Ese tipo era, en realidad, un farsante, un mercenario que esperaba la “oferta de su vida” para dar una vuelta “de campana” y desdecirse de toda una vida de “periodismo”.

La escena ubica a un chico de 14 años con pinta de más grande, ingresando a Radio Nacional para pedir trabajo. Eran momentos difíciles del país. Acababa de morir Juan Perón. Las calles de las ciudades más importantes del país se habían vuelto violentas. Y López Rega incidía de una manera directa y brutal en cada una de las acciones importantes de un gobierno que encabezaba Isabel Martínez de Perón, más conocida como “Isabelita”, acompañada por Raúl Lastiri, yerno del hombre fuerte de ese primer peronismo sin Perón. 

Cuentan algunos que tuvo que mentir su edad para que lo tomaran. Otros dicen que sencillamente tuvo suerte. Jorge Ernesto Lanata, nacido el 12 de septiembre de 1960, oriundo de Mar del Plata, hijo de María Angélica Álvarez y Ernesto Lanata; vecino, por esos días, de la populosa barriada de Sarandí y alumno del San Martín de Avellaneda, ingresó ese día en el periodismo grande redactando cables para el noticiero de la emisora. Y aunque él diga que los periodistas veteranos no lo ayudaban mucho porque lo veían pibe y le tenían algún recelo, la verdad es que muchos ni se acuerdan de él en ese momento. Es decir, pasaba desapercibido, acaso porque no descollaba por ninguna cuestión en particular. Tanto es así que, cuando se fue de la radio (y también de la casa de sus padres) entró a trabajar de mozo en John Bull, un histórico bar de la zona norte que todavía hoy funciona. “Entrador, vivo, rápido -lo recuerda Aníbal Goncalvez, encargado del lugar-. Era bastante flaco y usaba barba candado”. También estudiaba derecho por esos días. Dejó la carrera y el laburo… para dedicarse al periodismo.  

Precoces traiciones

La escena siguiente lo muestra a un joven Lanata llegando a la redacción de “El Porteño”, una suerte de ícono del periodismo pseudo-under vernáculo que había inventado un aspirante a marchand llamado Gabriel Levinas (el mismo que hoy* trabaja para Lanata), munido de un par de misteriosos cassetes: eran las grabaciones de una “investigación que hacía el flamante Congreso democrático sobre una decisión tomada por la dictadura el 24 de marzo de 1980, cuando se estatizó por decreto a la Compañía Ítalo Argentina de Electricidad por una suma harto y típicamente sospechosa”, según lo explica Eduardo Blaustein.  Juan José “El Pájaro” Salinas, compañero de Lanata en esos días, pone, en su blog Pájaro Rojo, la versión que el propio Levinas dio sobre el tema. “Lanata vino a la revista con las cintas del caso Ítalo. Las quería pasar en Radio Belgrano, pero por alguna razón, no pudo. Cuando las escuché, me asusté. Le sugerí que las devolviera al Congreso (de dónde habían sido sustraídas) porque eran de su propiedad. Discutimos mal. Al final salieron. Se armó un escándalo descomunal”.

El propio Salinas explica en su blog, la otra parte de la historia. “El motivo por el que las autoridades de la estatal Radio Belgrano no quisieron emitir el cassette fue que estimaron que su emisión beneficiaría a Martínez de Hoz. Lo confirmó el gran periodista Rogelio García Lupo, que entonces asesoraba a la Comisión Investigadora de la Cámara de Diputados que le tomó declaración al ex ministro de Economía en una sesión reservada, sin periodistas ni taquígrafos”.

Al parecer, la grabación había llegado a algunos periodistas de manos de uno de los diputados que integraban la comisión, el justicialista de extracción sindical Héctor Basualdo. Esto, al menos, fue lo que explicaron Levinas y Lanata para justificar por qué no ofrecían a los lectores de “El Porteño” las desgrabaciones de aquella sesión. “Sin embargo -agrega Salinas- inaugurando su máxima rectora de no dejar nunca que la realidad le arruine una buena nota, luego de una portada rimbombante: “Ítalo: cortocircuito en el Congreso. Reportaje a Basualdo. Historia de traiciones (…) La nota que no publicamos”, Lanata redactó el cuerpo principal de esa primera nota de tapa suya, en el número 35, de enero de 1985: un texto tan pobre que, a fin de disimularlo, se presentó arropado por seis recuadros”.

El propio Gabriel Levinas admitiría que: “El asunto de las cassettes de la Italo es un asunto de tres delitos simultáneos. Voy a a pasar a enumerarlos de menor a mayor. El primero: traicionar a la fuente de información (…) yo traicioné esa vieja norma al reservar la información y denunciar al diputado Basualdo, la fuente (…) El segundo delito (hubiera sido): divulgar información secreta (…) El tercero y más grave es el cometido por el ex ministro Martínez de Hoz (…) Misteriosamente, el mágico hecho de devolver las cassettes para mantener el secreto y continuar la investigación del delito principal invirtió las prioridades: la ruptura de la tradición del secreto periodístico pasó a ser el delito principal”. Así se consumó el primero (al menos conocidos) de los actos de traición que consumaría Jorge Lanata a lo largo de su carrera y que, además de a Basualdo, incluiría compañeros de redacción, empleados, empleadores, esposas, amantes y cualquier persona o bicho que se cruzase en su carrera llena de altibajos… Ateniéndonos al cuento del “Escorpión y la Ranita”, sólo se puede decir que “está en su naturaleza”.

Mozo, sírvame un par de suicidios y una línea

Luis Majul, según el mismo, es un gran amigo de Lanata… que nunca lo menciona entre sus amigos. Lo llama “cariñosamente” Oso. Y resultó el elegido, cuando Lanata pensó en cantarse loas una vez más; en este caso, a través de una especie de biografía que no es una autobiografía ni una “biografía autorizada”, sencillamente porque no es una biografía sino una alabanza, una lisonja, un gesto de adulación tan manifiesto que resulta menos objetivo que la carta de un fan. Ese libro se llama LANATA (de qué otra forma podría haber sido) y no tiene prólogo ni tan siquiera una dedicatoria; empieza directamente con un capítulo titulado Suicidio en el que se habla de dos suicidios frustrados, uno a los 12 años y otro a los 37 (aunque deja entrever algún otro, en la intención de agregarle una cuota de autodestrucción al personaje… como si hiciese falta). Ese primer capítulo, que también sirve para la presentación del biografiado, tiene, hacia el final, la siguiente descripción “Fue casi un niño prodigio. Tuvo decenas de mujeres, tres matrimonios con libreta y dos hijas. Terminó el colegio secundario de noche y jamás obtuvo un título universitario. Fundó dos diarios y cinco revistas. Condujo programas de radio y televisión. Hizo una película. Hizo de actor para películas y videoclips. Publicó ocho libros. Fue acusado varias veces de plagio. Ganó decenas de premios. Soportó una quiebra personal, tuvo que vender relojes para pagar deudas y todavía sigue gastando más de lo que tiene, a pesar de que lo que gana es cien veces el salario promedio de un periodista argentino. Se peleó con decenas de colegas y también con casi todos los presidentes desde 1983 hasta acá. Tomó toda la cocaína que podía tomar y un poco más, hasta que su cuerpo y su alma le pusieron un límite. Juró que jamás trabajaría para Clarín, hasta que se transformó en el periodista estrella del Grupo”.

Estas líneas no son más que la evidencia del personaje que el mismo Jorge Lanata ha intentado crear de sí mismo. Una suerte de anti héroe, un marginal exitoso, un semi dios cotidiano y urbano… pero, en realidad, sólo le ha alcanzado para ser vidriera de defectos, un escaparate de máculas y vicios, exento de toda dignidad, víctima de su propios abandonos. Seguramente por eso es que fue Majul, y no un periodista, el encargado de esa biografía amañada y mentirosa, de esa “no biografía” que bien representa a este personaje que se inició como periodista con “La nota que NO publicamos” y que se presenta con los suicidios que NO se animó y se justifica en los proyectos que NO realizó. Majul que, como dice Juan José Salinas, odió y peleó a Lanata hasta que lo “canibalizó”. “Luis Majul aumentó notoriamente la talla del personaje (“Lanata midió siempre un metro noventa”, macaneó en la página 198, a pesar de que en su plenitud no llegó a 1,80). En otras varias partes del libro el periodista estrella del Grupo Clarín aparece diciendo que tuvo “centenares” de amantes (“cientos de chicas en cientos de lugares”, fanfarroneó). Lanata también aseguró haber pasado varios años, acaso cinco, esnifando 8 gramos de cocaína diarios, dosis que muchos estiman mortal de necesidad de consumirse un solo día. Excepto, acaso, para Rasputín, que, dicen, cometía todo tipo de excesos”.

Y cuando te comés el personaje, por ahí, hasta engordás. Es decir: tiene su precio. El precio de, por ejemplo, terminar yéndote de todos lados porque no te reconocen. El periodista Enrique Symms -una especie de Charles Bukowski local, con todas las limitaciones que impone Buenos Aires- recuerda de los días en que El Porteño se convirtió en cooperativa, “la resolución inapelable de Lanata: si no lo nombraban jefe de redacción, renunciaba”. También Juan José “El Pájaro” Salinas se acuerda del momento en el que Gabriel Levinas abandonó la revista: “la cooperativa era el partido bolchevique; el consejo de redacción, su comité central. Lanata era un Stalin que quería forzar un buró a su imagen y semejanza, yo la oposición de izquierda –más luxemburguista que trotsksista–, y Symms un bardo que añoraba y añora la Corte del Zar”.

Algo parecido le pasó años más tarde con el diario Página/12, sólo que se enteró muchos años después, cuando el matutino que él había dirigido desde su creación, cumplió 25 años. Fue cuando no lo invitaron a los festejo. Cuando se enteró que no era el “genio” que él creía sino un tipo bastante detestado por la redacción. Por su trato, por su falta de compromiso y por algunas imposturas. Horacio Verbitzky cuenta: “Lanata dijo que él se fue de Página/12 porque entró Clarín. Ahora, yo sé por qué se fue Lanata de Página/12. Puede ser que, además, sea cierto lo de Clarín, yo no lo sé. Pero sí sé cómo fue la salida de Lanata del diario. Lanata, como ha hecho en todos lados, arma un producto, vende el producto, y después vive de rentas, va de visita, aparece un rato, todos le arman la cosa y él con ese ingenio tan divertido que tiene lo dice, lo que han laburado otros, y cada vez llega más tarde y no va y todo lo demás. Y se empieza a calentar con un proyecto nuevo. Esa ha sido la historia de él a lo largo de veinticinco años. Él empezó un programa de radio, en ese programa de radio tenía mucha publicidad de Chiche Aráoz, del Ministerio de Desarrollo Social, y en el diario descubrieron que esa publicidad en el programa de radio era el pago de un reportaje a doble página que le había hecho a Chiche Aráoz en el diario. Hizo el reportaje en el diario y lo facturó en la radio. Por eso lo echaron. Y no lo dijeron por pudor, por miedo, porque tenían ellos también algún pecado que ocultar, pero no lo dijeron. Pero internamente todos sabíamos eso, yo supe eso”.   

El plagio es otra de las “malas costumbres” de Lanata que le han traído el desprecio del mundillo del periodismo. La primera columna que Lanata firmó en su regreso al diario Clarín, titulada «Los Moyano: Hugo, Pablo y Facundo», copia, de forma textual, varios párrafos de «El hombre del camión», de Emilia Delfino y Mariano Martín. El artículo fue publicado en la edición de papel de Clarín y también en la web. El diario, por su parte, admitió el plagio pero lo atribuyó a un «error de edición» que explica en una escueta aclaración.
Y uno podría creerle… pero ocurre que también el periodista radical Hugo Gambini lo acusó de plagiarlo. “En el libro “Argentinos”, tomo 2, tomó de mi libro “El Che Guevara” e “Historia del Peronismo”, tomó capítulos y lo reprodujo tal cual”. Y también fue acusado por Pablo Sirvén del diario La Nación; Héctor Jouvé y Alberto Szpunberg (ambos por haber sido plagiados por Lanata en su libro “Muertos de Amor”) y hasta por el Diario de TheMule de Prenser. Demasiados “errores de edición” en la vida de un tipo que se pretende único, especial, incomparable pero que, a la postre, cae tan bajo como para copiar a un compañero de profesión sin siquiera citarlo.

Otros que lo detestan son los periodistas que convocó a trabajar en el diario Crítica y a los que, en unos meses dejó en la calle. Porque mientras el diario se hundía irremediablemente, el tipo se pavoneaba en los escenarios del teatro de Revistas, tratando de ser el nuevo Tato Bores (del único Tato que está cerca es de Miguel Paulino Tato). Lanata “abrazó” las plumas y se olvidó del periódico, en una muestra más de esa personalidad exhibicionista y desorbitada que, seguramente, lo acompañará hasta el final de sus días. 

Ese abandono de la redacción y conducción de Crítica hizo que el diario perdiese irremediablemente el rumbo, no tanto en lo periodístico como en lo comercial y provocó la llegada de Antonio Mata, un empresario español que ya había fracasado como gerente general de Aerolíneas Argentinas por el grupo Marsans. Mata fue condenado por la justicia española a dos años y dos meses de prisión por evasión fiscal de 99 millones de euros, en la compra de Aerolíneas y cumple su condena en una cárcel de Sevilla1. Mirá qué socio se echó Lanata. 

La respuesta a este desaguisado vino a través de una irónica carta de los trabajadores de Crítica (se perdieron 200 puestos de trabajo), publicada en ocasión de la entrega del Premio Martín Fierro, cuando Lanata recibió la estatuilla de oro en medio de una silbatina. Decía en su primer párrafo: “Felicitaciones por el Martín Fierro. Felicitaciones por honrar a José Hernández y recordarnos que los hermanos —y los argentinos— seamos unidos. Muchas gracias por cerrar y terminar con la grieta, aquella a la que siempre te opusiste. Felicitaciones por contribuir a su final llamando imbéciles a quienes te abuchearon y dedicándole el premio a Cristina, que lo miraba por tevé. Felicitaciones Mariana Fabianni, también a vos, que sos parte de esto, por pedir que “poncheen” a quienes silbaban a Jorge. Te faltó botonearlos con nombre y apellido. Una vergüenza que los cámaras y los técnicos no te hicieran caso. Deberían pedir perdón por no enfocar a esas personas que se expresaron como barras bravas. Felicitaciones Jorge por (…) expresarte en tus columnas en Clarín a favor de que despidan a los periodistas que trabajaban en medios de comunicación ligados al kirchnerismo”. Gracias Jorge, porque sos nuestro padre. “Piensen en hacer una carrera, no un éxito”, nos recomendaste en tu discurso, en el mismo en que agradeciste a Héctor Magnetto. Gracias Jorge, seguiremos tus consejos. Y algún día llegaremos a Clarín como vos. Hoy empezamos nuestra carrera. Gracias Jorge, con vos aprendimos a crecer”, concluye ironizando a fondo la carta.

Estas palabras y tantas otras de colegas y ex compañeros que ha sufrido sus humores, sus rabietas, sus depresiones y hasta sus plagios, dicen que la bajada del título del libro de Majul sobre Lanata, “Secretos, virtudes y pecados del periodista más amado y más odiado de la Argentina” es, cuánto menos, objetable porque lo primero que surge es la idea de cuántos son los que lo odian y qué pocos son los que lo aman.

Las mujeres del gran seductor

“Tenemos una relación de hierro, súper fuerte, y lo quiero más allá de la vida cotidiana. A veces nos llevamos a las patadas, a veces estamos muy unidos, lo que le pasa a cualquier pareja en 17 años de convivencia. Si esta situación se hubiese dado estando separados, yo le daba mi riñón igual” dice Sara Stewrt Brown en la entrevista de la Revista Viva, el suplemento dominical de Clarín. Hay mucho amor en la frase… pero también una confesión velada: estaban por separarse. Ella acababa de donar un riñón para que Lanata obtuviese otro riñón, en una operación de trasplantes cruzados que autorizó el juez Francisco De Asis Soto aunque este tipo de intervenciones está prohibida por la legislación argentina. Sara estaba convaleciente aún pero en esto de que “todo es espectáculo” en la vida de Lanata y él se “debe a su púbico” (y a sus dueños, claro), show must go on (el show debe seguir), así que no importaba que ella (la mujer que lo acompañó desde 1998 y de quien se separó a mediados de 2016, mamá de Lola, la segunda hija del periodista), estuviese prácticamente en un post operatorio ni que hacia adentro, la pareja fuera un berenjenal de contradicciones. En el negocio del espectáculo se hace lo que hay que hacer. 

Pero Lanata no siempre provoca este tipo de amores “incondicionales”. Su primera esposa, Patricia Ines Orlando escribió el 7 diciembre del 2012 en el portal Plaza de Mayo: “No puedo sentir más que asco, repudio, impotencia antes las palabras de Jorge Lanata. El mismo Jorge Lanata que montó su carrera en una supuesta lucha a favor de los derechos humanos, incluso junto a la Sra. Hebe de Bonafini. El mismo Jorge Lanata que estaba afiliado al PC. El mismo Jorge Lanata que fue a Cuba invitado por el Sr. Fidel Castro. El mismo Jorge Lanata que juro jamás escribir para Clarín. El mismo Jorge Lanata que inventa noticias, presenta en su show de stand up informes falsos, insulta a periodistas, políticos y ciudadanos en general sin que esto tenga el menor asomo de “censura”. Si Jorge Lanata siente que no tiene libertad, es porque la perdió a mano de sus amos. No tiene libertad, porque esta cercenada por los importante cheques que cobra. No tiene libertad, porque no le interesa usarla. Que lejos quedaron aquellos tiempos, Jorge Lanata, en que tus compañero de Radio  Belgrano te eligieron como delegado gremial, en que Daniel Divinsky te salía de garante del alquiler, y las madres te recibían en su casa con los brazos abiertos. Que lejos quedaste de parecer un ser humano. Para vos, el mayor de los repudios”.

Claro, no faltaron entonces, los indignado que trataron a esta mujer de falsa y de kirchnerista (ya funcionaban a pleno los call centers de Clarín y del PRO). Patricia, al día siguiente y por el mismo medio les contestó a todos: “…los que respondieron a mi comentario con acusaciones tales como usar un nombre falso, desconocer el pasado del Sr. Lanata, insultar e injuriar a tan probo personaje, les aclaro : mi nombre es Patricia Inés Orlando, mi DNI 14.722.305, el 1 de junio de 1984, según consta en el Registro Civil circunscripción CM tomo 1 I número 372, me case con Jorge Ernesto Lanata, CI 6.867.586, siendo nuestros testigos Ives Carlos Doynel y Laura Beatriz Balciunas. Todo, absolutamente todo lo narrado en mi mensaje original sucedió en los dos años en que estuvimos casados. Todas las acusaciones que hacen sobre el kirchnerismo, no me constan. Los comentarios que hago (no sin vergüenza, vale decirlo) los viví. No me importa que gente que no conozco, me injurie. Si me gustaría, que quienes nos conocieron juntos, sepan que yo no perdí los ideales, simplemente Jorge, los vendió. Sostengo mi repudio hacia él y hacia los que insultan denodadamente a gente que ni siquiera conocen para defender a alguien a quien, evidentemente, conocen menos”.

Hubieron otras, claro: Andrea Rodríguez, con quien se casó en 1989 y se separó al año siguiente -con ella tuvo a su primera hija, Bárbara- y Silvina Chediek. Con esta última duró muy poco tiempo y lo brusco y veloz del divorcio hizo que se tejieran una cantidad de versiones al respecto: que Lanata la golpeaba, que ella lo había encontrado con otro hombre… Muchos años después, la propia Silvina aclaró estos tantos “Yo era muy conocida en esa época y quería casarme. Yo era más famosa que él. Nos casamos en EEUU y no se enteró nadie (…) Se dijo de todo cuando me separé. Él no me pegó. No me hizo lista larga de libros para leer. Tampoco lo agarré con ningún hombre. Nada de eso fue verdad. Lo que pasó fue que él me dijo que iba a querer hijos cuando nos casamos y después me dijo no quería. Yo quería comprarme una casa y él no. Era mi mundo y su mundo. No funciono… a los 5 meses nos separamos”. Pero en otra entrevista, hecha para un canal de cable, Chediek admitió que “era un mujeriego enfermo” y que ella le había puesto los puntos. “Supe de una cosa que había pasado y… atorrante…”. Se divorciaron. 

Hay, en la vida de este latin lover made in Sarandí, otra mujer importante, aunque no en términos de pareja (eso es, por lo menos, lo que se cree, pero… nunca se sabe): Elisa Carrió. Ellos tienen una suerte de sociedad para la construcción del odio… de las operaciones que producen odio“Se tratan de manera cómplice, como viejos amigos, aunque dicen que se vieron en no más de tres ocasiones (…) Tanto Lanata como Carrió le deben mucho al menemismo. Los dos consolidaron sus carreras profesionales enfrentando la cultura neoliberal de los 90. ¿Pero ahora qué? ¿Son los opositores más molestos para este gobierno?”, escribe María Fernanda Villosio en 2004, en la Revista TXT, en una nota en donde esta “pareja” va a fondo contra Néstor Kirchner. “George y Revelaciones (por Carrió) de tanto en tanto han trabajado en tándem. A veces es George proveyéndole insumos para que Carrió, en galope unísono con otros, se presente a denunciar ante la Justicia al mundo todo. Otras veces funciona en sentido contrario. Ambos hacen sinergia” analiza el periodista Eduardo Blaustein, y agrega: “Un momento presuntamente top de la relación entre Carrió y Lanata se dio en 2007, cuando la primera le ofreció al segundo ser candidato a Jefe de Gobierno”.

Hay, claro, otras mujeres y otras alianzas en la vida de un Jorge Lanata al que le gusta que le digan que ha tenido “docenas de mujeres” y que cuenta como una gracia que en una época jugaba con un amigo a nombrar las mujeres en las que ambos habían “coincidido”. Los nombres circulan pero no vienen al caso. Sólo viene al caso su actitud misógina, expresada hace muy poco tiempo, en ocasión del debate de la Ley que impulsa la paridad (50% mujeres – 50% hombres) para todos los cargos públicos: Si yo fuera mina no quisiera entrar por estadística. Che, vení vos que sos una retardada pero tenés que entrar. Y pensar que hay mujeres que lo defienden…

Denuncia, denuncia, denuncia, que siempre algo queda

Miente, miente, miente que algo quedará”. La frase -que suele atribuirse al ministro de propaganda y jerarca del Tercer Reich, Josehp Goebbels-, pertenece al filósofo francés François Marie Arouet, conocido como Voltaire y apareció en una carta que éste le mandó a su amigo Nicolas-Claude Thieriot. Goebbels perfeccionó el concepto: “Una mentira repetida adecuadamente mil veces se convierte en realidad, pero creó otro más definitivo para esta invisibilización de la realidad que hoy padecemos: “Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan.”  Reíte de Durán Barba, que por algo sostiene que “Hitler era un tipo espectacular.

Jorge Lanata, después de dar su ya famoso doble mortal adelante y caer parado en el Grupo Clarín, se convirtió en un personaje absolutamente útil a esa estrategia. Años de construir operaciones y realidades diversas con éxito variopinto, hicieron que los jerarcas del multimedios le perdonaran los pecadillos de juventud y lo acogieron (con perdón de la palabra) en su santo seno. De allí en mas, aquel muchacho que alguna vez quiso ser periodista de investigación, devino creador de una nueva escuela: la del “realismo mísero”, una suerte de realismo mágico pero perverso y mezquino, construido para el mal. Porque en su forma de hacer periodismo no hay nada positivo. Lo advierte con toda claridad un documento firmado por el grupo de intelectuales “Carta Abierta” en el que afirman que las denuncias que hace Jorge Lanata son “profundamente desestabilizadoras”. Horacio González, uno de los pensadores más importantes y reconocidos de nuestro país, integrante del mencionado grupo, dijo que “El programa de Lanata tiene elementos parecidos a las denuncias que él mismo hacía en tiempos de Menem. Pero ahora le agrega elementos de music hall, de folletín gótico, de novela policial negra, elementos narrativos que tienen un universo simbólico. Eso no quiere decir que los hechos no deban ser investigados, pero no habla de la veracidad de las denuncias”.

En este sentido, es bueno recordar algunas de las tantas acusaciones armadas por el periodista del Grupo Clarín que fueron desmentidas o nunca probadas. El dramaturgo y periodista Marcelo Bilezker, en la revista on line “ENTREVER”, publicó una lista de 40 denuncias falsas hechas por Jorge Lanata en su programa, cada una con un link a la desmentida. Elegimos, sin otro orden que nuestra propia mirada, algunas de ellas, las -a nuestro modesto entender- más absurdas y más salvajes.

1.- “Máximo Kirchner y Nilda Garré tienen cuentas en el exterior. No sólo no existían las cuentas, ni siquiera existía el banco. Pero lo más notable es que poco tiempo después sí aparecieron cuentas en el exterior de Mauricio Macri y de casi todo su Gabinete (tanto que uno bien podría haber pensado que el Gobierno se había armado en las oficinas del Grupo Mossack Fonseca). De este tema hubo, por parte de Lanata, pálidas críticas como por ejemplo que Macri reaccionaba “como un millonario y no como un presidente”, pero si contragolpeó como ariete del Gobierno diciendo que «el kirchnerismo residual interpreta que la empresa offshore del presidente Mauricio Macri vuelve inocente a Cristina (…) un razonamiento curioso y falaz«. Falaz es el razonamiento de Lanata porque a Cristina nadie le ha encontrado cuentas en el extranjero… a Macri le aparece cada día una nueva cuenta off shore.

2.- “Cristina de Kirchner hizo escala en las Islas Seychelles para realizar algún tipo de operación financiera en el paraíso fiscal. Un informe casi cómico, con una cronista desolada a la que nadie le daba ni una punta para armar la intriga que Lanata le había encargado. Cada pregunta era respondida con un no, y cada respuesta la dejaba más expuesta. Sin embargo, al volver al piso Lanata dijo: “Ahora estoy más convencido que nunca de la denuncia”. Ridículo.

3.- “En la casa de Cristina hay una bóveda”. “En la casa de Báez hay bóvedas”… Nada. Todas hipótesis. Mentiras. Construcciones simbólicas. Ni una prueba. Y eso que gracias a esas historias, el fiscal Marijuán excavó media Patagonia. 

4.- “Boudou a la ciudad uruguaya de Carmelo, con dos bolsos llenos de dinero que estaba fugando de manera ilegal del país”. Todo muy lindo, todo muy rico sólo qu, en el día y la hora en la que Lanata decía que Boudou se llevaba los bolsos, el entonces vice presidente de la Nación  recibía a Lula en el Senado y era grabado en vivo.

5. “En qué país el estado le paga a la gente la luz, el agua o el gas. Yo no conozco ninguno” se indigna Lanata en cámara, haciendo caso omiso a un informe del FMI en el que constaba que Estados Unidos subsidiaba tarifas por 2.177 dólares per cápita, Canadá por 1.283 dolares y el Reino Unido por 625, cuando Argentina  sólo lo hacía por 413 dólares. 

5.- “Operación Miriam Quiroga” Lanata presenta a una mujer que dice haber sido secretaria y amante de Néstor Kirchner, que además tenía su oficina enfrente de la de Néstor y afirma haber visto grandes bolsos de dinero que iban a Santa Cruz (otra vez los bolsos). La diputada Elisa Carrió (de estrecha relación con Lanata) llevó el tema a la justicia pero el tiro les salió por la culata ya que el juez Luis Rodríguez determinó que Quiroga nunca fue secretaria de Néstor Kirchner y  estableció que la oficina de la mujer no estaba enfrente sino a 70 metros de la del exPresidente. Es más, la pareja de Quiroga dijo que la denuncia mediática se había hecho para promocionar el libro de Quiroga que estaba por salir a la venta. Otro papelón inmenso.

6.- Escrache a los hijos de los tres jueces de la Cámara Federal que lleva adelante la causa Ciccone.  En su programa de radio, Lanata arrancó con un encendido editorial durante el cual, en un momento, llamó a escrachar a los hijos de los integrantes de la Cámara Federal. Pidió que “los compañeros de colegio de Farah o Freiler o Ballesteros, los compañeros de colegio de los hijos que le digan: ‘¿Che tu papá hizo eso?’ A ellos les parece terrible eso, por eso yo quiero que pase, al menos que pase eso”La respuesta de los jueces no se hizo esperar: fue el propio Eduardo Freiler quien dijo “El llamado a linchamiento mediático lo viví con asombro y molestia, en lo que atañe a mi persona. Quienes trabajamos en cargos públicos estamos acostumbrados a ser interpelados, por alumnos, colegas e incluso por la gente. Pero cuando este tipo de agresión clara está dirigida contra los hijos me parece algo inédito, ni siquiera se hizo en la dictadura». Cuánto odio hay que sentir…

7.- El gobierno quiere intervenir el Banco Nacional de Datos Genéticos además de poner en duda la transparencia del organismo. Nunca se intervino el banco nacional y la transparencia del organismo es reconocida mundialmente. Según Estela Carloto “Lanata miente, desvirtúa y ensucia” 

8.- “Operación D’Elía”. En julio de 2013 Lanata junto a su “socio” Gabriel Levinas monta una operación para decir que Luis D´Elía era dueño de una transportadora de petróleo y contratista del Estado. Para eso urtilizan a Mario Codarín, quien fue presentado como «testaferro de D’Elía» y que, se suponía, lo iba a traicionar. Pero, el “acusador” resultó ser un “falso testigo” que D’Elía le plantó a la producción del programa y antes de la emisión de éste, había grabado un video donde  grabaron denunciaban el ofrecimiento de dinero y las amenazas Levinas para que Codarín denunciara a D’Elía. El video fue mostrado unos minutos después de que Lanata mostrara su “denuncia” y lo dejó en orsai total.  

9.- Lanata presenta un informe que vincula a Aníbal Fernández con el negocio de la efedrina, entrevistando a un condenado con condena firme, por el triple crimen, que declaran que Aníbal Fernández es “la morsa”, para perjudicarlo en su campaña para la gobernación bonaerense. La única “prueba” es la declaración de este condenado por asesinato. En estos días se demuestra que no era cierto. 

10.- “Boudou construyó un jacuzzi en su despacho”. La denuncia fue tan boba y tan fácil de desactivar (la mayoría de los senadores circularon por el despacho de Amado Boudou y pueden dar testimonio de que nunca hubo ningún jacuzzi) que uno no imagina como este tipo, que la va de inteligente, puede ser tan boludo. En fin: otro fracaso.

¿Qué te pasa Jorge, estás nerviosho?

Ahora bien. ¿Qué le pasa a Jorge Lanata cuando de victimario se convierte (o lo convierten) en víctima de una nota de denuncia? Se vuelve loco. Así, al menos, quedó en claro a principios de este año, cuando decidió mudarse a Miami y la Revista Noticias sacó una nota sobre su nueva vida en la que, por ejemplo, se compró un departamento que costó la friolera de 2.550.000 dólares. Según la revista Noticias, el departamento cuenta con “servicios premium de canchas de tenis, spa y servicios comunes muy glamorosos. La vivienda está ubicada en Cayo Brickell y cuenta con tres dormitorios, tres baños y más dependencias”. El agente encargado de vendérselo dijo que Lanata «estaba buscando privacidad y lujo«.

Ofuscado, desde su programa de radio Mitre, el “periodista para pocos” le contestó a Perfil: “Lo que hice fue pedir un crédito. Ustedes imagínense que si a alguien vigiló la AFIP es a mí. Es plata blanca que yo puedo gastar en lo que quiera. Pagué 6 gambas y saqué un crédito a 30 años. O sea lo va a terminar de pagar Magoya porque yo voy a estar recontra muerto en 30 años»… Claro, uno se pregunta cómo un tipo que tiene 55 años, una salud bastante endeble, que ha sido trasplantado, que fuma como un loco a pesar de dormir con mascarilla de oxígeno, que tiene un pasado plagado de adicciones (cocaína fundamentalmente) recibe, graciosamente, un crédito por 2.000.000 de dólares de un banco de los Estados Unidos. La respuesta, acaso, esté en los resultados de una investigación presentada por el periodista Roberto Navarro en su programa Economía Política quien reveló que probablemente haya habido una triangulación de dinero. Por un lados, 10 millones de dólares que habría recibido Lanata como premio de parte del multimedio por la derrota del peronismo y que habrían sido depositados por el HSBC en el banco que le otorgó el crédito a Lanata. “¿Y para qué sacó un crédito si tiene el depósito? -se preguntó Navarro, y se contestó- Porque no puede decirle a los argentinos que tiene 2,5 millones de dólares para gastar en un departamento”. Probablemente esto sea lo que le provocó tanto pero tanto enojo a Lanata que, con su desmentida a Perfil, sólo confirmó la información. 

Todo hombre tiene su precio, sólo hace falta saber cuál es”. La frase pertenece a Joseph Fouché, Duque de Otranto, y no a Napoleón, como muchos creen y dicen. Y hay otra frase, mucho menos conocida, mucho más nuestra, del poeta Facundo Cabral, que dice “Solo lo barato se compra con dinero”. Es evidente que a Jorge Lanata le encontraron el precio y, también es evidente que, si se lo puede pagar, no es confiable. Sus fuentes de financiamiento siempre son non sanctas (Ramón Fonseca Mora es uno de los directivos del estudio de abogados panameño del que salieron los datos de la investigación Panamá Papers, Mossack Fonseca. En una entrevista, este letrado denunció que el dueño del principal fondo buitre, Paul Singer, le pagó a Jorge Lanata para llevarlo a Nevada, Estados Unidos, lugar donde se sospecha que Lázaro Báez y Cristobal López poseen cuentas bancarias), sus intereses oscuros y su desempeño financiero más. Lo que queda claro es que nunca fue ni será un ejemplo de nada. 

Adicto, enfermo, pésimo administrador, mujeriego, misógino, ¿golpeador?… profundamente violento, el hombre que saluda desde el televisor con un gesto de insulto (su famoso «fuck you») y que en sus editoriales, destilando odio, le dijo a Cristina Kirchner “Yo viví sin nada gran parte de mi vida y siempre fui el mismo. Usted sin nada es sólo una pobre vieja enferma. Ojalá la historia la juzgue como la mierda que fue«, tal vez espera, en una silla de ruedas, en la soledad de su inmenso departamento de Miami, en el más absoluto desarraigo, lo que no se animó a hacer un 31 de diciembre de 1997.


  1. * La nota consiste en un artículo no publicado de 2017 del autor, Carlos Caramello. ↩︎

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